V 1c. Oracion
Alma mía, conoce la esperanza grande de salvación eterna que el Señor te da con haberte, por su misericordia, puesto bajo el patrocinio de su bendita Madre, después que por tus pecados mereciste mil veces el infierno. Rinde gracias a Dios, y a su dulcísima Madre muy afectuosas por la bondad con que te acoge bajo su manto sagrado, colmándote de favores.
Sí, amorosa Madre mia, de lo íntimo del corazón os doy gracias por todo el bien que me habéis prodigado, siendo yo, como he sido, esclavo del demonio. ¡De cuántos peligros me habéis librado! ¡Cuánta luz y misericordia me habéis impetrado del Señor! ¿Y qué habéis recibido Vos de mí parte para que así me colmaseis de beneficios? Nada.
Vuestra sola bondad fue la que os movió. ¡Ah Señora!, que aunque diese por Vos la sangre y la vida, todo sería poco, habiéndome librado Vos de la muerte eterna, obtenido, como confio, la divina gracia y siendo el origen de toda mi felicidad. No puedo corresponder con otra cosa que con amor y alabanza.
No desechéis los afectos de un miserable pecador que se ha prendado de vuestra bondad. Si es indigno de amaros por verse tan lleno de pasiones e inclinaciones terrenas, purificad y trocad Vos enteramente su corazón.
Unidme a Dios con lazo tan estrecho que no vuelva jamás a separarme de su santísimo amor. Esto es lo que Vos me pedis, y esto es lo que yo os pido también a Vos.
Alcanzadme esta gracia, que otra cosa no pido ni deseo.