Capítulo I
A orillas del Jordán (1 - 20)
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1) Alguien preguntó una vez a Jesús qué debía hacer
para ganar una recompensa eterna. El Señor le
contestó que quien pensaba que debía practicar la
religión sólo buscando una recompensa para la
eternidad estaba equivocado con respecto a Dios.
2) De seguro este hombre creyó que Dios es como un
banquero, que sólo mira los números...
Evidentemente ignoraba por completo que la única
ley válida para Él es el amor.
3) Quien ama de verdad siempre se considerará deudor, y lo último en lo que pensará es en que
recompensen su amor. Por eso Jesús nos enseñó que
cuando demos limosna lo hagamos procurando que
nuestra mano izquierda no se entere de lo que hace la
derecha, porque recibir una limosna es casi siempre
una humillación, que únicamente el amor con el que
se la da es capaz de aliviar. Es decir, que la única
limosna que no lastima es la de aquel que se identifica
plenamente con el necesitado y comparte con él lo
poco o mucho que tiene, porque de esta manera no
cabe vanidad en el que da, ni humillación en quien
recibe.
4) Pienso que Jesús nos habla a todos con este ejemplo
y enseñanza. Pero no únicamente en lo que se refiere
a la limosna material, sino también a la "limosna" que
más vale, que es el compartir nuestro conocimiento de
Dios con los demás.
5) Dicen que el Evangelio golpea, y tiene que ser así,
porque es la Palabra lanzada al mundo por Dios, y
porque Jesús poseía una profunda visión de la
realidad; es que aún en este tiempo, esa Palabra da Su
propia validez al pasado, para integrarlo al hoy, a la
vez que abre una gran puerta de esperanza hacia el
mañana.
6) El Evangelio no siempre es del todo claro para los
hombres, más bien es como un pequeño cristal, que a
semejanza de un calidoscopio, al ser observado en
diferentes momentos, hace que cada uno de sus ángulos emita una luz distinta.
7) Un día, mientras estaba en oración, el Señor habló a
mi corazón. Me dijo que aprovechara al máximo este
tiempo de Gracia que está otorgándole a la
humanidad, que hoy le echa la culpa a Dios por todo
lo malo que sucede en la tierra, sin ver que es el
propio pecado del hombre, que juega a ser Dios, lo
que está destruyendo este mundo.
8) Como en otras ocasiones, Jesús fue mostrándome
imágenes con muchos detalles, escenas de Su vida,
enseñándome con una paciencia enorme, e
instruyéndome y animándome a que no tuviera temor
de testimoniar Sus enseñanzas ante los hombres.
9) Vi a Jesús caminando, hacia un lugar donde había
mucha gente. Estaba yendo a hacerse bautizar por
aquel Profeta enérgico que hablaba un idioma nuevo
y amonestaba, gritaba, endulzaba la voz y luego
nuevamente se mostraba airado.
10) Era Juan bautizando a la gente, llamándola a la
conversión. Jesús no tenía nada de qué arrepentirse,
pero quiso participar de este acto, por medio del cual
el pueblo limpiaba sus pecados. Entonces Me dijo:
"Cuando sentí que Mi tiempo había llegado, después
de muchas horas en oración, en la conmovedora y
siempre nueva Unión Hipostática, de la que
hablaremos más adelante, decidí partir de Galilea
para ser bautizado por Juan en el Río Jordán."
11) El Señor se fue acercando lentamente hacia el
Jordán, escuchando la voz de Juan que decía a las
muchedumbres que venían a él de todas partes para
que las bautizara:
«Raza de víboras, ¿cómo van a
pensar que escaparán del castigo que se acerca?
Produzcan los frutos de una sincera conversión, pues
no es el momento de decir: "Nosotros somos hijos de
Abraham". Yo les aseguro que Dios puede sacar hijos
de Abraham también de estas piedras. El hacha ya
está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que
no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.» La
gente le preguntaba:
«¿Qué debemos hacer?» Él les
contestaba: «El que tenga dos capas, que dé una al
que no tiene, y el que tenga de comer, haga lo mismo.» Vinieron también cobradores de impuestos para que
Juan los bautizara. Le dijeron: «Maestro, ¿qué tenemos que hacer?» Respondió Juan: «No cobren más
de lo establecido.» A su vez, unos soldados le
preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?» Juan
les contestó: «No abusen de la gente, no hagan
denuncias falsas y conténtense con su sueldo (Lc 3, 7-
14).
12) Jesús se había sentado bajo un árbol, en la parte alta
del camino por el que se bajaba hacia el río, para
contemplar la escena y escuchar a Juan. Sintió una
profunda ternura por aquel que pobremente vestido,
sacudía las conciencias de los hombres.
13) Pensó en los Israelitas vagando por el desierto en
busca de la Tierra Prometida, ellos tenían una nube
que, como un velo protector, los cubría y protegía.
Todos los que pasaron el Mar con Moisés fueron "bautizados" en la nube y en el mar, que los protegió para liberarse de los soldados del Faraón.
14) El Bautismo que les administraba Juan ahora era
una especie de vestidura o manto protector. Un baño
divino que cambiaba la vestidura manchada por el
pecado, al arrepentirse aquellos hombres y dejarse
sumergir en las aguas del Jordán.
15) Dios le reveló a Juan cómo debía iniciar el bautismo
en agua y quién lo haría en el Espíritu Santo. El Cielo
se abriría y el Reino de Dios se acercaría a los que se
bautizaran.
16) Jesús me dijo: "Voy a instruirte un poco: El
bautismo es parte del proceso de la salvación y es
un acto de Fe, es una manera de mostrar
públicamente que crees en Dios y en Su Palabra y
que estás dispuesto a abandonar la vida del pecado
y acceder al perdón a través del arrepentimiento.
Recuerda: 'El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.' (Mc
16,16)
17) En esa época, aquellos que se consideraban
justos y que más sabían de Dios fueron los que
desobedecieron este mandato y no fueron
bautizados, por lo tanto tampoco se arrepintieron: "Mas los fariseos y los intérpretes de la ley
desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan." (Lc 7:30).
Así, el bautismo es una forma de morir y de
resucitar a la vez."
18) Yo lo escuchaba absorta, me explicó las cosas como
a una niña, con paciencia y dulzura, durante muchas
horas.
19) Jesús se puso en pie nuevamente y comenzó a
caminar en medio de los que iban hacia Juan para ser
bautizados.
20) En ese momento Juan escucha una voz interior,
como si saliera de su pecho, de su corazón que está latiendo fuertemente: "Ya llego, Juan, ya estoy
cerca…"