Friday April 19,2024
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MIS ENCUENTROS
CON MARIA




Autora: Maria Susana Ratero

Parte 2

Partes: [ 1 ] [ 2 ]


»58.-María y la Morada de Jesús

»57.-Con María y la Viña en mi Alma

»56.-María y los sembradores
del Alma


»55.-De paseo con María Santísima

»54.-Con María, multiplicando migas

»53.-Con María, en mi última Misa...

»52.-María Santísima,
y las lámparas del alma...


»51.-Con María, y una barca
que se aleja


»50.-Con María, sin poder
asistir a misa


»49.-Con María, bajando
la montaña


»48.-Con María y José"

»47.-Con María y un Sagrario Vacio

»46.-Con María, comprendiendo
a San Pablo


»45.-Con María, agujereando
el techo…


»44.-Con María, comenzando
la Misa…


»43.-Una carta a los abuelos
de Jesús


»42.-Con María, en la puerta
de la Misericordia


»41.-Secreto de María
secreto de mujer


»40.-María... ahora y en la
hora de nuestra muerte


»39.-María y un Seminarista
en Nazaret


»38.-María y un Río de Rosas

»37.-María Santísima y una
cunita de harina blanca


»36.-María Santísima y una
colecta diferente


»35.-María Santísima y los
sirineos del alma


»34.-María y la campana
de mi parroquia


»33.-Invitación al cumpleaños
de María Santísima


»32.-Hacia la Profecía

»31.-El primer dolor de
María y José




 

Con María, agujereando el techo…


   Nada hay más hermoso para tus hijos, Madre, que encontrarte a cada paso del camino, en las alegrías y penas, en soledades y compañía…

   Hoy vengo a pedirte una gracia, María, en esta Misa. Pero me siento enredada en mis propias palabras… una multitud de palabras entre tú y yo…

   Desde tu imagen de la Parroquia sonríes para mí. Sé que sonríes para todos pero tu amor infinito hace que cada uno perciba tu sonrisa como única….

   Está por comenzar la lectura  de la Palabra. Es el Evangelio de Marcos (2,1-12) donde se describe que unas personas rompieron el techo para bajar a un paralítico.
   Y tu Corazón lleva al mío a aquella pequeña casa de Cafarnaún, a tu casa, Madrecita, a tu casa…

   Había tanta gente que no hallamos lugar ni siquiera delante de la puerta. Y Jesús anunciaba la Palabra…

-Madre ¿para que me traes aquí?

-Porque he de enseñarte algo. Quisiera que sacases especial fruto de esta lectura. Vamos afuera…

   La gente se apretujaba, realmente nos cuesta trabajo salir fuera. Quedamos un poco alejadas de la casa. Desde donde estamos no se escucha al Maestro.

   En ese momento me dices, Madrecita:
-Mira, hija, mira con atención, mira con tu corazón y nunca lo olvides…
 
  Cuatro hombres trepan hasta el techo y, desde allí, con unas sogas, suben la camilla de un paralítico.
   Luego levantan el techo sobre el lugar donde Jesús está y, haciendo un agujero, descuelgan la camilla con el paralítico.

-Hija- dices a mi corazón- haz tú lo mismo…

-¿Qué dices, Madre? Explícame, por caridad…

-¡Agujerea el techo, hija! Esa gracia que hoy has venido a buscar la hallarás sólo con oración perseverante, orando contra viento y marea. Agujerea el techo hija mía, que bajo un techo agujereado con fe, siempre cabe el milagro…

   Ante mi asombro (sí, asombro… es la palabra que define todos mis encuentros contigo) sigues aconsejándome:

-Lleva contigo a los que no pueden ir por sí mismos.

Fíjate en el paralítico. Halló cuatro hermanos con fe suficiente como para romper el techo por él. El paralítico estaba allí para que, los que lo llevaron, disfrutaran del milagro.

   Y la pregunta brota del alma, en la plena confianza de que hallará respuesta.

   - ¿Cómo treparé al techo?

   - El Rosario, hija, sus cuentas son la escalera para trepar. Y es cuerda con la que bajarás al que necesita el milagro.

   Mi corazón se queda en silencio ante la magnitud de tu amor…

   Continúas…
-Unas veces bajarás a otros…. Otras, serás tu misma la que se descuelgue por la soga…
 
  Techo y sogas, camilla y milagro…
   Entramos a la casa, allí vemos que al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico “Hijo, tus pecados te son perdonados”

-Querida mía, ¿has comprendido? ¡No te quedes mirando afuera! Afuera de tu corazón. Allí, el lugar de la gente de esta puerta, lo ocupan multitud de consideraciones que te hacen postergar la oración. ¡Tienes que trepar al techo!

-Madre… al techo ¿de dónde?

-El techo de tu corazón, el techo de esa gruesa muralla con que rodeas tu corazón, impidiéndote entrar a encontrarte con Mi Hijo, con el Padre, que “vino a ti e hizo morada en ti”. Ellos allí te esperan y si te descolgaste del techo de tu incredulidad, agarrada fuerte de la meditación de los Santos Misterios (pues ¿Qué otra cosa es el Rosario?) prepárate a recibir milagros esperados y milagros no soñados…

   La Misa continúa. Siento nuevas fuerzas en mi alma y muchas ganas de poner en papel este encuentro contigo… Porque quizás quien lo lea, también ansíe el milagro y no halle caminos…

   Gracias Madre por enseñarme que no hay murallas tan altas que no puedan treparse con la soga eterna del Rosario. Que una vez llegada al techo, la perseverancia en la oración hará que éste se rompa y, bajando con la santa cuerda, hallaré el milagro, el camino, la paz, la compañía que el alma busca, a veces, en vano por otros caminos…

 

   

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