Parte 3
Salmo 51 (50) Miserere
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1) Misericordia, Dios mio, por Tu bondad,
por Tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oir el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de Tu rostro,
no me quites Tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
y por los siglos de los siglos. Amén.
2) Con la confianza de haber obtenido de Tu infinita
Misericordia el perdón por mis innumerables culpas,
ofensas y negligencias me permito, oh Jesús, pedirte
perdón también por mis hermanos.
3) Pienso en los innumerables pecados que se cometen en
el mundo día a día: pecados de los individuos y de las
naciones, pecados de los súbditos y de los gobernantes;
pecados de orgullo, de sensualidad y de codicia; pecados
de pensamiento, de palabra, de obras y de omisión.
4) Por todos estos pecados y por los pobres infelices que
los cometen, me atrevo a pedir, oh Jesús, la efusión de Tu
infinita misericordia. Son los pecados los que Te hicieron
agonizar en el Huerto de los Olivos y sumergieron Tu
alma santísima en un mar de tristeza.
5) No olvides, oh Jesús, que libremente quisiste cargar
con ellos; que has querido "hacerte pecado", para borrar
los nuestros; no olvides, oh Jesús, que Te ofreciste a la ira del Padre, para rescatar a Tus hermanos culpables.
6) Oh Jesús, Te ruego renueves Tu ofrecimiento al Padre,
presentándole nuevamente Tus llagas; muéstrale las
espinas, los flagelos y los clavos que traspasaron tus
carnes; pero, especialmente, hazle ver Tu Corazón herido
y rebosante de amor por El y por nosotros, y pide Su
perdón.
7) Recuerda, oh Jesús, que mayor que todas nuestras
culpas es Tu misericordia. Viértela, oh Jesús, sobre el
mundo culpable. Busca las ovejas que se alejaron de Tu
redil y muéstrales cuán grande es la potencia de Tu amor
de Salvador.
8) Y ya que Tu Corazón está herido por las culpas de los
más íntimos, para los que renuevan el beso de Judas o la
negación de Pedro, también para ellos, oh Jesús, invoco
Tu perdón. Que ninguno de ellos cumpla el gesto
desesperado de Judas, sino que Tu gracia los induzca,
como a Pedro, a una reparación de amor.