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San José - El mas santo de los antos

  


LIRIOS PERFUMADOS DE SAN JOSÉ
Revelaciones dadas a un Alma  


»  Pasos a seguir

»  Coronilla a San José


1»  Lirio Perfumado de la Divina Voluntad

2»  Lirio Perfumado de la Castidad

3»  Lirio Perfumado de la Prudencia

4»  Lirio Perfumado de la Paciencia

5»  Lirio Perfumado de la Fortaleza

6»  Lirio perfumado del Silencio

7»  El lirio Perfumado del Amor de Dios

8»  El lirio Perfumado del Discernimiento

9»  El lirio Perfumado de la Docilidad

10»  El lirio Perfumado de la Confianza

11»  El lirio Perfumado de la Santa Iglesia

12»  El lirio Perfumado de la Familia

13»  El Lirio Perfumado del Sufrimiento

14»  El Lirio Perfumado de la Buena Muerte

15»  El Lirio Perfumado del Trabajo

16»  El Lirio Perfumado de Entrega al Señor


»  Letanías a San José

»  Oración a San José

 

 

 

15» El Lirio Perfumado del Trabajo


Abril 23/09 (6:30 p. m.)

San José dice:

Carísimo hijo: venid hacia mí que os espero con todo el
amor que un padre profesa hacia su hijo. Amor que ha de
llenar vacíos. Amor que ha de sanar heridas. Amor que ha
de vendar corazones rotos. Llegad a mí con el libro
abierto de vuestro corazón y tomad atenta nota de cada
una de mis palabras. Palabras que calarán en la
profundidad de vuestro ser para renovaros. Palabras que
os moverá a hacer algo a favor vuestro. Palabras que os
impulsará a aprovechar al máximo el tiempo, a valorarlo,
a no desperdiciarlo.

Hijo mío: sentaos. Descansad en mi regazo y prestadme
sumo cuidado a todo lo que estoy por deciros. Es
necesario que vaciéis vuestro corazón de preocupaciones,
de tensiones y os sumerjáis en el silencio de mi taller.
Silencio que a veces es más elocuente que la palabra.

Silencio que de por sí habla, comunica. Mirad la hermosura de este lirio, oled su fragante aroma, palpad su delicadeza, descubrid su finura. Abrid las puertas de
vuestro corazón; puertas que sólo son abiertas si estáis en disposición de recibir mis gracias; gracias que os van
transformando, os van puliendo hasta que obtengáis la forma, el parecido de quien os creó. Sois imagen y
semejanza de Dios y como tal debéis ser acopio de sus
santas virtudes. Virtudes que os irán revistiendo de luz y
de pureza.

Querido hijo: recibid con beneplácito el Lirio Perfumado
del Trabajo. Lirio que os hará más diligente. Lirio que os
dará la sabiduría para enfrentar vuestras dificultades
laborales. Lirio que os despertará amor a lo que hacéis.

Lirio que os dará herramientas para que hagáis con
perfección, los menesteres en los que Dios os ha ocupado.
Lirio que os motivará a ser mejores, a ejercer con
honestidad vuestras labores, vuestras ocupaciones diarias.

Fiel discípulo mío: haced de vuestro trabajo una aventura
maravillosa, una escuela de aprendizaje. Sentíos
orgullosos de vuestro oficio, de vuestra profesión.
Recordad que el trabajo dignifica y ennoblece al hombre.

Haceos laboriosos como la abeja al panal cuando os
sintáis cansados, desanimados. Bajad vuestra mirada y
embelezaos ante la perfección de la naturaleza. Quedad
atónitos ante la labor insaciable que desempeñan las
abejas y las hormigas. Están organizadas, clasificadas. Si
esto lo hacen ellas, vosotros estáis llamados a responder
con presteza y prontitud.

Temedle a la pereza, pecado capital que es madre de todos
los vicios. Temedle a la ociosidad, a la quietud. Moveos a
hacer algo productivo. Sacadle jugo, jugo que endulce
vuestro corazón y os dé alegría, jugo que os mantenga
entretenidos para así no dar entrada a pensamientos
perniciosos, a ideas equívocas, a falsas ilusiones y
espejismos que os llevan a la derrota, al fracaso, a la
abulia, porque esto sí que sería catastrófico para vuestra
vida.

Hijo querido: cuando estuve en la tierra mi vida era una
mezcla perfecta de trabajo y de oración. No podéis
descuidar una cosa por dedicaros a la otra. Ambas deben
ir a la par. Cultivad, pues, el lirio perfumado del trabajo.

No permitáis que sus flores se marchiten, que sus hojas
pierdan su verdor, que su tallo pierda su hermosura.
Esmeraos en prodigarle todos los cuidados que un lirio
fino se merece, es demasiado delicado, frágil, susceptible
a sufrir algunos daños.

Hijo consentido: vale la pena que le prodiguéis todo el
cariño y el amor porque el lirio perfumado del trabajo
edificará vuestro proyecto de vida; proyecto que será más
sólido, más dinámico, más duradero.

Vale la pena que le pongáis ganas, deseos de salir
adelante, que evitéis la monotonía y el desaliento en
vuestros quehaceres cotidianos. Vale la pena que apreciéis
vuestro trabajo como una gran bendición, como una gran
oportunidad para crecer, como un gran medio para haceros más persona; persona polifacética, persona con gran sentido de trascendencia; persona que deja huella de
eficiencia y dinamismo en su área laboral. Guardad bien mi enseñanza en vuestro corazón. Meditad en mi lección y vividla.

El alma dice:

San José, padre querido: los días miércoles para mí, son
de gran trascendencia porque llego a vuestro taller con
muchísimas expectativas; expectativas que son suplidas,
colmadas.

Vuestras palabras ablandan la dureza de mi corazón, lo
cercenan, lo vuelve más susceptible a las cosas de Dios; lo ensancha al Amor Divino. Amor que da regocijo, paz,
armonía y equilibrio conmigo mismo.

Vuestro abrazo quebranta mi espíritu porque de la misma
forma que abrazasteis al Niño Jesús me estrecháis en
vuestro regazo paterno.

Os amo, os rindo el culto que como padre adoptivo del
Salvador os merecéis. Os tributo homenajes porque sois el custodio y protector de los Corazones Unidos Traspasados de Jesús y de María.

Os abro un espacio en mi corazón para que reposéis en él.
Haced de cuenta que es la posada que os negaron un día.

Os doy infinitas gracias por haber perdonado mi
indiferencia para con vos. Pocas veces os tuve en cuenta.
Pocas veces os pedí ayuda. Pocas veces me detuve a pensar en vuestro papel cooperador de la Redención.

San José, os habéis robado mi corazón. Vuestro silencio
calaba en la profundidad de mi alma. Era como sonido
armonioso que me llamaba a seguiros, a confiar más en vos. Me sedujisteis, por eso estoy aquí en vuestra carpintería, ávido de vuestra Sabiduría Divina. Sabiduría que cambia mis esquemas. Sabiduría que me lleva a descubrir mis errores y a enmendarme. Sabiduría que hace que busque los caminos de la santidad, las sendas rectas.

Sabiduría que son perlas de gran valor, tesoros
cuantiosísimos que me dan riqueza espiritual; riqueza que
no muere, no finiquita, perdura hasta la vida eterna. San José, os quiero amar con el mismo amor como os amó Jesús y María. Quiero vivir vuestras santas virtudes, deseo parecerme a vos.

Hoy habéis sembrado en mi corazón el lirio perfumado del trabajo. Lirio que aniquilará cualquier espíritu de pereza. Lirio que me hará apto, eficaz en mis labores
diarias. Lirio que me llevará a degustar de mi oficio, de
mi ocupación. Lirio que convertirá mi trabajo en oración.

San José modelo de los obreros: concededme el don de valorar el arte, el oficio, la ocupación que me sustrae
varias horas durante el día, de hacerlo con agrado, con
entrega; acompañadme en mis quehaceres cotidianos para
que sea ejemplo, modelo de virtud.

No permitáis que caiga en la mediocridad; hacedme más
diligente, más capacitado, más rendidor.

San José modelo de los obreros: os pido por todos los
trabajadores del mundo entero; asistidlos en sus luchas y
dificultades, en sus fatigas y desalientos; interceded por
aquellos hombres y mujeres que carecen de un trabajo digno; tocad el corazón de empleadores y empresarios para que abran las puertas de sus fábricas, de sus empresas, de sus locales comerciales y den cobijo a tantas personas turbadas por sus necesidades; necesidades que deben ser suplidas para la supervivencia, para la subsistencia en un mundo inundado por el tecnicismo, por la ciencia, por la supervisión de control de calidad.

San José modelo de los obreros: no permitáis que el hombre sea desplazado por una máquina. Haced que sea tenido en cuenta, que se le valore su trabajo; trabajo que sea remunerado justamente, trabajo que sea un encuentro de fraternidad, de camaradería; trabajo que sea vértice para el crecimiento personal, social y espiritual.

San José, hijo amadísimo del Padre Eterno: habéis convertido mi corazón en un preciosísimo jardín; jardín que posee los más bellos lirios perfumados del Cielo.

Lirios que profundizan mi vida interior. Lirios que me sustraen del mundo; mundo regido por falsas leyes, mundo que ha desbancado a Dios de su trono, mundo camuflado de aparentes verdades, mundo apático a los misterios del Cielo.

Os prometo cuidar de cada uno de ellos. No defraudaré la
confianza que pusisteis en mí con mi conversión perfecta.
Haré que crezcan sanos y frondosos para que las personas
que caminen a mi alrededor se admiren ante su belleza
porque indudablemente son lirios fabricados por las manos de Dios.

(Letanías y oración al final.)

   


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