Wednesday April 24,2024
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El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: Dr. Scott Hahn
Fuente: Centro San Pablo
de Teologia Biblica

« LECCION 2 de 6 »

Entregado por ustedes:
El Sacrificio en el Antiguo Testamento

Lección: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ] [ 4 ]
[ 5 ] [ 6 ]


I. Ritos Iniciales

»La misericordia y la gloria de Dios

»Nuestro sacrificio

II. Orígenes del Culto

»El primer sacerdote

»Ofrecer al hijo amado

»Sacrificio pascual

»El Templo real

III. La casa del sacrificio

»Los tiempos de sacrificio

»El significado del sacrificio

»El sacrificio de acción de gracias

»“En todas partes ofrecen sacrificio”

IV. Preguntas para reflexionar

»Para Meditación Personal

 

II- Origenes del Culto
Sacrificio Pascual


Es claro que ya en el tiempo de cautiverio en Egipto, el sacrificio era central en el culto de los israelitas.

En la petición original que Moisés dirige al Faraón pide permiso para viajar al desierto “para ofrecer sacrificios a Yahvé, nuestro Dios” (cfr. Ex. 3:18; 5:3, 8,17).

Y es un sacrificio lo que marca el punto cardinal en la historia de Israel: la Pascua que propicia al pueblo el éxodo de Egipto.

La historia de Pascua (cfr. Ex. 12:1-30) es el drama que define el Antiguo Testamento. Es crucial para entender tanto la Crucifixión como el memorial de ese evento, la Misa.

Noten el eco de la historia de Abraham e Isaac. Dios llama a Israel, “mi hijo, mi primogénito” (Ex. 4:22). En la Pascua, Dios pidió a cada familia tomar un cordero sin defecto, matarlo y untar con su sangre el dintel y las dos jambas de la puerta con un manojo de hisopo. Después tenían que comer la carne asada del cordero con pan sin levadura y hierbas amargas.

Dios prometió que si los israelitas hacían todo lo que pedía, sus hijos primogénitos se salvarían. Él iba a “pasar” de largo por sus casas y herir solamente a los primogénitos de los egipcios.

El cordero sacrificado murió para que el primogénito del pueblo –y el primogénito de Dios, la nación de Israel– pudieran vivir.

La noche de la primera pascua, Dios fijó su observancia como una “fiesta memorial y una institución perpetua” para las futuras generaciones (cfr. Ex. 12:14,24).

Moisés mandó que el memorial pascual incluyera siempre una narración recordando la razón de su institución. “Y cuando sus hijos les pregunten: ‘¿qué significa este rito para ustedes?’, responderán: ‘Es el sacrificio de la Pascua de Yahvé, que pasó de largo por las casas de los israelitas en Egipto hiriendo a los egipcios y preservando nuestras casas’ “ (Ex. 12:26-27).

Cuando los israelitas alcanzan el Monte Sinaí, ratifican su alianza con Dios por medio de un sacrificio (cfr. Ex. 24:3-11).

Moisés construye un altar con doce pilares y ordenó inmolar novillos derramando la mitad de la sangre sobre el altar. Entonces escribe las palabras y los mandamientos de Dios en “el libro de la Alianza” y lo lee al pueblo.

Cuando el pueblo jura vivir de acuerdo con las palabras del libro, Moisés “tomó la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: ‘Esta es la sangre de la Alianza que Yahvé ha hecho con ustedes, de acuerdo con todas estas palabras.´” A continuación, Moisés y los ancianos tomaron un sacrificio como comida en la presencia de Dios.

Esta escena, también, será importante para nuestro estudio de la Última Cena y la Misa.

El sacrificio diario fue la característica definitiva del culto de Israel cuando entró en la Tierra Prometida.

De hecho, mucho de la Ley o Pentateuco, (los primeros cinco libros de la Biblia) está dedicado a las leyes rituales y los reglamentos que describen en detalles precisos las maneras en que los israelitas tienen que ofrecer sus sacrificios (cfr. Lev. 7-9; Num. 28; Deut. 16).

Los sacrificios tenían que ser ofrecidos frente a la “Tienda de Encuentro”, el santuario desmontable donde se guardaba el Arca de la Alianza, el sitio de la gloriosa presencia de Dios (cfr. Ex. 25:8-22; Jos. 3: 8-11).

El Arca contenía los signos de la Alianza con Dios (cfr. Heb. 9:4): las tablas de los diez mandamientos (cfr. Ex. 40:22), la vara sacerdotal de Aarón (cfr. Num. 17:25), y un poco del maná que comían los israelitas en el desierto (cfr. Ex. 16:32-33).

La ordenación de Aarón y sus hijos como sacerdotes de Israel, y el inicio del sacrificio diario, representan una coyuntura crucial en el Antiguo Testamento.

En la Tienda del Encuentro, Aarón y Moisés bendijeron al pueblo y ofrecieron un sacrificio por el pecado, un holocausto y un sacrificio de comunión, como Dios había pedido. Y salió fuego de la presencia de Dios y consumió el sacrificio en el altar (cfr. Lev. 9:22-24; Ex. 29:38-42).

En el sacrificio sacerdotal, el propósito de la Alianza con Dios es realizado: “En el altar, me encontraré con los israelitas...moraré en medio de los israelitas y seré su Dios” (Ex. 29:43,45).


   


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