Wednesday April 17,2024
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PREPARACION
PARA LA MUERTE


Un buena preparacion para la muerte

Autor: San Alfonso Maria
de Ligorio

Fuente: iteadjmj.com


Partes: [ 1/20 ] [ 21/37]

A. A Jesús Crucificado para alcanzar la gracia
de una buena Muerte

B. Aceptación de la Muerte


21. VIDA INFELIZ DE PECADORES Y VIDA DICHOSA DEL QUE AMA A DIOS
21.1 Mucha paz para los que..
21.2 Los desdichados pecadores 21.3 Por breves y envenenados..

22. LOS MALOS HABITOS
22.1 Nuestra propensión ....
22.2 Malos hábitos endurecen...
22.3 Perdida la luz que nos guía..

23. ENGAÑOS QUE EL ENEMIGO SUGIERE AL PECADOR
23.1 ¿Imaginemos que un joven..
23.2 Dices que el Señor es Dios..
23.3 Aún soy joven... Dios se...

24. DEL JUICIO PARTICULAR
24.1 Presentación del reo...
24.2 Acusación y examen..
24.3 Me arrepiento, Bien Sumo!,

25. DEL JUICIO UNIVERSAL
25.1 No hay en el mundo..
25.2 Apenas hayan resucitado..
25.3 Comenzará el juicio...

26. DE LAS PENAS DEL INFIERNO
26.1 Dos males comete...
26.2 La pena de sentido...
26.3 Pérdida de Dios..

27. DE LA ETERNIDAD DEL INFIERNO
27.1 Si el infierno tuviese fin ...
27.2 Del infierno jamás salir...
27.3 En la vida del infierno..

28. REMORDIMIENTOS DEL CONDENADO
28.1 Este gusano que no muere..
28.2 Lo poco para salvarse...
28.3 El muy alto bien perdido...

29. DE LA GLORIA
29.1 Vuestra tristeza en alegria..
29.2 Enjugará Dios las lágrimas...
29.3 Verá el alma las gracias...

30. DE LA ORACION
30.1 Pedid y se os dará...
30.2 Necesidad de la oración...
30.3 Condiciones de la oración..

31. DE LA PERSEVERANCIA
31.1 El que persevere al final..
31.2 Cómo se ha de vencer ...
31.3 Tercer enemigo, la carne..

32. DE LA LA CONFIANZA EN LA PROTECCION DE MARIA SANTISIMA
32.1 Quien me hallare, hallará...
32.2 María es abogada clemente.
32.3 María abogada tan piadosa..

33. DEL AMOR DE DIOS
33.1 Pues amemos a Dios...
33.2 Se nos dio y entregó...
33.3 Jesús padeció y morió...

34. DE LA SAGRADA COMUNION
34.1 Tomad y comed;éste es mi..
34.2 Jesús nos otorga este don.
34.3 Recibirlo en la comunión...

35. DE LA AMOROSA PERMANENCIA DE CRISTO EN
EL SANTISIMO SACRAMENTO DEL ALTAR
35.1 Venid a mi los abrumados...
35.2 A todos nos da audiencia...
35.3 El Nos comunica su gracia...

36. CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DE DIOS
36.1 Y la vida, en su voluntad...
36.2 Conformarnos con todo...
36.3 Admirable y continua paz...

 

25.2 Apenas hayan resucitado los muertos, dispondrán los ángeles que se reúnan todos en el valle
de Josafat para ser juzgados


PUNTO 2

Apenas hayan resucitado los muertos, dispondrán los ángeles que se reúnan todos en el valle de Josafat para ser juzgados (Jl., 3,14), y separarán allí a los justos de los réprobos (Mt., 13, 49).

Los primeros quedarán a la derecha; los condenados, a la izquierda... Profunda pena siente quien se ve separado de la sociedad o de la Iglesia. ¡Cuánto mayor no será la de verse despedido de la compañía de los Santos! ¡Qué confusión tendrán los impíos cuando, apartados de los justos, se hallen abandonados!

 Dice San Juan Crisóstomo (In Mt., c. 24) que si los condenados no tuvieran otras penas, esa confusión basta­ría para darles los tormentos del infierno. Habrá hijos separados de sus padres; esposos, de sus esposas; amos, de sus sirvientes... (Mt., 24, 40). Di, hermano mío, ¿en qué lugar crees que té hallarás entonces?... ¿Quieres estar a la derecha? Pues abandona el camino que a la izquierda conduce.

 Se tiene en este mundo por afortunados a los príncipes y a los ricos, y se desprecia a los Santos, a los pobres y humildes... ¡Oh fieles que amáis a Dios!, no os aflijáis al veros tan atribulados y vilipendiados en la tierra. «Vues­tra tristeza se convertirá en gozo» (Jn., 16, 20).

 Entonces verdaderamente seréis llamados venturosos, y os honrarán admitiéndoos en la corte de Cristo. ¡Con qué celestial hermosura resplandecerán un San Pedro de Alcántara, que fué injuriado como si hubiese sido apóstata; un San Juan de Dios, escarnecido como loco; un San Pedro Celestino, que, renunciando al Pontificado, murió en una cárcel!

¡ Qué gloria alcanzarán tantos már­tires que fueron despedazados por los verdugos! (1 Co., 4, 5). Y, al contrario, ¡qué horribles aparecerán un Hero-des, un Pilatos, un Nerón y otros poderosos de la tierra, condenados para siempre!...

¡Oh amadores del mundo! Para el valle, para aquel valle os emplazo. Allí, sin duda, mudaréis de parecer; allí lloraréis vuestra locura. ¡ Infelices, que por represen­tar un brevísimo papel en la escena del mundo represen­taréis luego el de réprobos en la tragedia del juicio uni­versal!

 Los elegidos se hallarán a la derecha, y para mayor glo­ria—como dice el Apóstol (1 Ts., 4, 16)—serán levanta­dos en el aire, sobre las nubes, y esperarán con los ánge­les a Jesucristo, que ha de bajar del Cielo. Los réprobos, a la izquierda, y como reses destinadas al matadero, aguar­darán a su Juez, que ha de hacer pública la condenación de todos sus enemigos.

 De improviso, ábranse los Cielos y surgen los ángeles para asistir al juicio, llevando los signos de la Pasión de Cristo, dice Santo Tomás (Opc., 2, 244). Singularmente resplandecerá la santa cruz. Y entonces aparecerá en el Cielo la señal de la Pasión del Hijo del Hambre, y plañi­rán todas las tribus de la tierra (Mt., 24, 30).

 «¡ Oh, y cómo al ver la cruz—exclama Cornelio a Lápide —gemirán los pecadores que despreciaron su salva­ción eterna, tan cara al Hijos de Dios!» «Entonces —dice San Juan Crisóstomo— los clavos se quejarán de ti; las cicatrices contra ti hablarán; la cruz de Cristo clamará en contra tuya.»

 Asesores serán de este juicio los Santos Apóstoles y to­dos los que los imitaron, y con Jesucristo juzgarán a los pueblos (Hom., 20, in Mt.). Allí estará también la Reina de los ángeles y de los hombres, María Santísima.

Y, en fin, se presentará el eterno Juez en luminoso trono de majestad. «Y verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes del Cielo con gran poder y majestad» (Sb., 3, 7-8). «A su presencia serán atormentados los pueblos» (Mt., 24, 30).

 La presencia de Cristo traerá a los elegidos inefable consuelo, y a los réprobos penas mayores que las del mismo infierno, dice San Jerónimo.

«Dadme, Jesús mío —decía Santa Teresa—, dadme cualquier trabajo, pero no me mostréis vuestro rostro indignado en aquel día.»

Y San Basilio dice: «Esta confusión excede a toda pena.» Acaecerá entonces lo predicho por San Juan (Ap., 6, 16): que los condenados pedirán a las montañas que caigan sobre ellos y los oculten a la vista del enojado Juez.

AFECTOS Y SÚPLICAS

¡Oh carísimo Redentor mío, Cordero de Dios, que vinisteis al mundo no para castigar, sino a perdonar los pecados, perdonadme, Señor, antes que llegue el día en que habéis de juzgarme. Veros entonces, Cordero sin mancilla, que con tanta paciencia me habéis sufrido, y perderos para siempre, sería el infierno de mi infierno. Perdonadme, pues, vuelvo a deciros; sacadme con vuestras ma­nos piadosísimas de este abismo en que me hundieron mis pecados. Me arrepiento, ¡oh Sumo Bien!, de haberos ofendido tantas veces.

 Os amo, Juez mío, que tanto me habéis amado. Por los merecimientos de vuestra muerte, dadme tan alta gracia que me convierta de pecador en santo. Prometisteis oír a quien os niegue, pues yo no os pido bienes terrenos, sino vuestra gracia y vuestro amor; nada más deseo. Oíd­me, Jesús mío, por el amor que me tuvisteis al morir por mí en la cruz. Reo soy, ¡oh Juez amadísimo!, pero un reo que os ama más que a sí propio...


 María, Madre nuestra, tened misericordia de mí ahora que aún hay tiempo de que me ayudéis. Jamás me habéis abandonado cuando yo huía de Dios y de Vos.

Socorred
me ahora que resuelvo amaros y serviros siempre y no más ofender a mi Señor. ¡Oh María, Vos sois mi esperanza!

   


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