Saturday April 20,2024
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VISIONES DE

ANA CATALINA EMMERICK

La dolorosa pasión de nuestro Señor Jesucristo
Libro 2
La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo

Libro: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]


»1.-Preparación de la Pascua

»2.-El Cenáculo

»3.-Disposiciones para el tiempo pascual

»4.-El Cáliz de la santa Cena

»5.-Jesús va a Jerusalén

»6.-Última Pascua

»7.-El lavatorio de los pies

»8.-Institución de la Sagrada Eucaristía

»9.-Instituciones secretas y consagraciones 

»10.-Jesús en el monte de los Olivos

»11.-Judas y los suyos

»12.-Prisión de Jesús

»13.-Jesús delante de Anás

»14.-Jesús delante de Caifás

»15.-Negación de Pedro

»16.-María en casa de Caifás

»17.-Jesús en la cárcel

»18.-Juicio de la mañana

»19.-Desesperación de Judas

»20.-Jesús conducido a presencia de Pilatos

»21.-Origen del Via Crucis

»22.-Pilatos y su mujer

»23.-Jesús delante de Herodes

»24.-De Herodes a Pilatos

»25.-Flagelación de Jesús 

»26.-La coronación de espinas

»27.-¡Ecce Homo!

»28.-Jesús condenado a muerte

»29.-Jesús con la Cruz a cuestas

»30.-Primera caída de Jesús debajo de la Cruz

»31.-Jesús encuentra a su Santísima Madre – Segunda caída

»32.-Simón Cirineo – Tercera caída de Jesús

»33.-La Verónica y el Sudario

»34.-Las hijas de Jerusalén

»35.-Jesús sobre el Gólgota

»36.-María y las santas mujeres van al Calvario

»37.-Jesús despojado de sus vestiduras y clavado en la cruz

»38.-Exaltación de la Cruz 

»39.-Crucifixión de los ladrones

»40.-Jesús crucificado y los dos ladrones

»41.-Primera palabra de Jesús en la Cruz

»42.-Eclipse de sol – Segunda y tercera palabras de Jesús

»43.-Estado de la ciudad y del templo - Cuarta palabra de Jesús

»44.-Quinta, sexta y séptima palabras. Muerte de Jesús

»45.-Temblor de tierra – Aparición de los muertos en Jerusalén

»46.-José de Arimatea pide a Pilatos el cuerpo de Jesús

»47.-Abertura del costado de Jesús – Muerte de los ladrones

»48.-El descendimiento

»49.-Jesús metido en el sepulcro

»50.-Los judíos ponen guardia en el sepulcro

»51.-Los amigos de Jesús el Sábado Santo

»52.-Jesús baja a los infiernos

»53.-La noche antes de la Resurrección

»54.-José de Arimatea puesto en libertad

»55.-La noche de la Resurrección

»56.-Resurrección del Señor

»57.-Las santas mujeres en el sepulcro

»58.-Relación de los guardias del sepulcro

»59.-Fin de estas meditaciones para la Cuaresma

 

 

Juicio de la mañana 


Al amanecer, Caifás, Anás, los ancianos y los escribas se juntaron de nuevo en la gran sala del tribunal, para pronunciar un juicio en forma, pues no era legal el juzgar en la noche: podía haber sólo una instrucción preparatoria, a causa de la urgencia. La mayor parte de los miembros había pasado el resto de la noche en casa de Caifás. La asamblea era numerosa, y había en todos sus movimientos mucha agitación. Como querían condenar a Jesús a muerte, Nicodemus, José y algunos otros se opusieron a sus enemigos, y pidieron que se difiriese el juicio hasta después de la fiesta: hicieron presente que no se podía fundar un juicio sobre las acusaciones presentadas ante el tribunal, porque todos los testigos se contradecían.

Los príncipes de los sacerdotes y sus adeptos se irritaron y dieron a entender claramente a los que contradecían, que siendo ellos mismos sospechosos de ser favorables a las doctrinas del Galileo, les disgustaba ese juicio, porque los comprendía también. Hasta quisieron excluir del Consejo a todos los que eran favorables a Jesús; estos últimos, declarando que no tomarían ninguna parte en todo lo que pudieran decidir, salieron de la sala y se retiraron al templo. Desde aquel día no volvieron a entrar en el Consejo. Caifás ordenó que trajeran a Jesús delante de los jueces, y que se preparasen para conducirlo a Pilatos inmediatamente después del juicio. Los alguaciles se precipitaron en tumulto a la cárcel, desataron las manos de Jesús, le ataron cordeles al medio del cuerpo, y le condujeron a los jueces. Todo esto se hizo precipitadamente y con una horrible brutalidad.

Caifás, lleno de rabia contra Jesús, le dijo: "Si tú eres el ungido por Dios, si eres el Mesías, dínoslo". Jesús levantó la cabeza, y dijo con una santa paciencia y grave solemnidad: "Si os lo digo, no me creeréis; y si os interrogo, no me responderéis, ni me dejaréis marchar; pero desde ahora el Hijo del hombre está sentado a la derecha del poder de Dios". Se miraron entre ellos, y dijeron a Jesús: "¿Tú eres, pues, el Hijo de Dios?".

Jesús, con la voz de la verdad eterna, respondió: "Vos lo decís: Yo lo Soy". Al oír esto, gritaron todos: "¿Para qué queremos más pruebas? Hemos oído la blasfemia de su propia boca". Al mismo tiempo prodigaban a Jesús palabras de desprecio: "¡Ese miserable, decían, ese vagabundo, que quiere ser el Mesías y sentarse a la derecha de Dios!". Le mandaron atar de nuevo y poner una cadena al cuello, como hacían con los condenados a muerte, para conducirlo a Pilatos. Habían enviado ya un mensajero a éste para avisarle que estuviera pronto a juzgar a un criminal, porque debían darse prisa a causa de la fiesta. Hablaban entre sí con indignación de la necesidad que tenían de ir al gobernador romano para que ratificase la condena; porque en las materias que no concernían a sus leyes religiosas y las del templo, no podían ejecutar la sentencia de muerte sin su aprobación. Lo querían hacer pasar por un enemigo del Emperador, y bajo este aspecto principalmente la condenación pertenecería a la jurisdicción de Pilatos. Los príncipes de los sacerdotes y una parte del Consejo iban delante; detrás, el Salvador rodeado de soldados; el pueblo cerraba la marcha. En este orden bajaron de Sión a la parte inferior de la ciudad, y se dirigieron al palacio de Pilatos. 

 

   

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