V 2c. Oracion
¡Oh Reina y Madre de misericordia, que dispensáis los favores con liberalidad de reina y amor de madre, hoy acudo a Vos, viéndome tan falto de méritos y virtudes y tan alcanzado en deudas con la divina justicia! Vos, Señora, que tenéis la llave de todas las misericordias, no os olvidéis de mi gran miseria, ni me dejéis en esta pobreza y desnudez. Siendo con todos tan generosa, que dais siempre mucho más de lo que os piden, sedlo también conmigo, protegiéndome y amparándome, que es todo lo que pretendo y pido. Si Vos me protegéis, nada temo.
No temo al demonio, porque sois mucho más poderosa que todo el infierno; no a mis pecados, porque me podéis alcanzar el perdón con sólo una palabra que digáis; ni aún temo la cólera del Juez airado, porque una súplica vuestra basta para aplacarle.
En suma: valiéndome de Vos, todo lo espero, porque todo lo podéis. Madre de misericordia, sé que vuestro gusto es favorecer a los desdichados, y sé que los protegéis, si de su parte no hay obstinación. Pues yo, aunque pecador, no me obstino, sino que propongo de veras enmendarme.
Vos me podéis ayudar. Ayudadme, pues, a recobrar la gracia y salvar mi alma. Hoy me pongo enteramente en vuestras manos clementísimas.
Inspiradme lo que tengo que hacer para agradar a Dios, que estoy resuelto a ponerlo por obra, y con vuestro favor espero que lo haré. ¡Oh María, oh María, Madre, luz, consuelo, refugio y esperanza mía! Amén, amén, amén.