Friday March 29,2024
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LOS SUEÑOS DE
SAN JUAN BOSCO


San Juan Bosco

Fuente: Reina del Cielo

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50.- El aguila, parte I

50.- El aguila, parte II

51.- El lirio y el gatazo

52.- Los monstruos y los niños

53.- La linterna mágical

54.- Las ofrendas simbólicas

55.- La inundación, parte I

55.- La inundación, parte II

56.- Una visita a los dormitorios

57.- Los cabritos

58.- Las espadas y los números

59.- Las reglas

60.- Los rebaños, parte I

60.- Los rebaños, parte II

61.- El purgatorio, parte I

61.- El purgatorio, parte II

62.- El jardín, parte I

62.- El jardín, parte II

63.- Saltando sobre el torrente

64.- Las fieras del prado

65.- El monstruo

66.- La muerte, el juicio, el paraíso

67.- La vid, parte I

67.- La vid, parte II

68.- El infierno, parte I

68.- El infierno, parte II

68.- El infierno, parte III

68.- El infierno, parte IV

69.- Vocación de una jóven

70.- El porvenir de un jóven

71.- La novena de la natividad de la Virgen

72.- Los dos supultureros

73.- Recorriendo los dormitorios

74.- La confesión y los lazos del demonio

75.- Castigos sobre Roma y París

76.- Muerte de un Salesiano

77.- Triunfo de la Iglesia

78.- Una visita al colegio de Lanzo

79.- El estandarte fúnebre

80.- Por los dormitorios en compañia de la Virgen

81.- El demonio en el patio

82.- El ruiseñor

83.- Al volver de vacaciones

84.- La Patagonia

85.- Los propósitos en la confesión

86.- Los pecados en la frente

87.- Predicción de una nueva muerte

88.- La Misericordia Divina

89.- Los senderos

90.- Monseñor Gastaldi

91.- La guerra Carlista de España

92.- Vocaciones tardías

93.- Un árbol prodigioso

94.- El corcel misterioso, parte I

94.- El corcel misterioso, parte II

95.- La palabra de Dios y la murmuración, parte I

95.- La palabra de Dios y la murmuración, parte II

96.- Anuncio de tres muertes, parte I

96.- Anuncio de tres muertes, parte II

97.- El auxilio del Cielo

98.- Beato Papa Pío IX

99.- La fe, nuestro escudo y nuestro triunfo, parte I

99.- La fe, nuestro escudo y nuestro triunfo, parte II

100.- Las ovejas fieles y las desertoras

101.- Trabajo y templanza, parte I

101.- Trabajo y templanza, parte II

101.- Trabajo y templanza, parte III

101.- Trabajo y templanza, parte IV


TRIUNFO DE LA IGLESIA

SUEÑO 77.—AÑO DE 1873.

El manuscrito que contiene la profecía de [San] Juan Don Bosco sobre los castigos de París y Roma y otros diversos acontecimientos nos ofrece otra segunda revelación del [Santo] sobre el triunfo de la Iglesia.

He aquí el texto de la misma tomado de dicho documento:

Era una noche oscura, los hombres no podían distinguir el cami­no a seguir para regresar a sus pueblos, cuando apareció en el cielo una espléndida luz que iluminaba los pasos de los caminantes como si fuese mediodía.

En aquel instante apareció una inmensa multitud de hombres, dé mujeres, de ancianos, de niños, de monjes, de mon­jas y sacerdotes que, llevando a la cabeza al Pontífice, salían del Va­ticano disponiéndose para la marcha procesionalmente.

Mas he aquí que un furioso temporal entenebrece el ambiente como si se entablase una lucha entre la luz y las tinieblas. Entretan­to, la inmensa comitiva llega a una plaza cubierta de muertos y heri­dos; muchos de estos pedían auxilio en voz alta.

Las filas que formaban la procesión se redujeron bastante. Des­pués de haber caminado por un espacio de tiempo correspondiente a doscientas salidas del sol, todos se dieron cuenta de que no estaban ya en Roma.

El desaliento fue general y cada uno fue a agruparse alrededor del Pontífice para defender su augusta persona y asistirlo en sus necesidades.

En aquel momento aparecieron dos ángeles, que llevando un estandarte, fueron a presentarlo al Vicario de Cristo, diciendo:

—Recibe el estandarte de Aquel que combate y dispersa los más aguerridos ejércitos de la tierra. Tus enemigos han desaparecido, tus hijos imploran tu retorno con lágrimas y suspiros.

Fijando la mirada en el estandarte se veía escrito por una parte:

Regina sine labe concepta.

Y por la otra:

Auxilium Christianorum.

El Pontífice tomó con alegría el estandarte, pero al contemplar el numero de los que habían quedado a su alrededor, que era reduci­dísimo, se sintió lleno de aflicción.

Los dos ángeles añadieron:

—Ve inmediatamente a consolar a tus hijos. Escribe a tus her­manos dispersos por las diferentes partes del mundo que es necesa­ria una reforma en las costumbres de los hombres.

Esto no se puede conseguir sino repartiendo entre los pueblos el Pan de la Divina Pa­labra. Catequiza a los niños; predica el despego de las cosas de la tierra. Ha llegado el tiempo —concluyeron los ángeles— en que los pobres serán los evangélizadores de los pueblos.

Los sacerdotes se­rán buscados entre el azadón, la pala y el martillo, a fin de que se cumplan las palabras de [San] David: "Dios levantó al pobre de la tierra para colocarlo en el trono de los príncipes de su pueblo".

Oído esto, el Pontífice comenzó a caminar y la fila de la proce­sión fue en aumento. Cuando llegó a la Ciudad Santa comenzó a llorar al ver la desolación en que estaban sumidos sus ciudadanos, muchos de los cuales habían desaparecido.

Entrando después en San Pedro, entonó el Te Deum, al cual respondió un coro de ángeles cantando:

---Gloria in excelsis Deo, et in terra pax homínibus bonae voluntatis.

Terminado el canto, cesó la oscuridad por completo, luciendo un sol esplendoroso.

Las ciudades y los pueblos y los campos habían disminuido de población; la tierra se hallaba arrasada como por un huracán, por una tormenta de agua y de granizo y las gentes iban al encuentro unas de otras diciendo conmovidas:

—Est Deus in Israel.

Desde el comienzo del exilio hasta el canto del Te Deum el sol se levanto doscientas veces. Todo el tiempo que transcurrió mien­tras sucedían estas cosas corresponde a cuatrocientas salidas del sol.

   


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