Capítulo V
El Reino de Dios está cerca (1 - 20)
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1) Una tarde el Señor me regaló la siguiente visión
que me impresionó muchísimo y fue de hermosa
enseñanza. Lo vi en un lugar de Galilea, en una aldea
llamada Cafarnaúm, y entró en una de estas casas o
sinagogas donde se oraba.
2) Yo veía a un hombre desaseado, con la ropa muy
sucia, que se revolcaba y gritaba, poseído de un
espíritu inmundo, era la presencia evidente del
enemigo de Dios y destructor del hombre. Después de
que pasó la visión, tuve la clara certeza de que así es
el hombre que está en pecado, caído, sometido a las
fuerzas del mal e incapaz de entrar en comunión con
Dios.
3) Mientras miraba todo aquello, Jesús me iba
hablando, me explicaba que había muchos exorcismos
en esa época y que eran unos ritos largos, extraños y
complicados por la cantidad de fórmulas y de gestos,
que dejaban ver su origen mágico.
4) A pesar de que el poseso habló a Jesús de manera
ofensiva y burlona, pude advertir que el mal espíritu
estaba temeroso, porque sabía que había llegado
Aquel que iba a destruirlo.
5) Entonces Jesús me explicó: "El pueblo y la religión
en ese momento creían que si una persona sabía el
nombre de otra, sin conocerla, era porque había
algo de magia, y la gente se asustaba ante dicho
reconocimiento. Por eso se asustaron las personas
que allá estaban, cuando aquel endemoniado dijo
saber que Yo era: "El santo de Dios".
6) No negué aquella afirmación, porque sabía quién
verdaderamente era el que hablaba a través de
ese hombre, pero con autoridad mandé callar y
salir de ese hombre al espíritu del mal sin admitir
ninguna influencia."
7) Cuando Jesús estuvo ante ese poseído, no pronunció palabras extrañas e incomprensibles, ni ofició ningún
rito misterioso. Simplemente lo señaló con el dedo índice y ordenó al mal espíritu que callara y se fuese: "¡Cállate y sal de este hombre!", dijo en voz alta, y el
espíritu se vio obligado a obedecer. Aquel pobre
hombre, libre del espíritu malvado, recobró su sano
juicio, mirando sorprendido y agradecido a su
salvador.
8) Y aquí vemos cómo es que el milagro no va contra
las fuerzas de la creación, sino que hace brillar de
manera maravillosa el Señorío de Dios sobre la
naturaleza y la historia, para llevarnos a la convicción
de una plenitud en la unión con Dios, de aquella
felicidad por la que la creación entera gime y sufre
dolores de parto.
9) Pienso en tantos hombres y mujeres que quieren ser
sanados, que quieren ser liberados de su mal, pero no
hacen ningún esfuerzo por sacar de sí mismos lo que
generalmente es la causa de todos sus males: el
pecado. El primer paso para ser sanados es reconocer
nuestra condición e incapacidad.
10) Lamentablemente, cuando las personas se sienten
mal recurren a "otro tipo de medicinas", que incluyen
desde adivinos hasta charlatanes, para superar su
etapa de crisis, debido al gran vacío que hay en sus
vidas.
11) Sería mucho más fácil y productivo que recurrieran
a la Fuente de todo Bien, pero ninguna persona puede
disfrutar de la protección Divina si primero no
reconoce a Jesús como a su Señor.
12) Los milagros de Jesús son parte de Su predicación.
Aquellos milagros fueron el cumplimiento de Su
Palabra…. ¡Y pensar que hay personas que todavía
dicen que no existen los milagros...! Es que donde la
predicación de Jesús, Su Persona, no son acogidas con
algún grado de fe, Jesús no obra milagros. Así sucedió ante un grupo de hombres cerrados ya de antemano,
como Sus paisanos de Nazaret, los fariseos y tantos
otros, porque donde no hay fe nunca será percibido el
milagro.
13) El hombre de hoy no se da cuenta, o difícilmente
quiere aceptar que la primera condición que necesita
para iniciar un proceso de sanación o liberación de
algún tipo de mal (moral, espiritual o incluso
corporal) es abrirse humildemente para recibir la paz
que Jesús quiere llevar a su alma. Esa paz únicamente
se obtiene cuando uno está consciente de que debe
aceptar la Voluntad de Dios, Su ley, Sus
mandamientos.
14) Jesús me dijo entonces: "Cautivo no es únicamente
el hombre que está en una cárcel, sino todos
aquellos hombres y mujeres que están repletos de
egoísmo, de pasiones desordenadas, quienes están
presos de los vicios...
15) Cautivas son aquellas personas que están presas
de las cosas que están de moda, de las
propagandas alienantes, que las llevan a querer
poseer con un ansia exagerada aquel objeto o
situación que han convertido en su ideal.
16) De alguna manera, todos los hombres y mujeres
son cautivos y es por eso que vine Yo, para
liberarlos y hacer que Me reconozcan. Pero, para
encontrarme, hace falta buscarme y reconocerme…
17) Yo quiero que sean libres, pero únicamente serán
libres cuando sepan acoger y valorar las voces
proféticas que muchas veces incomodan y que los
invitan a seguir buscando el Reino de Dios,
anunciando la Buena Nueva.
18) El pretender cegarse a ello, tal vez sea la causa
de tanta acción ambigua en la misión de la Iglesia
y en cada uno de los hombres. La misión es una
sola: seguirme."
19) La liberación, la sanación, vienen del
reconocimiento de Jesús como Dios, es un
reconocimiento que debe asimilarse en la mente y
transmitirse desde el corazón, con las acciones y con
la boca. Este reconocimiento nos conduce al
arrepentimiento de todos nuestros pecados y ofensas
a ese Ser Supremo que nos Ha dado la vida, que nos
Ha salvado y que vive entre nosotros.
20) Jesús dijo que con frecuencia, no sabemos lo que
hacemos quienes nos alimentamos con el Cuerpo y
Sangre del Señor, así como no saben lo que se pierden
los que rechazan ese alimento. Él lo dijo así: "Fui Dios
en la carne, no fui mitad Dios y mitad Hombre.
Nunca perdí Mi Divinidad, por tanto fui plenamente
Dios y continué existiendo como Dios al
encarnarme. De este modo, añadía naturaleza de
Hombre a Mi Eterna naturaleza Divina, y era
plenamente Hombre. Esta es la unión Hipostática.