118- Para una niña
Cuando Jesús tenía tu edad, mi pequeña hija, se parecía un poco a ti.
También Él rezaba, también Él era dulce y tierno. Tenía sus juguetes que le había hecho papá José, tenía su camita y sus vasos, que le gustaban y los usaba para beber la leche.
Tenía sus flores y las amaba. Jesús es Dios y también desde niño sabía todo y conocía a todos. A veces, me hablaba de vosotros los niños, niños que después se han hecho grandes y han hecho grandes cosas para el espíritu.
Niños que, después, han sido santos. De pequeño, Francisco de Asís jugaba con sus gatos, jugaba con las bolitas y le gustaba correr por las callejuelas de su pueblo. Clara jugaba con su muñeca... Santos y niños: pureza y amor.
Jesús me hablaba también de ti:
"Immi, vendrá con el tiempo una niña muy juiciosa, tendrá el nombre de Giorgia, y te querrá mucho a Ti, y Tú un día de su tiempo, le hablarás y le sonreirás..."
No comprendí entonces todo esto: ahora sé, tú eres Giorgia y Yo, Myriam, la Mamá de todos y de Jesús: ¡te bendigo y te sonrío!
Riano Flaminio, 22 de Noviembre de 1982