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El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: Dr. Scott Hahn
Fuente: Centro San Pablo
de Teologia Biblica

« LECCION 6 de 6

Memoria y Presencia:
Comunión Como la Venida de Cristo

Lección: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ] [ 4 ]
[ 5 ] [ 6 ]


I. En la Última Cena

»Conmemorando su muerte

»Recordando su alianza

 

II. La Fiesta Memorial

»La Pascua recordada

»El nuevo Éxodo

»Cristo, nuestro cordero pascual


III. En la Cena del Cordero

»Danos hoy nuestro pan
de cada día

»Hasta que vuelvas

»Una participación en su cuerpo
y sangre


IV. Preguntas para reflexionar

»Para Meditación Personal

 

 

III. En la Cena del Cordero
Hasta que Vuelva


En las primeras celebraciones de la Eucaristía de la Iglesia primitiva, los creyentes también rezaban por la venida del Señor en gloria, “¡Ven, Señor Jesús!”

Esta oración —en arameo Marana tha— se repetía en las reuniones litúrgicas de la primera comunidad (cfr. 1 Cor. 16:22; Apoc. 22:17,20).

Los primeros cristianos esperaban impacientemente la Segunda Venida del Señor. Se anticipaba la venida en gloria como el tiempo en que Jesús se revelaría definitivamente y llamaría a todos los pueblos a su presencia para el juicio (cfr. Mt. 24:27; 1 Tes. 2:19; 3:13; 
2 Tes. 2:1,8; 1 Jn. 2:28).

Parousía (español ‘parusía’) es la palabra griega usada en el Nuevo Testamento en dos sentidos: “venida” o “llegada” y “presencia del cuerpo”. Por ejemplo, San Pablo ocupa la palabra para hablar de su presencia física, que admite es “pobre” (cfr. 2 Cor. 10:10; Fil. 
2:12).

Fuera de la Biblia, parusía fue un término oficial para referir la visita de un rey o emperador.

Los primeros cristianos entendieron la Eucaristía como parusía.

“Pues cada vez que coman este pan y beban de este cáliz, anuncian la muerte del Señor hasta que vuelva” (1 Cor. 11:26).

Estas palabras de San Pablo se oyen en nuestras celebraciones eucarísticas como la segunda opción de la Aclamación Conmemorativa después de la consagración.

Desde antiguo, los cristianos empezaron a rezar, como nosotros ahora, “Hosanna…Bendito el que viene en el nombre del Señor” en sus celebraciones de la Eucaristía (cfr. Mt. 
21:9).

Jesús mismo dijo, en las vísperas de su pasión, “Porque les digo que ya no me volverán a ver hasta que digan: ‘Bendito el que viene en el nombre del Señor’” (cfr. Mt. 23:39).

Lo vemos cuando rezamos esta oración en la Misa porque en cada Eucaristía, Él cumple su promesa de estar con nosotros hasta el fin del mundo (cfr. Mt. 28:20).

La Eucaristía es su venida, la parusía, la Verdadera Presencia de Cristo. En la Eucaristía tenemos la presencia del cuerpo de Cristo, la venida del rey que está a la derecha de Dios (cfr. Hech. 7:56).

Al describir su “venida”, Jesús dijo, “no pasará esta generación hasta que todo esto suceda” (Mt. 24:34).

En la Última Cena, Él dijo que no iba a probar el fruto de la vid, “hasta que llegue el Reino de Dios” (Lc. 22:18).

Momentos después les dijo a sus apóstoles, “Yo, por mi parte, dispongo un Reino para ustedes, como mi Padre dispuso para mí, para que coman y beban a mi mesa en mi Reino y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel” (Lc. 22:29-30).

Estas mismas imágenes se encuentran en la visión de San Juan de la liturgia cósmica: las bodas del Cordero (cfr. Apoc. 19:9); Jesús como la Palabra de Dios y Rey de reyes (cfr. Apoc. 19:13,16); el reino de sacerdotes que reinarán con Él (cfr. Apoc. 5:10; 20:6); el trono del juicio (cfr. Apoc. 20:12); “los apóstoles del Cordero” y “las doce tribus de los hijos de Israel” (cfr. Apoc. 21:10-14).



   


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