1.10» Jesús es Llevado a la Prisión
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1) Vamos a seguir con este doloroso relato que habrás
de hacer llegar a cuantas personas puedas. Yo los
iluminaré en la forma que habrán de hacerlo.
2) Cuando los soldados Me llevaban prisionero, en uno
de los patios estaba Pedro, medio oculto entre la turba.
Se cruzaron nuestras miradas; tenía los ojos
desorbitados; fue sólo una fracción de segundos y, sin
embargo, ¡le dije tanto!... Lo vi llorar amargamente su
pecado y con el corazón le dije: "El enemigo ha tratado
de poseerte, pero Yo no te abandono. Sé que tu corazón
no ha renegado de Mí. Estate presto para el combate del
nuevo día, para las luchas renovadas contra el
oscurantismo espiritual y prepárate para llevar la Buena
Nueva. Adiós, Pedro."
3) Cuántas veces miro hacia el alma que ha pecado pero, ¿mira ella también? No siempre se encuentran nuestras
miradas. Cuántas veces miro al alma y ella no Me mira,
no Me ve, está ciega... La llamo por su nombre y no Me
responde. Le envío una pena, un dolor, para que salga de
su sueño, pero no quiere despertar.
4) Amados Míos, si no miran al Cielo, vivirán como seres
privados de razón... Alcen la cabeza y contemplen la
Patria que les espera. Busquen a su Dios y siempre lo
encontrarán con los ojos fijos en ustedes; y en Su mirada
hallarán la paz y la vida.
5) Contémpleme en la prisión donde paso gran parte de la
noche. Los soldados venían a insultarme con palabras y
con obras, empujándome, dándome golpes, burlándose
de Mi condición de hombre.
6) Casi al amanecer, hartos de Mí, Me dejaron solo, atado
en una habitación oscura, húmeda y hedionda, llena de
ratas. Estaba atado de tal modo que debía permanecer de
pie o sentado en una piedra puntiaguda que fue todo lo
que Me dieron como asiento. Mi cuerpo dolorido quedó pronto aterido de frío. Recordé las miles de veces que
Mi Madre cobijaba Mi cuerpo, arropándolo cuando tenía
frío... y lloré.
7) Vamos ahora a comparar la prisión con el Sagrario y,
sobre todo, con los corazónes de los hombres. En la
prisión pasé una noche... ¿Cuántas noches paso en el
Sagrario?
8) En la prisión Me ultrajaron los soldados que eran Mis
enemigos; pero en el Sagrario Me maltratan y Me
insultan almas que Me llaman Padre. En la prisión pasé frío, sueño, hambre, vergüenza, tristeza, dolores,
soledad, desamparo. Veía, en el transcurso de los siglos,
cómo tantos Sagrarios en los cuales Me faltaría el abrigo
del amor. ¡Cuántos corazones helados serían para Mí como la piedra de la prision!
9) ¡Cuántas veces tendría sed de amor, sed de almas!
¡Cuántos días espero que tal alma venga a visitarme, a
recibirme en su corazón, porque He pasado la noche solo
y pensaba en ella para apagar Mi sed! ¡Qué de veces
siento hambre de Mis almas, de su fidelidad, de su
generosidad!
10) ¿Sabrán calmar estas ansias? ¿Sabrán decirme cuando
tengan que pasar por algún sufrimiento: esto servirá para
aliviar Tu tristeza, para acompañarte en Tu soledad? Y ¡ay!, Si por lo menos, unidos a Mí, ustedes lo soportaran
todo con paz y salieran fortalecidos en tanto que
consolaran Mi Corazón...
11) En la prisión sentí vergüenza al oír las horribles
palabras que se proferían contra Mí; y esa vergüenza
creció al ver que, más tarde, esas mismas palabras serían
repetidas por almas amadas.
12) Cuando aquellas manos sucias y repugnantes
descargaban sobre Mí golpes y bofetadas, ví cuántas
veces sería golpeado y abofeteado por tantas almas que,
sin purificarse de sus pecados, sin limpiar su casa con
una buena confesión, Me recibirían en sus corazones.
Esos pecados habituales, descargarían sobre Mí repetidos golpes.
13) Cuando Me hacían levantar a empellones, sin fuerzas
y a causa de las cadenas que Me sujetaban, caía en tierra.
Ví cómo tantas almas, atándome con las cadenas de su
ingratitud, Me dejarían caer sobre la piedra, renovando
Mi vergüenza y prolongando Mi soledad.
14) Almas elegidas, contemplen a su Esposo en la prisión.
Contémplenme en esta noche de tanto dolor, y
consideren que este dolor se prolonga en la soledad de
tantos Sagrarios, en la frialdad de tantos corazones.
15) Si quieren darme una prueba de su amor, ábranme su
corazón para poder hacer de él Mi prisión. Atenme con
las cadenas de su amor. Cúbranme con sus delicadezas,
aliméntenme con su generosidad. Apaguen Mi sed con
su celo. Consuelen Mi tristeza y desamparo con su fiel
compañía. Hagan desaparecer Mi vergüenza con su
pureza y rectitud de intención.
16) Si quieren que descanse en ustedes, eviten el tumulto de
las pasiones y, en el silencio de su alma, dormiré tranquilo.
De vez en cuando oirán Mi voz que les dice suavemente:
Esposa Mía, que ahora eres Mi descanso, Yo seré tuyo en
la eternidad; a tí que con tanto desvelo y amor Me procuras
la prisión de tu corazón, Yo te prometo que Mi recompensa
no tendrá límites y no te pesarán los sacrificios que hayas
hecho por Mí durante tu vida.