Wednesday April 24,2024
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La pasion de Jesus

  
LA PASIÓN
Testimonio de Catalina
  



Introducción

Parte 1

1»  Jesús dicta a Catalina

1.1.»  Jesús se Prepara

1.2»  La Cena Pascual

1.3»  Jesús Ora en el Huerto

1.4»  Jesús Instituye la Eucaristía

1.5»  Jesús Hace la Voluntad del Padre

1.6»  Jesús Busca a Sus Discípulos, que Están
Dormidos

1.7»  Jesús es Entregado por Judas

1.8»  Jesús es Llevado ante Caifás

1.9»  Pedro Niega a Jesús

1.10»  Jesús es Llevado a la Prisión

1.11»  Jesús es Llevado ante Herodes

1.12»  Jesús es Llevado de Nuevo ante Pilatos

1.13»  La Flagelación de Jesús

1.14»  Jesús es Sentenciado a Muerte

1.15»  Jesús es Coronado de Espinas

1.16»  Barrabás es Puesto en Libertad

1.17»  Jesús Perdona hasta al Más Grande
Pecador

1.18»  Jesús Va Camino del Calvario

1.19»  Jesús es Ayudado a Llevar la Cruz

1.20»  Jesús es Clavado en la Cruz

1.21»  Jesús Pronuncia Sus Ultimas Palabras

1.22»  La Resurrección de Jesús

Parte 2

2.»  Dios Padre dicta a Catalina

Parte 3

3.»  La Santísima Madre dicta
a Catalina

La Corona de la Divina Misericordia

 

 

1.5» Jesús Hace la Voluntad del Padre

Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org  

1) De Mi Pasión quiero que consideres, sobre todo, la
amargura que me causó el conocer los pecados que,
oscureciendo la mente del hombre, lo llevan a las
aberraciones. Estos pecados se admiten, la mayoría de
las veces, como fruto de una natural conveniencia a la
cual se dice, no puede oponerse la propia voluntad. Hoy,
muchos viven con graves pecados culpando a otros o al
destino, sin posibilidad de salir de ellos. Esto ví en
Getsemaní y conocí el gran mal que absorbería Mi
Alma. ¡Cuantos se pierden así y cómo sufrí por ellos!

2) Así enseñé a Mis Apóstoles, con Mi ejemplo, a
soportarse mutuamente, lavándoles los pies y
haciéndome su Alimento. Se acercaba la hora para la que
el Hijo de Dios se había hecho hombre y Redentor del
género humano; iba a derramar Su Sangre y a dar Su
Vida por el mundo.

3) En esa hora quise ponerme en oración y entregarme a
la Voluntad de Mi Padre... Fue entonces que Mi
Voluntad como hombre venció la natural resistencia al
gran sufrimiento preparado para Mi por Nuestro Padre,
tal ves más adolorido que Yo mismo. Entonces entregué,
entre aquellas almas perdidas, Mi propia Alma para
reparar lo que ya venía viciado. Mi Omnipotencia lo
puede todo, pero quiere un mínimo sobre lo cual añadir
de lo otro; y este mínimo Yo mismo lo ofrezco y con
infinito amor.

4) Mi Pasión... ¡Qué abismo de amargura encerró en sí!

5) ¡Qué equivocadamente lejos está aquel que cree
conocerla, tan sólo por que piensa en los terribles
sufrimientos de Mi Cuerpo!...

6) Hija Mía, te He reservado otros cuadros de las
tragedias íntimas que viví y deseo compartir contigo,
porque eres de aquellos que el Padre Me concedió en el
Huerto.

7) ¡Almas queridas! Aprendan de su Modelo que la única
cosa necesaria, aunque la naturaleza se rebele, es
someterse con humildad y entregarse para cumplir la
Voluntad de Dios.

8) También quise enseñar a las almas que toda acción
importante debe ir prevenida y vivificada por la oración,
porque en ella se fortifica el alma para lo más difícil y
Dios se comunica a ella y le aconseja e inspira, aún
cuando el alma no lo sienta.

9) Me retiré al Huerto con tres de Mis Discípulos, para
enseñarles que las tres potencias del alma deben
acompañarlos y ayudarlos en la oración.

10) Recuerden, con la memoria, los beneficios divinos,
las perfecciones de Dios: Su Bondad, Su Poder, Su
Misericordia, el Amor que les tiene. Busquen después,
con el entendimiento, cómo podrán corresponder a las
maravillas que Ha hecho por ustedes... Dejen que se
mueva su voluntad a hacer por Dios, lo más y lo mejor, a
consagrarse a la salvación de las almas, ya sea por medio
de sus trabajos apostólicos, ya por su vida humilde y
oculta, en su retiro y silencio por medio de la oración.

11) Póstrense humildemente como criaturas en presencia
de su Creador y adoren Sus designios sobre ustedes, sean
cuales fueren, sometiendo su voluntad a la Divina.

12) Así Me ofrecí Yo para realizar la obra de la
Redención del mundo. ¡Ah! Qué momento aquel en el
cual sentí venir sobre Mi todos los tormentos que había
de sufrir en Mi Pasión: las calumnias, los insultos, los
azotes, los puntapiés, la corona de espinas, la sed, la
Cruz...

13) Todo aquello pasó ante Mis Ojos al mismo tiempo
que un dolor intenso lastimaba Mi Corazón; las ofensas,
los pecados y las abominaciones que se cometerían en el
transcurso de los siglos; y no solamente los vi, sino que
Me sentí revestido de todos esos horrores y así me
presenté a Mi Padre Celestial para implorar
Misericordia.

14) Hijita Mía, Me ofrecí como un lirio para calmar Su
cólera y aplacar Su ira. Sin embargo, con tantos
crímenes y tantos pecados, Mi naturaleza humana
experimentó una agonía mortal, al punto de sudar
sangre.

15) ¿Será posible que esta angustia y esta Sangre sean
inútiles para tantas almas?... Mi Pasión fue orígen de Mi
amor. Si Yo no hubiese querido, ¿quién habría podido
tocarme? Yo lo quise y, para hacer ésto, Me serví de los
más crueles entre los hombres.

16) Antes de sufrir, conocía en Mí mismo todo
sufrimiento y podía evaluarlo enteramente. En cambio,
cuando quise padecer, además de pleno conocimiento y
valoración, tuve la sensación humana de todos los
sufrimientos; Yo los tomé todos.

17) Hablando de Mi Pasión, no puedo pormenorizar tanto.
Otras veces lo He hecho y ustedes no pueden
comprenderlo, debido a que su naturaleza humana no
alcanzaría a comprender la desmesurada extensión de los
dolores que He sufrido.

18) Sí, Yo los ilumino, pero Me quedo en un límite, más
allá del cual no pueden avanzar. Sólo a Mi Madre le hice
conocer todas Mis cosas; por eso las sufrió más que
todos.

19) Pero hoy el mundo deberá conocer más de lo que
hasta ahora le He concedido, porque Mi Padre así lo
quiere. Por ello, en Mi Iglesia florece un rayo de amor a
todo el conjunto de las vicisitudes que, desde el huerto
Me llevaron al Calvario. Más que a otro, manifiesto a los
amados que tuve en el Huerto, Mi Pasión. Ellos pueden
mencionar algo que se adapte a la mente de los actuales
caminantes. Y si pueden, deben hacerlo. Por eso, escribe
todo cuanto te digo, pequeña, para tí y para muchos
otros, en alivio de las almas y para gloria de la Trinidad,
que quiere que se sepan los sufrimientos Míos en
Getsemaní.

20) Mi alma está triste hasta la muerte. Mientras la tristeza
del mal físico podría llegar a ser causa de muerte, la del
espíritu que quise experimentar, consistió en la ausencia
completa del influjo de la Divinidad y en la presencia
desgarradora de las causas de Mi Pasión.

21) En Mi Espíritu, que agonizaba, estaban realmente
presentes todos los motivos que Me impulsaron a
traerles el amor a la tierra. Primero, las ofensas hechas
contra Mi Divinidad sufriente de hombre, con el
conocimiento propio de Dios. No puedes encontrar
semejanza a este género de sufrimiento, porque el
hombre que peca comprende, con Mi luz, la parte que le
corresponde y muchas veces, imperfectamente, no ve
cómo es el pecado delante de Mí. Por eso es claro que
sólamente Dios puede conocer lo que es una ofensa
hecha a El.

22) Sin embargo, la Humanidad debía poder ofrecer a la
Divinidad un pleno conocimiento y el verdadero dolor y
arrepentimiento; y puedo hacerlo todas las veces que
quiera, ofreciendo precisamente Mi conocimiento que
Ha obrado en Mí, Hombre, con la humanización de la
ofensa de Dios.

23) Este fué Mi deseo: que el pecador arrepentido, por Mi
medio, tuviese cómo presentar a su Dios el conocimiento
de la ofensa cometida y que Yo, en Mi Divinidad,
pudiese acoger del hombre también la comprensión
plena de la que ha hecho contra Mí.

24) Basta por hoy. No sabes cuánto Me consuelas cuando
te entregas a Mí con entero abandono... No todos los
días puedo hablar a las almas... ¡Déjame que para ellas te
diga Mis secretos!... ¡Déjame que aproveche tus días y
tus noches!

25) Estaba triste hasta la muerte, porque veía en todo lado
el cúmulo enorme de las ofensas cometidas y, si por uno
experimentaba una muerte sin parangón, ¿qué habré
experimentado por el conjunto de todas las culpas?
"Triste está Mi alma hasta la muerte"... de una tristeza
que Me produjo el abandono de toda fuerza; de una
tristeza que tenía por centro la divinidad hacia la cual —
en Mí— convergía la marea de las culpas y el hedor de
las almas corroídas de todo tipo de vicios. Por eso, al
mismo tiempo era blanco y flecha. Como Dios, blanco;
como hombre, flecha; en cuanto había absorbido todo el
pecado al punto de aparecer, delante de Mi Padre, como
el único ofensor. Mayor tristeza que esta no podía haber
y la quise recoger toda, por el amor del Padre, por la
Misericordia a todos ustedes.

26) En vano gira la mirada del hombre sobre el
significado de estas palabras, que comprenden todo Mi
ser de Dios y de Hombre, si no se fija en este punto.
Mírenme, así, en esta gigantesca prisión de espíritu. ¿No
merezco amor, si tanto luché y sufrí? ¿No merezco que
la criatura se valga de Mí como de cosa propia, sabiendo
que Me doy a ella enteramente, sin ninguna reserva?
Tomen todos de Mí fuente inagotable de bien, ¡tomen!
Yo les ofrezco Mi tristeza en el Huerto; dénme la tristeza
suya, todas sus tristezas; quiero hacer de ellas un manojo
de violetas, cuyo perfume sea constante orientación
hacia Mi Divinidad.

27) "Padre, si es posible aleja de Mí este Cáliz. Pero no se
haga Mi voluntad sino la Tuya." Dije así en el colmo de
la amargura, cuando el peso que gravitaba sobre Mí se
había hecho tan sangriento que Mi alma se encontraba en
la más inverosímil oscuridad. Se lo dije al Padre porque,
al asumir toda culpa, Me presentaba delante Suyo como
el único pecador, contra el cual se descargaba toda Su
Divina Justicia. Y, sintiéndome privado de Mi
Divinidad, sólo la humanidad aparecía delante de Mí.

28) Quítame, oh Padre esta amarguísimo Cáliz que Me
presentas y que, al venir a este mundo, sin embargo, lo
acepté por Tu amor. He llegado a un punto en que no Me
reconozco ni a Mí mismo. Tú, oh Padre, Has hecho del
pecado como una heredad Mía y esto hace insoportable
Mi presencia delante de Ti, que Me amas. La ingratitud
de los seres humanos Me es ya conocida pero, ¿cómo
soportaré verme solo? ¡Dios Mío, ten piedad de la gran
soledad en que Me encuentro! ¿Por qué hasta Tú quieres
dejarme tan abandonado? ¿Qué ayuda encontraré
entonces en tanta desolación? ¿Por qué también Tú Me
golpeas así? Y sí Me privas de Ti, Yo siento que bajo a
un abismo tal que no alcanzo a reconocer Tu mano en
una situación tan trágica. La sangre que sale de todo Mi
Cuerpo Te da testimonio de Mi aniquilamiento bajo Tu
poderosa mano...

29) Así lloré; así Me fuí abajo. Pero luego proseguí: Es
justo, Padre Santo, que Tú hagas de Mí todo lo que
quieres. Mi vida no es Mía, Te pertenece toda. Quiero
que no se haga Mi voluntad sino la Tuya. He aceptado
una muerte de Cruz; acepto también la muerte aparente
de Mi Divinidad.

30) Es justo. Todo esto debo darte y, antes de todo, debo
ofrecerte el holocausto de la Divinidad que, sin embargo,
Me une a Ti. Sí, Padre, confirmo, con la Sangre que ves,
Mi donación; confirmo, con la Sangre, Mi aceptación:
hágase Tu voluntad, no la Mía...

   


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