PREGUNTA 275. LIBERTAD Reverendo Padre: Vivimos unos tiempos en los que se confunde la libertad con el libertinaje. Cada uno piensa en su libertad y no en los derechos de los demás. Por eso la convivencia humana se deteriora a grandes pasos. Yo pienso que los mismos sacerdotes hablan mucho de libertad y poco de obligaciones. Parece que les da miedo hablar de exigencias para que no les llamen intransigentes. Pero si los encargados de moralizar las costumbres no lo hacen, ¿a dónde vamos? Dijo Jesucristo: «Si la sal se vuelve sosa...» RESPUESTA: Hoy se habla mucho de libertad. Como dijo Juan Pablo II, «la libertad no consiste en hacer lo que nos gusta, sino en tener el derecho de hacer lo que debemos». «La libertad está condicionada por el deber. La libertad absoluta es la absoluta anarquía»1. Dice José Ortega y Gasset: «No se puede hacer sino lo que cada cual tiene que hacer». Libertad es la facultad de poder practicar el bien sin ningún obstáculo exterior ni interior a nosotros mismos. La facultad de poder hacer el mal, no es libertad sino depravación, libertinaje y esclavitud a las pasiones. Dice el psicólogo Enrique Rojas: «No eres más libre cuando haces lo que te apetece, sino cuando eliges aquello que te hace más persona». La grandeza del hombre está en poder elegir entre el bien y el mal. Pero ahí radica también su responsabilidad que le hace merecedor de premio o castigo. Dice San Pablo: «Cada cual recibirá lo que mereció durante su vida mortal, conforme a lo que hizo, bueno o malo». El 22 de mayo de 1986 la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe del Vaticano, publicó una Instrucción sobre Libertad cristiana y liberación, donde dice: «La auténtica libertad no lo es para hacer cualquier cosa, sino para hacer el bien. La Verdad y la Justicia constituyen la medida de la auténtica libertad. El hombre cayendo en la mentira y en la injusticia en lugar de realizarse se destruye (n°26). La libertad se manifiesta como una liberación del mal moral (n°27). El pecado del hombre es la causa radical de las tragedias que marcan la historia de la libertad (n°37). El desconocimiento culpable de Dios desencadena las pasiones que son causa del desequilibrio y de los desórdenes que afectan la esfera familiar y social (n°39). Las comunidades de base y otros grupos cristianos son una riqueza para la Iglesia universal, si son fieles a las enseñanzas del Magisterio, al orden jurídico y a la vida sacramental (n°69)». La moral católica no es represiva, como algunos dicen. No quita la libertad al hombre. La orienta para que se realice como persona humana. Como las vías del tren que le obligan a ir por un camino, pero ayudan al tren a avanzar y a llegar. Le impiden que se despeñe. El puente me obliga a cruzar el río por ese punto concreto, pero gracias al puente puedo cruzar el río. Algunos consideran a Dios como enemigo de la libertad humana, y piensan que el hombre será totalmente libre cuando se emancipe de Dios y de la Religión. Sin embargo, sometiéndonos a la ley de Dios nos realizamos plenamente como personas humanas, pues nos liberamos de la esclavitud de nuestros instintos desordenados. Muchos adoran su libertad como a un ídolo. Desean hacer lo que quieren siempre y en todo. Por eso rechazan la moral católica porque les limita su libertad. Pero la vid, si no se poda, no da fruto. «Cuando el hombre se deja podar es cuando puede madurar y dar fruto». Dice Ortega y Gasset: «Es falso decir que en la vida deciden las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter»4. Libertad es la capacidad para poder elegir entre dos valores auténticos. Pero elegir el mal, abandonando el bien, no es libertad sino esclavitud. El hecho de que algunos prefieran ser esclavos es lamentable. Pero las joyas no pierden valor aunque haya personas que no saben apreciarlo. La libertad con Dios, es auténtica. La libertad sin Dios es un engaño. Dios no quita libertad para lo bueno, sino para lo malo. Con esto ayuda al hombre. Elegir lo malo es una equivocación. Quitar la libertad para lo malo es un bien. «La verdadera libertad es el derecho a no estar impedido para hacer lo que es bueno». «No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia». «El ejercicio de la libertad no implica el derecho a decir y hacer cualquier cosa». El cristiano se siente libre, no porque hace lo que quiere sino porque quiere hacer lo que Dios manda. Obedece a Dios libremente, sin coacción. «Lo que nos hace libres no es el no querer aceptar lo que sea superior a nosotros, sino el acatar de buena gana lo que está por encima de nosotros» (Goethe). «Yo soy libre cuando elijo lo que me perfecciona como ser humano. Si actúo sólo en virtud de mis apetencias momentáneas soy esclavo de mi tendencia a tomar lo agradable como valor supremo. Lo agradable es un valor, pero se halla en la parte más baja de la escala de valores».
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