1.4» esús Instituye la Eucaristía
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1) El deseo de que las almas estén limpias cuando Me
reciben en el Sacramento del amor, Me llevó a lavar
los pies a Mis Apóstoles. Lo hice también para
representar el Sacramento de la penitencia, en el que las
almas que han tenido la desgracia de caer en el pecado,
puedan lavarse y recobrar su perdida blancura.
2) Al lavarles los pies, quise enseñar a las almas que
tienen trabajos apostólicos, a humillarse y a tratar con
dulzura a los pecadores y a todas las almas que les están
confiadas.
3) Me envolví con un lienzo para enseñarles que, para
obtener éxito con las almas, hay que ceñirse con la
mortificación y la propia abnegación. Quise que
aprendan la mutua caridad y cómo se deben lavar las
faltas que se observan en el prójimo, disimulándolas y
excusándolas siempre sin divulgar jamás los defectos
ajenos. El agua que eché sobre los pies de Mis
Apóstoles, era reflejo del celo que consumía Mi corazón
en deseos de la salvación de los hombres.
4) En aquel momento era infinito el amor que sentía por
los hombres y no quise dejarlos huérfanos... Para vivir
con ustedes hasta la consumación de los siglos y
demostrarles Mi amor, quise ser su aliento, su vida, su
sostén, ¡su todo! Entonces vi a todas las almas que, en el
transcurso de los siglos, habían de alimentarse de Mi
Cuerpo y de Mi Sangre y todos los efectos divinos que
este alimento produciría en muchísimas almas...
5) En muchas almas, esa Sangre Inmaculada engendraría
la pureza y la virginidad. En otras, encendería la llama
del amor y el celo. ¡Muchos mártires de amor se
agrupaban en aquella hora ante Mis ojos y en Mi
Corazón! ¡Cuántas otras almas, después de haber
cometido muchos y graves pecados, debilitadas por la
fuerza de las pasiones, vendrían a Mí para renovar su
vigor con el Pan de los fuertes!
6) Cómo quisiera hacer conocer los sentimientos de Mi
Corazón a todas las almas. Cuánto deseo que sepan el
amor que sentía por ellas cuando, en el Cenáculo, instituí la Eucaristía. Nadie podría penetrar los sentimientos de
Mi Corazón en aquellos momentos. Sentimientos de
amor, de gozo, de ternura... Más, inmensa fue también la
amargura que invadió Mi Corazón.
7) ¿Eres acaso un buen terreno para la construcción de un
magnífico edificio? Sí y no... Sí, por los dones que te He
hecho desde tu nacimiento. No, por el uso que has hecho
de ellos. ¿Piensas que tu terreno es el adecuado en
proporción a la estructura del edificio que Yo levanto?
¡Oh, es mezquino! Entonces Mis cálculos, a pesar de
todos los elementos contrarios que existen en tí, no
fallarán, porque es Mi arte escoger lo que es pobre al
intento que Me propongo. Yo jamás Me equivoco
porque uso arte y amor. Construyo activamente sin que
tú te percates. Tu mismo deseo de saber lo que estoy
haciendo Me sirve para probarte que nada puedes y nada
sabes sin que Yo lo quiera...
8) Es tiempo de trabajar, no Me pidas nada porque hay
alguien que piensa en tí.
9) Quiero decir a Mis almas la amargura, el tremendo
dolor que llenaba Mi Corazón esa noche. Si bien era
grande Mi alegría de hacerme compañero de los
hombres hasta el fin de los siglos y Alimento divino de
las almas, y veía cuántas Me rendirían homenaje de
adoración, de amor, de reparación, no fué poca la tristeza
que Me ocasionó el contemplar a todas aquellas almas
que habrían de abandonarme en el Sagrario y cuántas
dudarían de Mi presencia en la Eucaristía.
10) ¡En cuántos corazones manchados, sucios y
completamente desgarrados por el pecado tendría que
entrar y cómo Mi carne y Mi Sangre, profanadas, se
convertirían en motivo de condenación para muchas
almas! Tú no puedes comprender la forma en la cual
contemplé todos los sacrilegios, ultrajes y tremendas
abominaciones que se cometerían contra Mí... Las
muchísimas horas que iría a pasar sólo en los Sagrarios.
¡Cuántas noches largas! ¡Cuántos hombres rechazarían
los amorosos llamados que les dirigiría!
11) Por amor a las almas, permanezco prisionero en la
Eucaristía, para que en sus dolores y pesares vayan a
consolarse con el más tierno de los corazones, con el
mejor de los padres, con el más fiel amigo. Pero ese
amor, que se consume por el bien de los hombres, no va
a ser correspondido.
12) Moro en medio de los pecadores para ser su salvación
y su vida, su médico y su medicina; y ellos, en cambio,
pese a su naturaleza enferma se alejan de Mi, Me
ultrajan y Me desprecian.
13) ¡Hijos Míos, pobres pecadores! No se alejen de Mí,
los espero noche y día en el Sagrario. No voy a
reprochar sus crímenes. No voy a echarles en cara sus
pecados. Lo que haré será lavarlos con la Sangre de Mis
llagas. No teman, vengan a Mí. ¡No saben cuánto los
amo!
14) Y ustedes, almas queridas, ¿por qué están frías e
indiferentes a Mi amor? Sé que tienen que atender las
necesidades de su familia, de su casa y del mundo que
los solicita sin cesar. Pero, ¿no tendrán un momento para
venir a darme prueba de su amor y de su gratitud? No se
dejen llevar de tantas preocupaciones inútiles y reserven
un momento para venir a visitar al Prisionero del amor.
Si su cuerpo está enfermo, ¿no pueden encontrar unos
minutos para buscar al Médico que debe curarlos?
Vengan a quien puede devolverles las fuerzas y la salud
del alma... Den una limosna de amor a este Mendigo
divino que los llama, los desea y los espera.
15) Estas palabras producirán en las almas el efecto de
una gran realidad. Penetrarán en las familias, en las
escuelas, en las casas religiosas, en los hospitales, en las
prisiones, y muchas almas se rendirán a Mi amor. Los
más grandes dolores Me vienen de las almas
sacerdotales y religiosas.
16) En el instante de instituir la Eucaristía, vi a todas las
almas privilegiadas que se alimentarían con Mi Cuerpo y
con Mi Sangre, y los efectos producidos en ellas.
17) Para algunas, Mi Cuerpo sería remedio a su debilidad;
para otras, fuego que llegaría a consumir sus miserias,
inflamándolas con amor. ¡Ah!... Esas almas reunidas
ante Mi, serán un inmenso jardín en el cual cada planta
produce diferente flor, pero todas me recrean con su
perfume... Mi Cuerpo será el sol que las reanime. Me
acercaré a unas para consolarme, a otras para ocultarme,
en otras descansaré. ¡Si supieran, almas amadísimas,
cuán fácil el consolar, ocultar y descansar a todo un
Dios!
18) Este Dios que los ama con amor infinito, después de
librarlos de la esclavitud del pecado, ha sembrado en
ustedes la gracia incomparable de la vocación religiosa,
los ha traído de un modo misterioso al jardín de sus
delicias. Este Dios, Redentor suyo, se ha hecho su
Esposo. El mismo los alimenta con Su Cuerpo purísimo
y con Su Sangre apaga su sed. En Mí encontrarán el
descanso y la felicidad.
19) ¡Ay, hijita! ¿Porqué tantas almas, después de haberlas
colmado de bienes y de caricias, han de ser motivo de
tristeza para Mi Corazón? ¿No Soy siempre el mismo? ¿Acaso He cambiado para ustedes?... ¡No! Yo no
cambiaré jamás y, hasta el fin de los siglos, los amaré con predilección y con ternura.
20) Sé que están llenos de miserias, pero esto no me hará
apartar de ustedes Mis miradas más tiernas y con ansia
los estoy esperando, no sólo para aliviar sus miserias,
sino también para colmarlos de Mis beneficios.
21) Si les pido amor, no Me lo nieguen; es muy fácil amar
al que es el Amor mismo. Si les pido algo caro a su
naturaleza, les doy juntamente la gracia y la fuerza
necesaria para que sean Mi consuelo. Déjenme entrar en
sus almas y, si no encuentran en ellas nada que sea digno
de Mi, díganme con humildad y confianza: "Señor, ya
ves los frutos que produce este árbol, ven y dime qué debo hacer para que, a partir de hoy, broten los frutos
que Tu deseas".
22) Si el alma Me dice ésto con verdadero deseo de
probarme su amor, le responderé: Alma querida, deja
que Yo mismo cultive tu amor...
23) ¿Sabes los frutos que obtendrás? La victoria sobre tu
carácter reparará ofensas, expiará faltas. Si no te turbas
al recibir una corrección y la acepatas con gozo,
obtendrás que las almas cegadas por el orgullo se
humillen y pidan perdón.
24) Esto es lo que haré en tu alma si Me dejas trabajar
libremente. No florecerá en seguida el jardín, sino que
darás gran consuelo a Mi Corazón...
25) Todo ésto se Me pasó delante cuando instituí la
Eucaristía y me encendí en ansias de alimentar a las
almas. No iba a quedarme en la tierra para vivir con los
seres perfectos sino para sostener a los débiles y
alimentar a los niños... Yo los haría crecer y robustecería
sus almas, descansaría en sus miserias y sus buenos
deseos Me consolarían.
26) Pero, entre Mis elegidos hay algunas almas que Me
ocasionan pena. ¿Perseverarán todas?... Este el grito de
dolor que se escapa de Mi Corazón; éste es el gemido
que quiero que oigan las almas.
27) El Amor eterno está buscando almas que digan
nuevas cosas a cerca de las antiguas verdades ya
conocidas. El Amor infinito quiere crear, en el seno de la
humanidad, un tribunal, no de Justicia sino de pura
Misericordia. Por eso se multiplican los mensajes en el
mundo. Quien los comprende admira sus obras, se
aprovecha de ellos y hace que los demás también se
aprovechen. El que no entiende, sigue siendo esclavo del
espíritu que muere y condena.
28) A estos últimos dirijo Mi Palabra de condena, porque
entorpecen la Obra Divina y se convierten en cómplices
del maligno.
29) ¿Que astucia produce presión en sus mentes de niños
cuando condenan, encubren, reprimen lo que procede, no
de míseras criaturas, sino del Creador? A los que he
llamado pequeños revelo Mi sabiduría que, en cambio,
oculto a los soberbios...
30) Alma, deja que Me derrame en ti; has de válvula de
Mi Corazón, porque no falta alguien que comprime Mi
Amor...