Tuesday April 23,2024
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IMITACION DE CRISTO

Por Tomás de Kempis
Fuente:catholic.net

Imitando a Jesus
Libro 4
Santísimo Sacramento del Altar

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» 1. Con cuánta reverencia se ha de recibir a Jesucristo

» 2. De la bondad y caridad de Dios, que se manifiesta en este sacramento


» 3. Que es provechoso comulgar con frecuencia


» 4. De los muchos bienes que se conceden a los que devotamente comulgan


» 5. De la dignidad del sacramento y del estado del sacerdocio


» 6. Ejercicios para antes de la comunión


» 7. Del examen de la propia conciencia y del propósito de la enmienda


» 8. Del ofrecimiento de Cristo en la cruz, y de la propia resignación

» 9. Que debemos ofrecernos a Dios con todas nuestras cosas y rogarle por todos


» 10. No se debe dejar fácilmente la sagrada comunión

» 11. El cuerpo de cristo y la sagrada escritura son muy necesarios al alma fiel


» 12. Debe disponerse con gran diligencia el que ha de recibir a Cristo


» 13. Cómo el alma devota debe desear con todo su corazón unirse a cristo en el sacramento

» 14. Del ansia con que algunos devotos desean el cuerpo de cristo

» 15. Que la devoción se alcanza con la humildad y abnegación de sí mismo

» 16. Que debemos manifestar a Cristo nuestras necesidades y pedirle su gracia

» 17. Del amor fervoroso y vehemente deseo de recibir a Cristo

» 18. Que el hombre no debe ser curioso en examinar este sacramento, sino humilde imitador de cristo, sometiendo su parecer a la sagrada fe

 

 

 

DE LA BONDAD Y CARIDAD DE DIOS, QUE SE MANIFIESTA EN ESTE SACRAMENTO


El Alma:

1. Señor, confiando en tu bondad y gran misericordia, vengo yo enfermo al médico; hambriento y sediento, a la fuente de la vida; pobre, al rey del cielo; siervo, al Señor; criatura, al Criador; desconsolado, a mi piadoso consolador. Mas ¿se dónde a mí tanto bien, que Tú vengas a mí? ¿Quién soy yo para que te me des a Ti mismo? ¿Cómo se atreve el pecador a comparecer delante de Ti? Y Tú ¿cómo te dignas de venir al pecador? Tú conoces a tu siervo, y sabes que ningún bien tiene por donde pueda merecer que Tú le hagas este beneficio. Yo te confieso, pues, mi vileza, reconozco tu verdad, alabo tu piedad, y te doy gracias por tu extremada caridad. Pues así lo haces conmigo, no por mis merecimientos, sino por Ti mismo, para darme a conocer mejor tu bondad; para que se me infunda mayor caridad, y se recomiende más la humildad. Pues así te agrada a Ti, y así mandaste que se hiciese; también me agrada a mí que Tú lo hayas tenido por bien. ¡Ojalá que no lo impida mi maldad!

2. ¡Oh dulcísimo y benignísimo Jesús! ¡Cuánta reverencia y gracias acompañadas de perpetua alabanza te son debidas por habernos dado tu sacratísimo cuerpo, cuya dignidad ningún hombre es capaz de explicar! Mas ¿qué pensaré en esta comunión, cuando quiero llegarme a mi Señor, a quien no puedo venerar debidamente, y sin embargo deseo recibir con devoción? ¿Qué cosa mejor y más saludable pensaré, sino humillarme profundamente delante de Ti, y ensalzar tu infinita bondad sobre mí? Yo te alabo, Dios mío, y deseo que seas ensalzado para siempre. Despréciome y me rindo a tu majestad en el abismo de mi bajeza.

3. Tú eres el Santo de los Santos, y yo la basura de los pecadores. Tú te bajas a mí, que no soy digno de alzar los ojos para mirarte. Tú vienes a mí, Tú quieres estar conmigo, Tú me convidas a tu mesa. Tú me quieres dar a comer el manjar celestial, y el pan de los ángeles; que no es otra cosa por cierto sino Tú mismo, pan vivo que descendiste del cielo, y das vida al mundo.

4. ¡Cuánto es, pues, tu amor, cuál tu dignación! y ¡cuántas gracias y alabanzas te son debidas por esto! ¡Oh cuán saludable y provechoso designio tuviste en la institución de este Sacramento! ¡Cuán inefable tu verdad! Pues Tú hablaste, y fue hecho el universo; y se hizo lo que Tú mandaste.

5. Admirable cosa es, digno objeto de la fe, y superior al entendimiento humano, que Tú, Señor Dios mío, verdadero Dios y hombre, eres contenido entero debajo de las especies de pan y vino, y sin detrimento eres comido por el que te recibe. Tú, Señor de todo, que de nada necesitas, quisiste habitar entre nosotros por medio de este Sacramento. Conserva mi corazón y mi cuerpo sin mancha, para que con alegre y limpia conciencia pueda celebrar frecuentemente, y recibir para mi eterna salvación este digno misterio, que ordenaste y estableciste principalmente para honra tuya memoria continua.

6. Alégrate, alma mía, y da gracias a Dios por don tan excelente y consuelo tan singular que te fue dejado en este valle de lágrimas. Porque la caridad de Cristo nunca se disminuye, y la grandeza de su misericordia nunca mengua.

7. Por eso te debes preparar siempre con nueva devoción del alma, y pensar con atenta consideración esta gran misterio de salud. Así te debe parecer tan grande, tan nuevo y agradable cuando celebras u oyes Misa, como si fuese el mismo día en que Cristo, descendiendo en el vientre de la Virgen se hizo hombre; o aquel en que puesto en la Cruz padeció y murió por la salud de los hombres.

 

   

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