9» Cuaresma del Año 2005
1° Mensaje: 23 de marzo
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
HD-9) Mérida, 23 de marzo de 2005 - El Señor
1) Amada alma, Sé bien lo que tu corazón ha sufrido
en este tiempo. Por eso te premio y te consuelo
contándote Mis terrenos sufrimientos…
2) Reflexiona en mis sentimientos cuando saliendo de
Getsemaní atado, burlado y traicionado, fui llevado
hacia Anás, un hombre al que temían los judíos,
porque ese viejo pontífice ejercía el dominio en forma
descarada, como para demostrar que no lo
atemorizaba su eventual destitución…
3) Este hombre Me esperaba con sentimientos hostiles,
y en lugar de ser el primero en reconocerme, su
corazón ya había decidido darme muerte. Así debía
ser, así lo quería Mi Padre y así lo quería también Yo,
aunque por motivos completamente opuestos al suyo.
4) Imagina el dolor de Mi Corazón al sentir la aspereza
con que se revestían las palabras que Me dirigía ese
miserable "Ministro" de la Antigua Alianza.
5) Me detestaba, me odiaba muchísimo desde el día en
que le contaron Mis Palabras con las cuales marqué la
protervia de aquel grupo de indignos hombres, que
dominaban en la Casa de Mi Padre.
6) Efectivamente, él estaba incluido entre aquellos a
quienes llamé "raza de víboras". Y ahora iba a
presentarme a su fiereza. Estaba por caer, porque lo
acepté y lo quise, bajo sus inmundas manos.
7) Mi parte Divina habría querido aún salvarlo. Como
Hombre, habría querido asumir toda su fangosa
herencia espiritual y material, de manera de ser
también su Salvador. Es decir, el Emmanuel. Sin
embargo, el miserable no Me lo permitió y esto Me
dolió muchísimo.
8) Así pues, Anás y sus "aliados", Me cerraron sus
almas a causa del bajo raciocinio, además de la
personal maldad de la mayor parte de ellos; puesto
que eran poquísimos los que tenían buena disposición
para Conmigo.
9) Yo prestaba atención a la Voluntad de Mi amado
Padre, no a las intenciones de Mis verdugos, por eso
dejé que Anás dijera lo que quisiese. Sin embargo,
después de algunas palabras suyas, Mi silencio lo
irritó casi hasta la locura.
10) Mira a quién entregué, en qué manos abandoné,
prácticamente, Mi Humanidad. Reflexiona en esto,
porque es muy útil para las almas; para las dudas,
para las aversiones, para los sobresaltos que
experimentan cuando alguien quiere clavarlos en
alguna cruz que es desagradable para ustedes…
11) Piensa también en este otro aspecto: Si Me entregué a Anás, como a enemigo declarado, Me entregué también a ustedes como a amigos muy amados. ¿No
es cierto? Pregunto, ¿cuántos hacen algo que Me
desagravie por los desaires, por el odio de este
maestro del infierno?
12) Pequeña Mía, Yo tuve mucha amargura durante Mi
Pasión y ahora quisiera la dulzura de sus corazones,
la aceptación entusiasta de Mi Persona, para reparar
la humillante acogida que Me ofreció Anás y
posteriormente su yerno Caifás, digno discípulo suyo,
cuando fui conducido a éste.
13) Recuérdenme así, con las manos atadas, llevando
ante dos autoridades de la Religión judía.
Obsérvenme nuevamente, humilde y tranquilo, a
merced de todos, grandes y pequeños, mientras se
esperaba que amaneciera el día de mi inmolación.
14) Piensa tú, querida y piensen todos: Yo era el juez
de todos los siglos y de toda la humanidad pasada,
presente y futura… y estaba humildemente
esperando Mi condena, para librarlos de la de ustedes
mismos…
15) ¿Puede haber mayor humillación y mayor Amor?
16) Entonces, consuélame en esta noche…