40- Para las Oblatas de Nazaret
¡Hijas de Mi corazón!
Vuestro canto es una escala que sube hacia Mí. Yo, Myriam, bajo aquellas escalas, y estoy con vosotros, ¡os miro y os sonrío! Vuestra vida dedicada a Jesús, y a Mí, a los Santos, y a los Ángeles, es fatiga y alegría, porque vuestra fe es viva, y con la fe en el alma, cada fatiga ofrecida es alegría.
Mi Hijo os mira y nunca os deja.
¡Yo estoy siempre con Jesús! Nosotros somos un solo corazón, que arde de amor por la humanidad. ¡Trabajad, mis pequeñas golondrinas, y amad! ¡Es vuestro deber vuestra hermosísima misión!
Así testimoniaréis siempre el amor que traéis a nuestros Sagrados Corazones, con vuestra fe, vuestra esperanza y vuestra fatiga.
En aquel tiempo, en mi tiempo, Yo también trabajaba, hice cosas que vosotras hacéis: cuidaba de la casa y la comida, hacía el pan, cuidaba mis flores.
Amo las flores, son gotas de belleza, pensamientos amables del Creador. El rosario, recitado con el alma, es una corona de perlas que se transforman en flores para Mí. Y las rosas de vuestras oraciones forman nubes para Mí, almohadas, senderos... Y al Cielo llegan vuestras flores, que Yo presento a Jesús, ¡y Él os sonríe!
"Madre, siempre habrá en el tiempo, y también en el más difícil, cuando el mundo esté oscurecido por tanto mal, dulces, pequeñas y escondidas criaturas, que te mandarán muchas flores... ¡serán tus luces, las mías, las luces del mundo!"
"¡Hijo, esas flores te las ofreceré a Ti, para que puedas escuchar favorablemente sus deseos más puros, para el bien de las almas!"
5 de Febrero de 1980, 23 horas
Las Oblatas de Nazaret han recibido el mensaje, cantando alabanzas a María Santísima.