Primera Parte
39» Vittorio Messori
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Vittorio Messori, es un periodista italiano, conocido internacionalmente por haber publicado un libro de entrevistas a Juan Pablo II, titulado Cruzando el umbral de la esperanza, y otro con el cardenal Ratzinger: Informe sobre la fe.
Pero no ha sido católico de toda la vida.
Él dice:
Mis padres me inculcaron la aversión, no al Evangelio o al cristianismo, sino al clero, a la Iglesia institucional. Me habían bautizado como si fuera una especie de rito supersticioso, sociológico, pero después no tuve ningún contacto con la Iglesia...
Después de la guerra, asistí a un colegio público, donde no se hablaba de religión más que para inculcarnos el desprecio hacia ella... Me comprometí con los partidos de izquierda...
El Evangelio era par mí un objeto desconocido; nunca lo había abierto, pese a tenerlo en mi biblioteca, porque pensaba que formaba parte del folklore oriental, del mito y de la leyenda. Pero un día sucedió...
Mi hallazgo de la fe fue muy protestante. Fue un encuentro directo con la misteriosa figura de Jesús, a través de las palabras griegas del Nuevo Testamento. No vi luces ni oí cantos de ángeles.
Pero la lectura de ese texto, hecha probablemente en un momento sicológico particular, fue algo que todavía hoy me tiene aturdido. Cambió mi vida, obligándome a darme cuenta de que allí había un misterio, al que valía la pena dedicar la vida.
De inmediato, me vino una gran alegría, pero a la vez un miedo terrible por varios motivos. Por una parte, mi vida debía cambiar, sobre todo, mi orientación intelectual...
Me hacía sufrir, especialmente, que mi familia se enterara de lo que me sucedía y me echasen de casa. De hecho, cuando mi madre supo que asistía a misa a escondidas, telefoneó al médico y le dijo:
Venga, doctor. Mi hijo padece una fuerte depresión nerviosa. - ¿Qué síntomas tiene? - Un síntoma gravísimo, he descubierto que va a misa.
¿Cuándo decidí aceptar a la Iglesia? Cuando al reflexionar sobre el Evangelio para intentar conocer mejor el mensaje de Jesús, me di cuenta de que el Dios de Jesús es un Dios que quiso necesitar al hombre, que no quiso hacerlo todo solo, sino que quiso confiar su mensaje y signos de su gracia (los sacramentos) a una comunidad humana.
Es decir, si uno reflexiona bien, acepta la Iglesia, no porque la ame, sino porque forma parte del proyecto de Dios.
Me ha costado muchos años, pero ahora estoy convencido de que sin la mediación de una grupo humano, en el fondo, no tomaríamos en serio la mediación de Jesús...
Mi aventura fue solitaria, porque era uno de los pocos que andaba contracorriente. Entraba a la Iglesia, cuando tantos clericales salían de ella gritando: ¡Qué maravilla, finalmente la tierra prometida! ¡Hemos descubierto la cultura laicista!
Y yo, asombrado, intentaba pararlos: ¿Qué hacéis? ¡La verdadera cultura está aquí dentro, en la Iglesia!
Por eso, algunos me han acusado de ser un reaccionario, un nostálgico.
Es absurdo. Yo no he conocido la Iglesia preconciliar, no he escuchado jamás una misa en latín, porque antes del concilio nunca había asistido a misa y, cuando comencé a ir, era ya en italiano...
Lo que sí he conocido de cerca es la cultura laicista. Y luego el encuentro misterioso y fulgurante con el Evangelio, con una persona: Jesucristo; y después con la Iglesia90.
90 Puede verse este artículo, tomado de una entrevista con José R. Peréz Arangüena, en internet www.fluvium,org.
También puede leerse el libro de Vittorio Mesori Algunas razones para creer,
Ed. Planeta, Barcelona, 2000.