LAS CEREZAS
SUEÑO 148.—AÑO DE 1887.
Con frecuencia [San] Juan Don Bosco al soñar prorrumpía en gritos agudos que despertaban y atemorizaban a Viglietti.
Así sucedió en la noche del dos al tres de marzo. El secretario le preguntó a la mañana siguiente qué había soñado.
El [Santo] respondió que se trataba de un verdadero lío, al cual no daba importancia alguna y del que sólo recordaba un detalle.
Le pareció estar recorriendo un terreno inculto y que una persona le decía:
—Tú te afanas en cultivar unas tierras a las orillas del Río Negro, mientras que tienes aquí campos sin cultivar.
—Oh —replicó [San] Juan Don Bosco—, dejaré crecer en éstos la hierba convirtiéndolos en pastos, en prados que servirán de alimento a los animales.
Entretanto vio un hermoso cerezo cargado de frutos y pidió permiso al agricultor para coger algunos.
Aquel accedió a lo que se le pedía y el [Santo] pudo darse cuenta de que aquellas cerezas estaban secas y podridas.