Capítulo IV
La Hora de la Verdad (21 - 40)
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
21) Esos hombres Nazarenos, como todos los Israelitas,
habían estado esperando al Mesías, pero hecho a su
medida. Nunca percibieron que el que esperaban
había estado compartiendo con ellos varios años de
Su Vida, como un carpintero, hasta ese sábado.
22) Él sabía que no sería bien recibido justamente allá,
porque ningún Profeta fue jamás bien recibido en su
propio pueblo, entre los suyos. Así fue que, cuando Él
empezó Su predicación y citó al Profeta Elías y luego
al Profeta Eliseo, se encolerizaron, porque
consideraron un atrevimiento Suyo el compararse con
ellos.
23) No quisieron abrir su corazón, se pusieron de pie,
sin el menor respeto al Templo, y comenzaron a
levantar los puños y a amenazar a Jesús que los
miraba imperturbable, más bien con compasión. Esta
actitud del Señor los ponía aún más furiosos, de
manera que cuando Él fue pasando por entre ellos
para salir, lo empujaron hasta afuera y luego lo
persiguieron, profiriendo insultos, y acosándolo
amenazaban con matarlo.
24) Jesús pasó delante de ellos, y sin responder a sus
insultos y amenazas se fue con tristeza en el espíritu,
porque no habían entendido las Escrituras, porque no
se dejaban liberar de sus miserias. Se fue sereno y
majestuoso; tanto, que al final no se atrevieron a
tocarlo.
25) Me doy cuenta de que hoy, igual que ayer, lo
profundo del corazón humano guarda siempre la
esperanza de una Buena Noticia. A través de los
siglos, los hombres han ido "materializando" esta
espera, y así se han ido entregando a la búsqueda
desenfrenada de un "paraíso terrestre".
26) El hombre sueña todavía con prometedoras
novedades, como la próxima era de los "viajes
espaciales"… Todos esperan siempre un futuro mejor.
27) Gran parte de la humanidad, todavía postrada en
las tinieblas, necesita una intensa luz, que únicamente
encuentra quien le abre a Jesús su vida, lo acepta y
vive en Él. Sólo ese hombre o mujer puede decir que
es un ser liberado, lógicamente a pesar de sus
limitaciones y miserias personales.
28) Así como el Antiguo Testamento fue guía para el
pueblo de Dios, las Sagradas Escrituras deben hoy
iluminarnos, liberarnos y guiar nuestra existencia.
Jesús no sólo Ha dicho un montón de palabras, Él es
la Palabra de Dios misma. Su misión consistía en
anunciar y comenzar a realizar el Reino: un mundo
nuevo para los hombres, una nueva manera de vivir.
29) Jesús es esa Palabra que hoy nos invita a reunirnos
e incorporarnos a Su Iglesia. Jesús es la Palabra que
nos juzga y así nos libera de las tinieblas, de los
momentos de incertidumbre y desorientación. Jesús
es la Palabra que nos exige una continua conversión.
Jesús es la Palabra que llena de sentido nuestra vida y
abre los corazones de los hombres a la esperanza.
30) Jesús no quiso deslumbrar a Su pueblo con el brillo
de Sus milagros: no realizó ante ellos la multiplicación
de los panes y peces, ni convirtió el agua en vino
simplemente para avalar Su misión. Más bien se basa
en Su acción diaria, cuando evangelizaba a los pobres,
anunciando el perdón y devolviendo "la vista a los
ciegos", la libertad a los presos del pecado, y
pregonando "un Año de Gracia del Señor."
31) Es el Espíritu el que lo mueve, y únicamente es en
el Espíritu Santo que va a poder llevar a cabo Su
misión hasta el final, porque ante la fuerza del Santo
Espíritu, todo lo que viene del hombre pierde su
consistencia y fracasa. Las palabras proclaman las
obras y nos vienen a explicar su misterio. De ahí en
adelante, nos confirmará, al cumplir con Su misión
Salvífica, el Reino de Dios que anunciaba al decir: "Esta escritura que han oído hoy, se acaba de cumplir."
32) Lo mismo podemos decir los seguidores de Jesús
cada vez que algún pobre reciba atención nuestra, o
un pecador el perdón, o un enfermo la curación o la
asistencia digna: "¡Se está cumpliendo la
Escritura!".
33) Cada vez que un hombre trabaja para que los otros
hombres conozcan el Evangelio, para que sepan que
son hijos de un Dios bueno que los ama y que son
hermanos de los otros "¡Se está cumpliendo la
Escritura!".
34) Cada vez que hombres y mujeres se acercan a Jesús
y acogen Su Palabra con fe "¡Se está cumpliendo la Escritura!".
35) Toda vez que un hombre repite que quiere vivir en
un mundo de amor y no de guerra, cada vez que un
hombre proclama que es preciso darse la mano de
verdad, olvidar rencillas, rencores y posturas
irreconciliables "¡Se está cumpliendo la Escritura!".
36) Jesús me dijo entonces: "Vine a liberar al hombre
para que se sintiera 'precisamente hombre', capaz
de utilizar su inteligencia y su voluntad con
rectitud.
37) Quise que el hombre fuese capaz de levantarse
contra él mismo, penetrando en lo más profundo de
su ser para acabar de derribar lo que de antiguo y
feo lleva dentro, para que aflore lo que posee de
espléndido y admirable, arrojando lejos de sí las
cadenas de su egoísmo, de todo aquello que lo hace
sentirse el centro del universo, desestimando a
todos los demás seres que lo integran.
38) Quise que fuera capaz de sentirse, con todas
sus consecuencias, hijo y heredero de Dios y
hermano de los hombres.
39) Vine para liberar al hombre del pecado que
encierra en sí la inversión de la escala de valores,
que hace que en lugar de buscar el Reino de Dios y
su justicia, el ser humano busque la propia y
directa satisfacción por encima de todo.
40) Vine a liberar al hombre, para que desapareciera
en la tierra el odio, la guerra, la violencia, la
prepotencia, el dolor innecesario causado por sus
propias manos: la injusticia, la miseria, la opresión,
la intolerancia.