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Los Pasdres de la Iglesia

 

»  Introducción


1»  Padres de la Iglesia

2»  Los Doctores de la Iglesia


3»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos:
San Ignacio de Antioquia
Parte 1

4»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos:
San Ignacio de Antioquia
Parte 2


5»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos:
San Ignacio de Antioquía
Resúmen de las Cartas


6»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos :
San Ignacio de Antioquía
Papa Benedicto XVI Audiencia
General 14/Feb/2007
Parte 1

7»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos :
San Ignacio de Antioquía
Papa Benedicto XVI Audiencia
General 14/Feb/2007
Parte 2


8»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos :
San Clemente de Roma


9»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos :
San Policarpo de Esmirna
Parte 1

10»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos :
San Policarpo de Esmirna
Parte 2


11»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos :
La Didache
Parte 1

12»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos :
La Didache
Parte 2

13»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos :
La Didache
Parte 3

14»  Los Primeros Padres o Padres Apostólicos :
La Didache
Parte 4


15» C o n t i n u a r á ...

Legado de los Padres y Doctores
de la Iglesia Católica
11 »La Didache (Didajé)
Parte 1


La didache Enseñansas de los 12 ApóstolesLa Didache (Didajé), o Enseñanzas de los Doce Apóstoles, fue escrito entre el año 65 y 80 A.D. y encontrado en 1873 en Macedonia, cerca de Constantinopla.

Es el primer catecismo escrito que conocemos.

Reconocido con gran estima por los Padres de la iglesia. 

Por este documento sabemos cómo ellos interpretaban las enseñanzas de los Apóstoles y cómo vivían.

Codifica las reglas de vida que deben saber los cristianos de manera práctica para la enseñanza.

CAPITULO 1

1:1 Hay dos caminos, el de la vida y el de la muerte, y grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos.

1:2 El camino de la vida es éste: Amarás en primer lugar a Dios que te ha creado, y en segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Todo lo que no quieres que se haga contigo, no lo hagas tú a otro.

1:3 Y de estos preceptos la enseñanza es ésta:
Bendecid a los que os maldicen y rogad por vuestros enemigos, y ayunad por los que os persiguen. Porque ¿qué gracia hay en que améis a los que os aman? ¿No hacen esto también los gentiles? Vosotros amad a los que os odian, y no tengáis enemigos.

1:4 Apártate de los deseos carnales. Si alguno te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele la izquierda, y serás perfecto. Si alguien te fuerza a ir con él durante una milla, acompáñale dos. Si alguien te quita el manto, dale también la túnica. Si alguien te quita lo tuyo, no se lo reclames.

1:5 A todo el que te pida, dale y no le reclames nada, pues el Padre quiere que se dé a todos de sus propios dones. Bienaventurado el que da conforme a este mandamiento, pues éste es inocente. ¡Ay del que recibe! Si recibe porque tiene necesidad, será inocente; pero si recibe sin tener necesidad, tendrá que dar cuenta de por qué recibió y para qué: puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo, y no saldrá hasta que no devuelva el último cuadrante.

1:6 También está dicho acerca de esto: que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién das.

CAPITULO 2

2:1. El segundo mandamiento de la Enseñanza es éste.

2:2 No matarás, no adulterarás, no corromperás a los menores, no fornicarás, no robarás, no practicarás la magia o la hechicería, no matarás el hijo en el seno materno, ni quitarás la vida al recién nacido. No codiciarás los bienes del prójimo.

2:3 No perjurarás, no darás falso testimonio. No calumniarás ni guardarás rencor.

2:4 No serás doble de mente o de lengua, pues la doblez es lazo de muerte.

2:5 Tu palabra no será mentirosa ni vana, sino que la cumplirás por las obras.

2:6 No serás avaro, ni rapaz, ni hipócrita, ni malvado, ni soberbio. No serás codicioso, o hipócrita, o malicioso ni orgulloso, no escucharás consejos maliciosos contra el prójimo.

2:7 No tramarás planes malvados contra tu prójimo. No odiarás a hombre alguno, sino que a unos los convencerás, por otros rogarás, a otros los amarás más que a tu propia alma.

CAPITULO 3

3:1 Hijo mío, aléjate de todo lo que es malo, y de todo lo que se le parezca.

3:2 No te irrites, porque la furia lleva al asesinato. No seas celoso, querelloso, de temperamento rápido, pues todo esto lleva a matar.

3:3 Hijo mío, no seas carnal, porque la carne lleva a la fornicación, no seas un hablador sucio, no te vanaglories mucho, porque de todas estas cosas sale el adulterio.

3:4 Hijo mío, no seas un observador de presagios o agüeros, no seas un hechicero, ni astrólogo, ni purificador, ni desees ver estas cosas, porque de todo esto nace la idolatría.

3:5 Hijo mío, no seas mentiroso, la mentira lleva al robo, no seas codicioso o engreído, de todas estas cosas surge el robo.

3:6 Hijo mío, no seas un murmurador, ya que lleva a la blasfemia, no seas de mente enferma o voluntad egoísta, porque de todo esto nacen las blasfemias.

3:7 Más bien sé manso, porque los mansos heredarán la tierra;

3:8 Se sin embargo generoso, ten compasión, no hagas daño, se pacífico, y bueno, y ten temor siempre de las palabras que has escuchado.

3:9 No te exaltarás a ti mismo, ni darás demasiada confidencia a tu alma. Tu alma no se debe unir con las engreídas, sino que debe caminar con las almas justas y humildes.

3:10 Acepta todo lo que te pasa como bueno, sabiendo que sin Dios nada pasa.

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