45» Llamo a Mis Hijos Sacerdotes

Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org  

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5-Mar-95 El Señor

1) Di a Mis hijos Sacerdotes que deseo que su vida sea serena y recogida. Que amen la oración contemplativa y los lugares tranquilos y sin distracciones. En la quietud, que observen cómo la gracia trabaja en sus almas. Que amen pensar en Mí, que Me cuenten sus penas y preocupaciones; que Me hagan compañía y Me conversen. Que el momento santo de la gracia mística, descansen en Mí y notarán las gracias así ganadas.

2) Diles que quiero reunirme con ellos, no únicamente al momento del Sacrifico del Altar, sino también en la pesada vida diaria, cuando por Mi causa sean agredidos injustamente.

3) Que aprendan a vivir en libertad, porque de una persona que sea libre nacerá un ser disponible; del desprendimiento nacerá la dádiva y de la pobreza nace el amor. En síntesis, cuando se han liberado todas las energías encadenadas al egoísmo, quedan disponibles para el servicio al prójimo y ya saben que no hay mayor gloria que dar la vida con amor por el hermano...

4) ¿Qué significa Misericordia? Sentir con el corazón y ayudar con todo lo que poseen.

5) No pueden quedarse sentados a la sombra de la tranquilidad porque el amor que no se da permanentemente, se va muriendo lentamente... Yo les encomiendo echar a andar las máquinas de la bondad y la caridad, porque el mundo sólo se salvará con el diluvio del amor.

6) Vine preferentemente para los últimos y despreciados, los marginados, los oprimidos y destrozados... ¿Cuántos hospitales, cárceles y prostíbulos han visitado en el último año? No quiero que los pobres se limiten a espigar los restos de la cosecha por causa suya.

7) Y para que Me reconozcan, les dirás que el anhelo infinito de adoración, volverá a unir el polvo y la espuma para levantar, no templos de piedra, sino de silencio en la profundidad del ser, en la remota latitud del espíritu.

8) Yo vivo en ustedes místicamente para que la gloria de Mi Padre pueda ser revelada. Los corazones de los hombres se mueren de sed y, sin embargo, el manantial brota en lo hondo de sus espíritus...