Thursday April 18,2024
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LOS SUEÑOS DE
SAN JUAN BOSCO


San Juan Bosco

Fuente: Reina del Cielo

«PARTE 3 de 3

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]


102.- La Filoxera

103.- Aparición de Santo Domingo Savio, parte I

103.- Aparición de Santo Domingo Savio, parte II

103.- Aparición de Santo Domingo Savio, parte III

104.- La muerte del Papa Beato Pío IX

105.- La señora y los confites

106.- Una Escuela Agrícola, Parte I

106.- Una Escuela Agrícola, Parte II

107.- Los perros y el gato

108.- Las vacaciones

109.- Las tres palomas

110.- Una receta contra el
mal de ojos

111.- La gran batalla

112.- Una lluvia misteriosa

113.- Un banquete misterioso

114.- Las casas Salesianas de Francia

115.- Una casa de Marsella

116.- Luis Colle, Parte I

116.- Luis Colle, Parte II

116.- Luis Colle, Parte III

116.- Luis Colle, Parte IV

117.- La Sociedad Salesiana, Parte I

117.- La Sociedad Salesiana, Parte II

118.- Las castañas

119.- El mensaje de don Provera

120.- A través de la América
del Sur, Parte I

120.- A través de la América
del Sur, Parte II

120.- A través de la América
del Sur, Parte III

121.- El nicho de san Pedro

122.- San Pedro y San Pablo

123.- Una plática y una misa

124.- Desde Roma, Parte I

124.- Desde Roma, Parte II

125.- La inocencia, parte I

125.- La inocencia, parte II

126.- Los jóvenes y la niebla

127.- Una visita a Léon XIII

128.- Las misiones Salesianas en America meridional
parte I

128.- Las misiones Salesianas en America meridional
parte II

129.- Trabajo, trabajo, trabajo

130.- El porvenir de la congregación

131.- El congreso de los diablos

132.- Las fieras con piel
de cordero

133.- La doncella vestida de blanco

134.- El demonio en Marsella

135.- Un Oratorio para jovencitas

136.- Muerte de un Clérigo y de un alumno del Oratorio

137.- Las misiones salesianas
de Asia, Africa y oceania

138.- El ramillete de flores

139.- Un jóven extraño

140.- El respeto al templo

141.- El Via Crucis

142.- Con Margarita en Becchi

143.- De Valparaíso a Pekín

144.- Soñando con el Oratorio

145.- En una sangrienta batalla

146.- Ricos y pobres

147.- Ludovico Olive

148.- Las cerezas

149.- La vendimia

150.- Las penas del infierno

151.- Sobre la obligación
de la limosna

152.- En compañía de San
José Don Cafasso

153.- La modestia Cristiana

 

EL DEMONIO EN MARSELLA

SUEÑO 134.—AÑO DE 1885.

No hay colegio cristiano, por disciplinado que sea, donde el inimicus homo no intente arrojar su zizaña.

En Marsella un sueño revelador puso a [San] Juan Don Bosco sobre aviso.

No encontramos registrada la fecha en que tuvo lugar, pero por ello no hemos de dudar de su certeza, pues en los procesos existen declaraciones juradas de quien tuvo de él directa y segura noticia.

Era cerca de la medianoche. Don Cerrutti estaba para irse a acostar, cuando oyó un grito. Al principio creyó que se trataba de un sacerdote forastero que estaba algo enfermo y hospedado en la casa.

Lo volvió a oír aún más fuerte a modo de alarido; poco después, todavía más fuerte. Indudablemente partía de la habitación de [San] Juan Don Bosco separada de la de Don Cerrutti por un débil tabique y una puerta de comunicación.

Don Cerrutti se puso la sotana, fue a la puerta y al abrir encuentra a [San] Juan Don Bosco sentado en el lecho y despierto. Entonces le preguntó con inquietud:

—[San] Juan Don Bosco, ¿se siente mal?

—-No, no —respondió con tranquilidad—. Está tranquilo; vete a dormir.

Por la mañana, apenas se hubo levantado, fue a visitarlo. Estaba sentado en el sofá en un estado dé grandísima postración.

—[San] Juan Don Bosco, ¿ha sido usted quien ha gritado esta noche?—, le preguntó Don Cerrutti.

—Sí, he sido yo— replicó con el rostro aun demudado.

—¿Y qué le ha sucedido? Viendo que dudaba aún, le pidió que, por favor, se lo dijese:

—He visto —le dijo muy serio— al demonio que entraba en esta casa. Estaba en un dormitorio y pasaba de una cama a otra diciendo de vez en cuando:

—¡Este es mío!

Yo protestaba. De pronto se precipita sobre uno de aquellos jóvenes para llevárselo. Yo comencé a gritar y él se arrojó contra mí, como para estrangularme.

Dicho esto, el [Santo], conmovido y derramando lágrimas continuó:

—Querido Don Cerrutti, ayúdame.

He venido a Francia a buscar dinero para nuestros jóvenes y para la iglesia del Sagrado Corazón, pero aquí existe ahora una necesidad más grave. Hay que salvar a estos pobres jóvenes.

Lo dejaré todo y pensaré en ellos. Hagamos un buen ejercicio de la buena muerte.

Aquella noche el Director de la casa anunció el ejercicio de la buena muerte, añadiendo también que [San] Juan Don Bosco confesaría a quienes lo deseasen.

Confesó, en efecto, en su habitación, sentado en el sofá, porque la postración de fuerzas que sufría no le permitían usar la silla.

Todo procedió tan bien que [San] Juan Don Bosco dijo después bromeando:

—Mira, el demonio me ha hecho perder una noche, pero ha recibido un buen estacazo.

También Don Albera, al tener noticias por Don Cerrutti del sueño de [San] Juan Don Bosco, confirmó lo dicho por el Santo, añadiendo:

—[San] Juan Don Bosco tiene razón. Hay algunos jóvenes que me hacen llorar por su mala conducta.

Más tarde Don Cerrutti quiso saber de labios del [Santo], si había visto entrar al demonio en otras casas y respondió que sí, señalando algunas.

—Pero ¿los jóvenes que el demonio se quería llevar consigo, son aquellos que no se confiesan?

—No —respondió el Santo—. Son especialmente los que se confiesan mal, los que cometen sacrilegios en las confesiones.

No lo olvides: cuando prediques, especialmente a la juventud, insiste mucho sobre la necesidad de hacer buenas confesiones y especialmente sobre la contrición.

   


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