Friday March 29,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: Maria Valtorta

Biografía.
Testimonios y Comentarios

PARTE 1 de 7 »

INTRODUCCION Y VIDA OCULTA DE JESUS

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Intro de la Obra

01. Dios quiso un seno sin mancha

02. Joaquín y Ana hacen
voto al Señor

03. En la fiesta de los Tabernáculos.
Joaquín y Ana poseían
la Sabiduría

04 Ana, con una canción,
anuncia que es madre.
En su seno está el alma inmaculada de María.

05. Nacimiento
de la Virgen María.
Su virginidad en el eterno pensamiento del Padre.

06. Purificación de Ana
y ofrecimiento de María,
que es la Niña perfecta para el reino de los Cielos.

07. María niña con Ana y Joaquín. En sus labios ya está la Sabiduría del Hijo.

08. María recibida en el Templo. En su humildad, no sabía que era la Llena de Sabiduría.

09. La muerte de Joaquín y Ana fue dulce, después de una vida
de sabia fidelidad a Dios
en las pruebas.

10. Cántico de María.
Ella recordaba cuanto su
espíritu había visto en Dios.

11. María confía su voto al Sumo Sacerdote.

12. José designado para esposo de la Virgen.

13. Esponsales de la Virgen y José, que fue instruido por la Sabiduría para ser
custodio del Misterio.

14. Los Esposos llegan a Nazaret.

15. Como conclusión del
Pre-Evangelio.

16. La Anunciación.

17. La desobediencia de Eva y la obediencia de María.

18. María anuncia a José la maternidad de Isabel y confía a Dios la justificación de la suya.

19. María y José camino de Jerusalén.

20. Salida de Jerusalén.
El aspecto beatífico de María. Importancia de la oración
para María y José.

21. La llegada de María a Hebrón y su encuentro con Isabel.

22. Las jornadas en Hebrón.
Los frutos de la caridad
de María hacia Isabel.

23. Nacimiento de
Juan el Bautista.
Todo sufrimiento se aplaca
sobre el seno de María.

24. La circuncisión de Juan el Bautista.
María es Fuente de Gracia para quien acoge la Luz.

25. Presentación de Juan el Bautista en el Templo Y partida de María. La Pasión de José.

26. José pide perdón a María.
Fe, caridad y humildad para recibir a Dios.

27. El edicto de empadronamiento.
Enseñanzas sobre el amor al esposo y la confianza en Dios.

28. La llegada a Belén.

29. Nacimiento de Jesús.
La eficacia salvadora de la
divina maternidad de María.

30. El anuncio a los pastores,
que vienen a ser los primeros adoradores del Verbo
hecho Hombre.

31. Visita de Zacarías.
La santidad de José y la obediencia a los sacerdotes.

32. Presentación de Jesús
en el Templo. La virtud de Simeón y la profecía de Ana.

33. Canción de cuna de la Virgen.

34. Adoración de los Magos.
Es "evangelio de la fe"

35. Huida a Egipto. Enseñanzas sobre la última visión relacionada con la llegada de Jesús.

36. La Sagrada Familia en Egipto. Una lección para las familias.

37. Primera lección de trabajo
a Jesús, que se sujetó
a la regla de la edad.

38. María, maestra de Jesús, Judas y Santiago.

39. Preparativos para la
mayoría de edad de Jesús
y salida de Nazaret.

40. Jesús examinado en su mayoría de edad en el Templo.

41. La disputa de Jesús con los doctores en el Templo.
La angustia de la Madre y la respuesta del Hijo

42. La muerte de José.
Jesús es la paz de quien sufre
y de quien muere.

43. Como conclusión de la
vida oculta.

 

16- La Anunciación.


Lo que veo. María, muchacha jovencísima (al máximo quince años a juzgar por su aspecto), está en una pequeña habitación rectangular; verdaderamente, una habitación de jovencita. Contra una de las dos paredes más largas, está el lecho: una cama baja, sin armadura, cubierta por gruesas esteras o tapetes — diríase que éstos están extendidos sobre una tabla o sobre un entramado de cañas porque están muy rígidos y sin pliegues como los de nuestras camas —. Contra la otra pared, un estante con una lámpara de aceite, unos rollos de pergamino y una labor de costura — parece un bordado — cuidadosamente doblada.  

A uno de los lados del estante, hacia la puerta, que da al huerto, abierta ahora, aunque tapada por una cortina que se mueve movida por un ligero vientecillo, en un taburete bajo está sentada la Virgen. Está hilando un lino candidísimo y suave como la seda. Sus manitas, sólo un poco más oscuras que el lino, hacen girar rápidamente el huso. Su carita juvenil, preciosa, está ligeramente inclinada y ligeramente sonriente, como si estuviera acariciando o siguiendo algún dulce pensamiento.

Hay un gran silencio en la casita y en el huerto. Y mucha paz, tanto en la cara de María como en el espacio que la rodea. Paz y orden. Todo está limpio y ordenado. La habitación, de humildísimo aspecto y mobiliario, casi desnuda como una celda, tiene un aire austero y regio, debido a su gran limpieza y a la cuidadosa colocación de la cobertura del lecho, de los rollos, de la lámpara y del jarroncito de cobre que está cerca de ésta con un haz de ramitas floridas dentro, ramitas de melocotonero o de peral, no lo sé; lo que sí está claro es que son de árboles frutales, de un blanco ligeramente rosado.

María comienza a cantar en voz baja. Luego alza ligeramente la voz. No llega al pleno canto, pero su voz ya vibra en la habitación, sintiéndose en aquélla una vibración del alma. No entiendo la letra, que sin duda es en hebreo, pero, dado que, de vez en cuando repite "Yeohveh", intuyo que se trata de algún canto sagrado, acaso un salmo. Quizás María recuerda los cantos del Templo.

Debe tratarse de un dulce recuerdo. Efectivamente, deja sobre su regazo sus manos, y con ellas el hilo y el huso, y levanta la cabeza para apoyarla en la pared, hacia atrás. Su rostro está encendido de un lindo rubor; los ojos, perdidos tras algún dulce pensamiento, brillantes por un golpe de llanto, que no los rebosa pero sí los agranda. Y, a pesar de todo, loa ojos ríen, sonríen ante ese pensamiento que ven y que los abstrae de lo sensible.

Resaltando de su vestido blanco sencillísimo, circundado por las trenzas, que lleva recogidas como corona en torno a la cabeza, el rostro rosado de María parece una linda flor.

El canto pasa a ser oración:
-Señor Dios Altísimo, no te demores más en mandar a tu Siervo para traer la paz a la tierra. Suscita el tiempo propicio y la virgen pura y fecunda para la venida de tu Cristo. Padre, Padre santo, concédele a tu sierva ofrecer su vida para esto. Concédeme morir tras haber visto tu Luz y tu Justicia en la Tierra, sabiendo que la Redención se ha cumplido. ¡Oh, Padre Santo, manda a la Tierra el Suspiro de los Profetas! Envía el Redentor a tu sierva.

Que cuando cese mi día se me abra tu Casa por haber sido abiertas sus puertas por tu Cristo para todos aquellos que en ti hayan esperado. Ven, ven, Espíritu del Señor. Ven a los fieles tuyos que te esperan. ¡Ven, Príncipe de la Paz!...

María se queda así ensimismada...
La cortina late más fuerte, como si alguien la estuviera aventando con algo o quisiera descorrerla. Y una luz blanca de perla fundida con plata pura hace más claras las paredes tenuemente amarillentas, hace más vivos los colores de las telas, más espiritual el rostro alzado de María. En la luz se prosterna el Arcángel. La cortina no ha sido descorrida ante el misterio que se está verificando; es más, ya no late: pende, rígida, pegada a las jambas, separando, como una pared, el interior del exterior.

El Arcángel necesariamente debe adquirir un aspecto humano; pero es un aspecto ultra-humano. ¿De qué carne está compuesta esta figura bellísima y fulgurante? ¿Con qué sustancia la ha materializado Dios para hacerla sensible a los sentidos de la Virgen? Sólo Dios puede poseer estas substancias y usarlas de esa manera perfecta.

Es un rostro, es un cuerpo, son ojos, boca, cabellos y manos como las nuestras; pero no se trata de nuestra opaca materia: es una luz que ha tomado color de carne, de ojos, de cabellera, de labios, una luz que se mueve y sonríe y mira y habla.

-¡Salve, María, llena de Gracia, salve! -La voz es un dulce arpegio como de perlas chocadas contra un metal precioso.

María se estremece y baja la mirada. Su estremecimiento aumenta cuando ve a la fúlgida criatura arrodillada aproximadamente a un metro de distancia de Ella, con las manos cruzadas sobre el pecho, mirándola con una veneración infinita.

María, repentinamente, se pone en pie y aprieta su cuerpo contra la pared. Palidece y se ruboriza alternativamente. Su rostro expresa estupor y turbación. Inconscientemente aprieta sus manos contra el pecho escondiéndolas en las anchas mangas. Se recoge sobre sí misma como queriendo esconder lo más posible su cuerpo: un acto de delicado pudor.

-No. No temas. ¡El Señor está contigo! ¡Bendita tú entre todas las mujeres!.

A pesar de estas palabras, María sigue temiendo. ¿De dónde viene ese ser extraordinario? ¿Es un enviado de Dios, o del Engañador?

-¡No temas, María! -insiste el Arcángel -Yo soy Gabriel, el Ángel de Dios. Mi Señor me ha enviado a ti. No temas, porque has hallado gracia ante Dios. Tú concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, y le pondrás por nombre "Jesús". Será grande, será llamado Hijo del Altísimo, y verdaderamente lo será. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará para siempre en la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin nunca. Comprende, santa Virgen amada del Señor, Hija bendita suya, llamada a ser Madre de su Hijo, comprende qué Hijo vas a engendrar.

-¿Cómo puede suceder esto si yo no conozco hombre? ¿Acaso el Señor ya no acoge el ofrecimiento de su sierva? ¿Es que ya no quiere que sea virgen por amor a Él?.

-No vas a ser madre por obra de varón, María. Tú eres la eterna Virgen, la Santa de Dios. El Espíritu Santo descenderá sobre ti y la potencia del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, Santo se llamará el que nacerá de ti, e Hijo de Dios. Todo lo puede el Señor, Dios nuestro. Isabel, la estéril, en su vejez ha concebido un hijo que será el Profeta de tu Hijo, el que preparará sus caminos.

El Señor la ha liberado de su oprobio y su memoria quedará en las gentes unida a tu nombre, como el nombre de su hijo al de tu Hijo Santo, y hasta el final de los siglos las gentes os llamarán bienaventuradas por la gracia del Señor que habéis recibido, y a ti especialmente, María, porque habrán recibido la Gracia por medio de ti. Isabel está ya en su sexto mes, y su peso, paradójicamente, la regocija, y más aún la regocijará cuando conozca el motivo de tu gozo. Para Dios nada es imposible, María, llena de Gracia.

¿Qué debo responderle a mi Señor? No te turbe ningún tipo de pensamiento. Él tutelará tus intereses si te pones en sus manos. ¡El mundo, el Cielo, Dios eterno esperan tu respuesta!.  

María, cruzando a su vez sus manos sobre el pecho e inclinándose con gesto reverente dice:
-He aquí la esclava de Dios. Hágase de mí según su palabra.

El Ángel resplandece de alegría y se pone en actitud adorante, puesto que, sin duda, ve al Espíritu de Dios descender sobre la Virgen, inclinada en gesto de adhesión; luego desaparece sin mover la cortina, dejándola cerrada cubriendo el Misterio santo.


   


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