1.19» Jesús es Ayudado a Llevar la Cruz
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1) Voy camino hacia el Calvario. Aquellos hombres
inicuos, temiendo verme morir antes de llegar al
término, se entienden entre sí para buscar a alguien que
Me ayude a llevar la Cruz y requisaron a un hombre de
las cercanías llamado Simón.
2) Míralo, detrás de Mí, ayudándome a llevar la Cruz y
considera ante todo dos cosas: Este hombre carece de
buena voluntad; es un mercenario, porque si Me
acompaña y comparte Conmigo el peso de la Cruz, es
porque ha sido requisado. Por eso, cuando siente
demasiado cansancio, deja caer más el peso sobre Mí y
así caigo en tierra dos veces.
3) Este hombre Me ayuda a llevar parte de la Cruz, pero
no toda Mi Cruz...
4) Hay almas que caminan así en pos de Mí. Aceptan
ayudarme a llevar Mi Cruz, pero se preocupan aún del
consuelo y del descanso. Muchas otras consienten en
seguirme y, con este fin, han abrazado la vida perfecta.
Pero no abandonan el propio interés, que sigue siendo,
en muchos casos, su primer cuidado; por eso vacilan y
dejan caer Mi Cruz, cuando les pesa demasiado; buscan
la manera de sufrir lo menos posible, miden su
abnegación, evitan cuanto pueden la humillación y el
cansancio y, acordándose quizá con pena de los que
dejaron, tratan de procurarse ciertas comodidades,
ciertos placeres.
5) En una palabra, hay almas tan interesadas y tan
egoístas que han venido a Mi seguimiento, más por ellas
que por Mí. Se resignan tan solo a aportar lo que les
molesta y que no pueden apartar... No me ayudan a
llevar mas que una parte de Mi Cruz; muy pequeña y de
tal suerte, que apenas si pueden adquirir los méritos
indispensables para su salvación. Pero, en la eternidad,
verán cuán lejos han quedado en el camino que debían
recorrer.
6) Por el contrario, hay almas, y no pocas que, movidas
por el deseo de su salvación pero sobre todo por el amor
que les inspira la vista de lo que por ellas He sufrido, se
deciden a seguirme en el camino del Calvario; se
abrazan con la vida perfecta y se entregan a Mi servicio,
no para ayudarme a llevar parte de la Cruz, sino para
llevarla toda entera. Su único deseo es descansarme,
consolarme; se ofrecen con este fin a todo cuanto les
pide Mi voluntad, buscando cuanto pueda agradarme; no
piensan ni en los méritos, ni en la recompensa que les
espera, ni en el cansancio, ni en el sufrimiento que
resultará para ellas. Lo único que tienen presente es el
amor que pueden demostrarme, el consuelo que Me
procuran...
7) Si Mi Cruz se presenta bajo la forma de la enfermedad,
si se oculta debajo de un empleo contrario a sus
inclinaciones y poco conforme a sus aptitudes, si va
acompañada de algún olvido de las personas que las
rodean, la aceptan con entera sumisión.
8) ¡Ah!, estas almas son las que verdaderamente llevan
Mi Cruz, la adoran, se sirven de ella para procurar Mi
Gloria, sin otro interés ni paga que Mi amor. Son las que
Me consideran y glorifican...
9) Tengan como cosa cierta que, si ustedes no ven el
resultado de sus sufrimientos, de su abnegación, o lo ven
más tarde, no por eso han sido vanos e infructuosos, mas
por el contrario, el fruto será abundante.
10) El alma que verdaderamente ama, no cuenta lo que ha
sufrido y trabajado, ni espera tal o cual recompensa;
busca tan solo aquello que cree de gloria para su Dios...
Por El no regatean trabajos ni fatigas. No se agita ni se
inquieta ni, mucho menos, pierde la paz si se ve
contrariada o humillada; porque el único móvil de sus
acciones es el amor, y el amor abandona las
consecuencias y los resultados. He aquí el fin de las
almas que no buscan recompensa. Lo único que esperan
es Mi Gloria, Mi consuelo, Mi descanso; por eso han
tomado toda Mi Cruz y todo el peso que Mi Voluntad
quiere cargar sobre ellas.
11) Hijos Míos, llámenme por Mi nombre, pues Jesús
quiere decir todo. Yo lavaré sus pies, aquellos pies que
han pisado una senda resbaladiza y que ahora están
heridos por los golpes contra las piedras. Yo los
enjugaré, los sanaré, los besaré y quedarán sanos, y no
conocerán ya ninguna otra senda que la que conduce a
Mí.
12) ¡Ya estamos en el Calvario! La multitud se agita
porque se acerca el terrible momento... Extenuado de
fatiga, apenas si puedo andar. Mis pies sangran por las
piedras del camino... Tres veces he caído en el trayecto.
Una para dar fuerza de convertirse a los pecadores,
habituados al pecado. Otra para dar aliento a las almas
que caen por fragilidad y, a las almas que ciega la
tristeza y la inquietud, animarlas a levantarse y a
emprender con valor el camino de la virtud. Y la tercera,
para ayudar a las almas a salir del pecado a la hora de la
muerte.