18.1» Exorcismos - Parte 1
Autor: P. Angel Peña O.A.R.
El exorcismo es una oración por la que, en el Nombre de Jesús, se ordena al demonio para que se aleje de una persona que está endemoniada o tiene un fuerte influjo del maligno. Para hacer exorcismos públicos y solemnes, con el ritual establecido, hace falta que lo haga un sacerdote con permiso del obispo del lugar.
Pero hay muchas influencias maléficas como obsesiones, opresiones, o algunos problemas producidos por haber asistido a una reunión satánica o espiritista, en los que la persona no está poseída y, en ese caso, cualquier cristiano, en Nombre de Jesús, puede hacer una oración de liberación. Y ordenar al diablo que se vaya, con tal de que no use el ritual de exorcismo ni interrogue directamente al diablo.
Para hacer exorcismo u oración de liberación es recomendable que se haga en equipo y que haya alguna mujer.
Evidentemente, en estos casos hay que discernir si no se trata de una enfermedad sicológica, pues hay personas que se creen poseídas y no lo están en realidad. Las verdaderas posesiones son muy raras.
Por eso, es bueno hacer oraciones de liberación y los casos más difíciles, en los que se ve que hay algo más que simple influencia, se los encomienden a los sacerdotes exorcistas.
A este respecto, Monseñor Andrea Gemma, dice que desde el principio de su trabajo pastoral organizó todos los viernes en la noche, en la catedral, una reunión para hacer oraciones de liberación.
Al orar por liberación, algunas personas se manifestaban de modo violento o muy extraño y, a estas personas, las atendía personalmente en la sacristía más privadamente. Estas reuniones tenían tanto éxito que la catedral estaba totalmente llena los viernes por la noche.
El mismo obispo Andrea Gemma escribió a todos sus feligreses una carta pastoral el 29 de junio de 1992, estableciendo que en todas las misas de la diócesis, antes de la bendición final, se hicieran oraciones de liberación, que son verdaderos exorcismos.
Mandó que se recitaran las siguientes oraciones:
En comunión con el Papa y con el obispo, recordando agradecidos nuestro bautismo y confirmación, renunciamos a Satanás y a todas sus obras y seducciones.
- Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
- San Miguel arcángel, defiéndenos del enemigo y ampáranos de todas las asechanzas del maligno. Que Dios te reprima espíritu maligno y tú, príncipe de la milicia celestial, arroja con el divino poder a Satanás a lo más profundo del infierno y también a los otros espíritus inmundos, que vagan por el mundo buscando la perdición de las almas.
Todos sabemos que, en las misas de antes del concilio, se decía al final esta oración a san Miguel arcángel, que es un verdadero exorcismo, y que tiene su origen en una visión que tuvo el Papa León XIII.
Vio a la Iglesia amenazada por el diablo y tuvo la inspiración de mandar rezar esta oración como una defensa contra la avalancha del maligno, que ahora vemos cómo ha invadido la cultura occidental en el siglo XX y no sabemos hasta cuándo.
Sobre los exorcismos debemos anotar que nunca han hecho daño a nadie: ni al paciente ni a sus familiares. En cambio, muchas curas médicas son y han sido perniciosas. La influencia o posesión diabólica no son contagiosos. Por tanto, los familiares pueden sentirse tranquilos, si alguien de su familia manifiesta estos síntomas o, incluso, si en su casa se dan fenómenos raros de la presencia del maligno.
Ciertamente que no hay que acusar al diablo de cualquier problema que haya en la familia. Hay que evaluar el caso, pueden ser fenómenos parapsicológicos o producidos por fuerzas ocultas. Por ejemplo, si alguien de la familia ha acudido a reuniones espiritistas o satánicas o se ha iniciado en grupos ocultistas o de magia, podríamos tener un buen indicio del origen diabólico de estos fenómenos.
Durante los exorcismos, se ven cosas increíbles que sobrepasan las fuerzas naturales. Por ejemplo, los ojos de las personas quedan totalmente en blanco y, después, no se acuerdan de nada; sus brazos y piernas pueden doblarse más allá de lo normal.
El padre Amorth cuenta el caso de un poseído que subió hasta el techo y se quedó allí durante varios minutos.
Algunos dan saltos de varios metros hacia atrás sin hacerse daño. No olvidemos que son fenómenos preternaturales producidos por el poder del demonio y que, por tanto, van más allá de nuestras posibilidades e, incluso, de nuestra imaginación.