Friday May 03,2024
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TU AMIGO, EL ANGEL DE LA GUARDA


»  Oración al Santo Angel de la Guarda

»  Introducción


1»  Los ángeles

2»  Su jerarquía

3»  Sus funciones

4»  El ángel custodio

5»  El ángel consolador

6»  El ángel defensor

7»  El ángel de Dios


8»  Los santos y los ángeles:

8.1»  San Bernardo

8.2»  La Beata Ángela de Foligno

8.3»  Santa Gertrudis

8.4»  Santa Juana de Arco

8.5»  Santa Francisca Romana

8.6»  San Francisco Javier

8.7»  Santa Teresa de Jesús

8.8»  San Francisco de Sales

8.9»  Santa Margarita Mª de Alacoque

8.10»  La Beata Ana Catalina Emmerick

8.11»  San Antonio María Claret

8.12»  Santa Catalina Labouré

8.13»  San Juan Bosco

8.14»  Santa Gema Galgani

8.15»  Sor Magdalena de la Cruz

8.16»  Santa Faustina Kowalska

8.17»  La Vble. Consolata Betrone

8.18»  El Beato Padre Pío

8.19» San Escribá de Balaguer

8.20»  La Vble. Sor Mónica de Jesús

8.21»  Otros Santos y los Angeles


9»  Otros Testimonios:


9.1»  El Padre Eugenio Prevost

9.2»  Eduvigis Carboni

9.3»  Teresa Musco

9.4»  Georgette Faniel

9.5»  Vassula Ryden

9.6»  Katsuko Sasagawas

 

10» Testimonios Recientes

10.1»  Testimonio #1

10.2»  Testimonio #2

10.3»  Testimonio #3

10.4»  Testimonio #4

10.5»  Testimonio #5

10.6»  Testimonio #6

10.7»  Testimonio #7

 

11»  El arcángel San Rafael

12»  Ángeles por la calle

13»  Ángeles de Dios

14»  Ángeles en el más allá

15»  Experiencias en los umbrales de la muerte


16»  El ángel guardián

17»  El ángel amigo

18»  Pacto de amor mutuo

19»  Letanía a los ángeles


20»  Epílogo

 

14» Ángeles en el más allá

Autor: P. Angel Peña O.A.R  

Los santos están de acuerdo en que nuestros ángeles custodios nos acompañan también durante nuestro estado de purgatorio para consolarnos, como lo afirma San Agustín (Sermo 46).

Santa Francisca Romana decía:

"Cuando un hombre muere, su ángel custodio conduce su alma al purgatorio y se pone a su derecha... El ángel presenta a Dios las oraciones que se le hacen e intercede por la abreviación de sus sufrimientos".

Santa María Magdalena de Pazzi, puesta en espíritu en un lugar del purgatorio, vio junto a cada una de las almas a sus ángeles guardianes que las consolaban. Lo mismo vio Santa Margarita María de Alacoque y otros santos.

Con frecuencia, nuestro ángel nos inspira orar por nuestros familiares difuntos o por las almas del purgatorio, en general, porque es una gran obra de caridad.

Santa Verónica Giuliani escribe en su Diario:

"Una mañana mi ángel custodio me pidió que ofreciese mis buenas obras en unión con los méritos de la pasión de Jesús y de la Santísima Virgen por un alma del purgatorio...

Después la vi libre de todas sus penas y toda bella y gloriosa
".

El Siervo de Dios Pedro de Basco (1645) dice que una noche se olvidó de rezar por las almas del purgatorio, como acostumbraba, y su ángel custodio lo despertó y le dijo:

"Hijo mío, las almas del purgatorio esperan la ayuda de tu compasión".

Por eso, no es de extrañar que, en los momentos decisivos de la agonía, nuestro ángel redoble sus esfuerzos para preparar el alma del que le ha sido encomendado o la de otros.

Santa Faustina Kowalska, en su Diario, habla mucho de cómo su ángel le inspiraba rezar por los agonizantes la coronilla de la misericordia, que Jesús le había enseñado para salvarlas.

Dice: “De manera misteriosa, el Señor me hace conocer que un alma agonizante necesita de mis plegarias, pero frecuentemente es mi ángel custodio quien me lo dice” (II 215).

Personalmente, podría contar casos extraordinarios ocurridos en las misiones, tanto personales como oídos a mis compañeros sacerdotes.

Personas que están para morir durante meses, y el día que llega el sacerdote a aquellos apartados lugares, mueren en paz y bien preparados con los últimos sacramentos.

Pareciera, con toda claridad, que estaban esperando al sacerdote para morir, como una gracia especial que Dios les concede.

En algunos casos, es su ángel quien hace coincidir las cosas para que el sacerdote llegue a aquel lugar.

Hay casos verdaderamente milagrosos, como el que ocurrió en la peste de 1597 en Roma.

Un joven, de aspecto agradable, fue al convento de los Padres camilos para que fueran a la cabecera de un apestado. Al llegar a la casa, el joven desapareció.

Y esto ha sucedido en muchos lugares y ha sido referido por personas totalmente dignas de fe. Como el caso referido por un Padre jesuita, ocurrido hace pocos años.

Fue llamado urgentemente por un joven, bien vestido, para visitar a un hombre que se hallaba en peligro de muerte, y le dejó la dirección.

El sacerdote fue a la casa y se encontró con que el hombre, de quien le habían hablado, se encontraba perfectamente bien.

Pensó que había sido una broma de mal gusto, pero aprovechó para conversar con él y le invitó a confesarse.

El otro, al principio, no quería, porque hacía muchos años que no se confesaba. Poco a poco, fueron entrando en confianza y aceptó confesarse.

Al día siguiente, avisaron al sacerdote de que había muerto. Entonces, sí era de verdad.

Una noche de 1575 un sacerdote de la comunidad de San Juan de Ávila, en España, fue despertado por dos jóvenes que le pidieron que fuera a atender rápidamente a un moribundo.

El sacerdote fue a la Iglesia para sacar dos hostias para darle al moribundo y quizás a alguno de sus familiares.

Los dos jóvenes llevaron dos velas encendidas por el camino. El sacerdote atendió al enfermo y regresó a la casa parroquial con una hostia, y los dos jóvenes, de nuevo, le acompañaron con las velas encendidas.

Pero, cuando quiso agradecerles, ya habían desaparecido.

Al contarle este suceso al santo Juan de Ávila, éste le dijo al sacerdote: “No te maravilles, eran dos ángeles mandados por Dios para premiar tu celo apostólico”.

¿Eran los ángeles custodios del sacerdote y del enfermo?

Otro caso lo cuenta el Padre O'Keefe de Cork en Irlanda.

Un día lo visitó un joven bien vestido para pedirle que fuera a asistir a una mujer que estaba muriendo. El sacerdote lo siguió y el joven desapareció.

Ella le dijo al Padre que había trabajado en un convento de religiosas y que ellas le habían enseñado a invocar al ángel de la guarda, cuando tuviera alguna necesidad.

Ella lo había hecho y él había traído al sacerdote para ayudarla a bien morir.

Por eso, no nos cansemos de pedir ayuda a nuestro ángel, encomendémosle nuestros últimos momentos y digámosle:

"Angel de mi guarda, dulce compañía, no me dejes solo en mi última agonía".

¿Rezas frecuentemente la oración del ángel?

 

 

 

 

   


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