III- La Casa del Sacrificio
El significado del sacrificio
¿Por qué Dios instituyó el sacrificio como una manera de darle adoración?
Ciertamente, Dios no “necesitaba” sacrificios, como los profetas y salmistas dijeron claramente (cfr. Sal. 50:9-13).
Desde luego, Dios parece requerir a Israel ciertos tipos de sacrificios de animales para enseñar algo al pueblo y purificarlos de su culto de falsos ídolos.
Aparentemente, Moisés reconoció esto cuando le dijo al Faraón que los egipcios se ofenderían gravemente con los sacrificios de los israelitas (cfr. Ex. 8:25-27). Los tres animales que Dios mandó sacrificar a Israel: ganado, ovejas y cabritos, fueron todos considerados figuras de dioses por los egipcios.
Dios, en efecto, estaba pidiendo a Israel matar ritualmente a “los dioses” que los israelitas antes servían en Egipto. El sacrificio iba a ser un tipo de penitencia por la idolatría de Israel (cfr. Jos. 24:14; Eze. 20:7-8; Hech. 7:39-41).
Los sacrificios de Israel tenían además otros significados.
Como hemos visto en los sacrificios de reparación y por el pecado, el rito de sacrificio frecuentemente servía como un acto de renuncia y de arrepentimiento por los pecados. La “sangre” del animal simbolizaba la vida del que ofrecía el sacrificio. Reconociendo que sus propios pecados merecían la muerte, la persona ofrecía la vida del animal en vez de su propia vida.
En otras ocasiones, el sacrificio fue un “regalo” que reconocía la soberanía de Dios sobre la creación.
Haciendo el sacrificio de las primicias de la tierra y de sus rebaños, los que oraban estaban ofreciendo algo suyo, algo que necesitaban, una parte de si mismos, para agradecer a Dios por sus bendiciones (cfr. Lev. 23:10-14; Deut. 26:1-11; Ex. 13:1-2; Num. 3:11-13, 44-51).