II. Encontrando la Biblia en la Misa
▬ En el Cenáculo ▬
La tradición que San Pablo describe es muy semejante a la que se cuentan en los Evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas (cfr. Mt. 26:26-29; Mc. 14:22-25; Lc. 22:15- 20).
Cada cita recuerda el origen de la Eucaristía en detalles no idénticos, pero muy semejantes.
Cada relato dice que fue durante la Pascua, la fiesta que Dios instituyó en vísperas de la huida de Israel de Egipto (cfr. Ex. 12:1-28). También están de acuerdo que fue la noche antes que murió, durante la última comida que compartió con sus apóstoles.
Durante la cena, Jesús tomó pan, lo bendijo, y se lo dio a los discípulos diciendo: “Esto es mi cuerpo.” Tomó el cáliz también, y después de darle gracias a Dios, se lo dio a sus discípulos diciendo: “Esta es mi sangre... de la [nueva] alianza.”
San Mateo y San Marcos dicen que Jesús habló de “la sangre de la Alianza”. Moisés ocupó estas palabras cuando ratificó la Alianza entre Israel y Dios, rociando al pueblo con la sangre del sacrificio (cfr. Ex. 24: 4-8).
San Lucas, como San Pablo, dice que Jesús habló de “la nueva alianza” (cfr. Lc. 22:20; 1Cor. 11:25). Esto probablemente se refiere a la profecía de Jeremías en la cual Dios haría una “nueva alianza” con Israel. En contraste con la Alianza que hizo con el pueblo de Israel cuando lo sacó de Egipto, por esta nueva alianza, él escribirá su ley en sus corazones, no en tablas de piedra (cfr. Jer. 31:31-33; 2 Cor. 3:3).
Jesús en los tres evangelios, hace énfasis en el significado sacrificial de su muerte. Dice que su sangre es “derramada por muchos.” En San Mateo, él se ofrece “por el perdón de los pecados.” Los tres evangelios agregan una nota de urgente expectativa: Jesús jura a sus apóstoles que no beberá de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con ustedes, nuevo, en el Reino de mi Padre” (Mt. 26.29).