1.6» Jesús Busca a Sus Discípulos, que Están
Dormidos
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1)Pese a todo, el enorme peso y el cansancio atroz,
unidos al sudor de Sangre, Me habían golpeado de
tal modo que, al ir a buscar a Mis Apóstoles, Me sentí tremendamente fatigado.
2) ¡Pedro, Juan, Santiago! ¿Dónde están, que no los veo
alertas? ¡Despierten, observen Mi rostro, vean cómo
tiembla Mi cuerpo en esta turbación que experimento! ¿Por qué duermen? ¡Despierten y oren Conmigo, porque
Yo He sudado Sangre por ustedes!
3) Pedro, discípulo elegido, ¿no te importa Mi Pasión?...
Santiago, a tí te He dado tanta preferencia: ¡Mírame y
acuérdate de Mí! Y tú, Juan, ¿por qué te dejas sumir en
el sueño con los otros? Tú puedes aguantar más que
ellos... ¡No duermas, vela y ora Conmigo!
4) He aquí lo que obtuve: buscando un consuelo, hallé un
amargo desconsuelo. Ni siquiera ellos están Conmigo.
¿Dónde más iré?... Es verdad, Mi Padre Me da sólo lo
que Yo supe pedirle, a fin de que el Juicio de toda la
humanidad cayese sobre Mí. Padre Mío, ¡ayúdame! Tú lo puedes todo, ¡ayúdame!
5) Volví a orar como un hombre al que se le han hundido todas las esperanzas y que busca de lo alto comprensión
y consuelo. Pero, ¿qué podía hacer Mi Padre si Yo había
elegido libremente pagar por todo? Mi elección no había
cambiado. Sin embargo, la resistencia natural había
llegado a un grado tan excesivo, que Mi humanidad
estaba abrumada.
6) De nuevo, Me desplomé con el rostro en tierra por la
vergüenza de todos sus pecados; de nuevo pedí a Mí Padre que alejase de Mí aquel Cáliz. Pero El Me
respondió que si Yo no lo bebía, sería como si no
hubiese venido al mundo y que Me consolase porque
muchas criaturas participarían de Mis agonías en el
huerto.
7) Respondí: Padre, no se haga Mi voluntad sino la Tuya.
Este Angel Me ha asegurado de Tu amor y la breve
alegría que Me Has enviado, ha hecho buena obra hasta
en Mi resistencia natural. Dame Mis criaturas, las que
He redimido. Tómalas Tú mismo porque por Tí Yo lo
acepto. Quiero verte contento, Te ofrezco todos Mis
sufrimientos y Mi inmutable voluntad que, de veras, no
está en desacuerdo con la Tuya, porque siempre Hemos
sido una sola cosa... Padre, Estoy destrozado, pero así Nuestro amor será conocido. ¡Hágase Tu Voluntad, no la
Mía!
8) Volví a despertar a los Discípulos, pero los rayos de la
Divina Justicia habían dejado en Mí surcos indelebles...
Se llenaron de espanto al verme desquiciado y quien más
sufrió fue Juan. Yo, mudo... ellos, aturdidos... Sólo
Pedro tuvo el valor de hablar. ¡Pobre Pedro, si hubiera
sabido que una parte de Mi agitación había sido
desencadenada por él!...
9) Había llevado a Mis tres amigos para que Me
ayudasen, compartiendo Mi angustia; para que hiciesen
oración Conmigo; para descansar en ellos, en su amor... ¿Cómo describir lo experimentado cuando los ví dormidos?
10) Aún hoy, cuánto sufre Mi Corazón; y queriendo hallar
alivio en Mis almas, Voy a ellas y las encuentro
dormidas. Más de una vez, cuando quise despertarlas y
sacarlas de sí mismas, de sus preocupaciones, Me
contestan —si no con palabras, con obras: "ahora no
puedo, estoy demasiado cansada, tengo mucho que
hacer, ésto me perjudica la salud, necesito un poco de
tiempo, quiero algo de paz."
11) Insisto y digo suavemente a esa alma: No temas; si
dejas por Mí ese descanso, Yo te recompensaré. Ven a
orar Conmigo, ¡tan sólo una hora! ¡Mira, que en este
momento es cuando te necesito! ¿Si te detienes, ¿ya se te
hará tarde? ¡Cuántas veces oigo la misma respuesta!
12) Pobre alma, no has podido velar una hora Conmigo.
Dentro de poco vendré y no Me oirás, porque estás
dormida... Querré darte la Gracia pero, como duermes,
no podrás recibirla y, ¿quién te asegura que tendrás
después fuerza para despertar?... Es fácil que, privada de
alimento, se debilite tu alma y no puedas salir de ese
letargo.
13) A muchas almas las ha sorprendido la muerte en
medio de un profundo sueño y, ¿dónde y cómo han
despertdo?
14) Almas queridas, deseo enseñarles también cuan inútil
y vano es querer buscar alivio en las criaturas. ¡Cuántas
veces están dormidas y, en vez de encontrar el alivio que
voy a buscar en ellas, salgo con amargura porque no
corresponden a Nuestros deseos ni a Nuestro amor.
15) Cuando oré a Mi Padre y pedí ayuda, Mi alma triste y
desamparada padecía angustias de muerte. Me sentí agobiado con el peso de las más negras ingratitudes.
16) La Sangre que brotaba de todos los poros de Mi
Cuerpo y que dentro de poco saltaría de todas Mis
heridas, sería inútil para el gran número de almas que se
perderían. ¡Muchísimas Me ofenderían y muchas no Me
conocerían! Después derramaría Mi Sangre por todos y
Mis méritos serían aplicados a cada uno de ellos ¡Sangre
Divina! ¡Méritos infinitos!... Y sin embargo, inútiles
para tantas y tantas almas...
17) Pero entonces ya iba al encuentro de otras cosas y Mi
voluntad estaba inclinada al cumplimiento de Mi Pasión.
18) Hombres: si Yo sufrí, no ha sido ciertamente sin fruto
y tampoco sin motivo. El fruto que He obtenido ha sido
la Gloria y el Amor. Toca ahora a ustedes, con Mi
ayuda, demostrarme que aprecian Mi obra.
19) ¡No Me canso jamás! ¡Vengan a Mí! Vengan a Quien
vibra de amor por ustedes y que sólo sabe darles el
verdadero amor, que reina en el cielo y que los
transforma ya en la tierra.
20) Almas que prueban Mi sed: beban en Mi Cáliz
amargo y glorioso, porque les digo que algunas gotas de
este Cáliz quiere el Padre reservar justamente para
ustedes. Piensen que estas pocas gotas Me fueron
sustraídas y luego, si creen, díganme que no las quieren.
Yo no He puesto límites y tampoco ustedes. Yo fui
abatido sin piedad; ustedes deben, por amor, dejar que
Yo abata su amor propio.
21) Yo Soy Quien obra en ustedes, así como Mi Padre
obró en Mí, en Getsemaní.
22) Yo Soy El que hago sufrir para que un día tengan que
alegrarse. Sean por un tiempo dóciles; sean dóciles a
imitación Mía, porque ésto los ayuda mucho y Me
complace mucho. No pierdan nada, antes bien, adquieran
el amor. ¿Cómo podría en efecto permitir que Mis
amados sufran pérdidas reales, mientras pretenden
demostrarme amor?
23) Yo los aguardo. Estoy siempre a la espera; no Me
cansaré. Vengan a Mí; vengan así como son. Eso no
tiene importancia, con tal que vengan. Entonces verán
que enjoyaré su frente con aquellas gotas de Sangre que
derramé en Getsemaní, porque esas gotas son suyas, si
las quieren. Ven, Alma, ven a Jesús que te llama.
24) Yo dije: Padre Mío; no dije: Dios Mío; y es que
Quiero enseñarles que, cuando su corazón sufre más,
deben decir: Padre mío, y pedirle alivio. Expónganle sus
sufrimientos, sus temores y, con gemidos, recuérdenle
que son Sus hijos. ¡Díganle que su alma no puede más!
Pidan con confianza de hijos y esperen, que su Padre los
aliviará y les dará la fuerza necesaria para pasar esta
tribulación suya y de las almas que les están confiadas.
25) Este es el Cáliz que acepté y apuré hasta la última
gota. Todo por enseñarles, hijos queridos, a no volver a
creer que los sufrimientos son inútiles. Si no ven el
resultado que siempre lograrán, sometan su juicio y
dejen que la Voluntad Divina se cumpla en ustedes.
26) Yo no retrocedí. Al contrario, sabiendo que era en el
Huerto donde habrían de prenderme, permanecí allí, no
quise huír de Mis enemigos...
27) Hija Mía, deja que Mi Sangre riegue y fortalezca esta
noche la raíz de tu pequeñez.