1.18» JJesús Va Camino del Calvario
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1) Vamos a continuar, hijita. Sígueme en el camino del
Calvario, agobiado bajo el peso de la Cruz…
2) En tanto que Mi Corazón estaba abismado de tristeza
por la eterna perdición de Judas, los crueles verdugos,
insensibles a Mi dolor, cargaron sobre Mis hombros
llagados, la dura y pesada Cruz en que había de
consumar el misterio de la Redención del mundo.
3) Contémplenme, ángeles del cielo. Vean al Creador de
todas las maravillas, al Dios a Quien rinden adoración
los espíritus celestiales, caminando hacia el Calvario y
llevando sobre sus hombros el leño santo y bendito que
va a recibir su último suspiro.
4) Véanme también ustedes, almas que desean ser Mis
fieles imitadoras. Mi Cuerpo, destrozado por tanto
tormento camina, sin fuerzas, bañado de sudor y de
sangre... ¡Sufro, sin que nadie se compadezca de Mi
dolor! La multitud Me acompaña y no hay una sola
persona que tenga piedad de Mí. Todos Me rodean como
lobos hambrientos, deseosos de devorar su presa... Es
que todos los demonios salieron del infierno para hacer
más duro Mi sufrimiento.
5) La fatiga que siento es tan grande, la Cruz tan pesada,
que a la mitad del camino caigo desfallecido. Vean cómo
Me levantan aquellos hombres inhumanos del modo más
brutal: uno Me agarra de un brazo, otro tira de Mis
vestidos, que están pegados a Mis heridas, volviendo a
abrirlas... Este Me coge por el cuello, otro por los
cabellos, otros descargan terribles golpes en todo Mi
Cuerpo, con los puños y hasta con los pies. La Cruz cae
sobre Mi y su peso Me causa nuevas heridas. Mi rostro
roza sobre las piedras del camino y, con la sangre que
por él corre, se pegan a Mis ojos, que están casi cerrados
por los golpes; el polvo y el lodo se juntan a la sangre y
quedo hecho el objeto más repugnante.
6) Mi Padre envía ángeles para que Me ayuden a
sostenerme; para que Mi Cuerpo no pierda el
conocimiento al desplomarse; para que la batalla no sea
ganada antes de tiempo, y pierda Yo a todas Mis almas.
7) Camino sobre las piedras que destrozan Mis pies,
tropiezo y caigo una y otra vez. Miro a cada lado del
camino en busca de una pequeña mirada de amor, de una
entrega, de una unión a Mi dolor pero... no veo a
ninguno.
8) Hijos Míos, los que siguen Mis huellas, no suelten su
cruz por más pesada que ésta les parezca. Háganlo por
Mí, que cargando su cruz, Me ayudarán a cargar la Mía
y, por el duro camino, encontrarán a Mi Madre y a las
almas santas que irán dándoles ánimo y alivio. Sigan
Conmigo unos momentos y, a los pocos pasos, Me verán
en presencia de Mi Madre Santísima que, con el Corazón
traspasado por el dolor, sale a Mi encuentro para dos
fines: para cobrar nueva fuerza de sufrir a la vista de Su
Dios y para dar a Su Hijo, con Su actitud heroica, aliento
para continuar la obra de la Redención.
9) Consideren el martirio de estos dos Corazones. Lo que
más ama Mi Madre es Su Hijo... No puede darme ningún
alivio y sabe que su vista aumentará aún más Mis
sufrimientos; pero también aumentará Mi fuerza para
cumplir la voluntad del Padre.
10) Para Mí, lo más amado en la tierra es Mi Madre; y no
solamente no la puedo consolar, sino que el lamentable
estado en que Me vé, procura a Su Corazón un
sufrimiento semejante al Mío. Deja escapar un sollozo.
¡La muerte que Yo sufro en Mi Cuerpo, la recibe Mi
Madre en el Corazón!... ¡Cómo se clavan en Mí Sus ojos
y los Míos se clavan también en Ella! No pronunciamos
una sola palabra, pero cuántas cosas dicen Nuestros
Corazones en esta dolorosa mirada.
11) Sí, Mi Madre presenció todos los tormentos de Mi
Pasión, que por revelación divina se presentaban a Su
espíritu. Además, varios discípulos, aunque permanecían
lejos por miedo a los Judíos, procuraban enterarse de
todo e informaban a Mi Madre... Cuando supo que ya se
había pronunciado la sentencia de muerte, salió a Mi
encuentro y no Me abandonó hasta que Me depositaron
en el sepulcro.