II- Origenes de Culto
El Primer sacerdote
La Biblia nunca explica el sacrificio ni sus orígenes. Sin embargo, vemos su práctica desde las primeras páginas de la Escritura.
Los hijos de Adán y Eva ofrecen sacrificios—Caín de los frutos de la tierra, Abel de los primogénitos de su rebaño (cfr. Gen. 4:3-4). Noé, también, parece haber heredado la tradición de un culto que incluye la quema de animales (cfr. Gen. 7:2; 8:20).
Abraham, el padre del pueblo escogido, responde a la llamada de Dios construyendo un altar y ofreciendo sacrificios (cfr. Gen. 15:6-10; 22:13). En la primera parte de la Biblia, los “hijos” de Abraham con frecuencia construyen altares y ofrecen sacrificios (cfr. Gen. 33:20; 35:1-7).
De los sacrificios del Génesis, dos son de particular importancia para nuestro entendimiento de la Misa: el del misterioso sacerdote-rey Melquisedec (cfr. Gen. 14:18-20) y el de Abraham en Génesis 22.
Melquisedec es el primer sacerdote mencionado en la Biblia. Es “sacerdote del Dios Altísimo”. También es rey de Salem, una tierra que se llamará más tarde, “Jeru-salem”, que quiere decir “Ciudad de Paz” (cfr. Sal. 76:2).
La combinación de sacerdote y rey era rara en el Antiguo Testamento. Pero más tarde podemos ver que este título le fue dado al real hijo de David (cfr. Sal. 110:4) y, en el Nuevo Testamento, a Jesús (cfr. Heb. 7).
El sacrificio de Melquisedec es también extraordinario porque no incluyó animales. Ofreció pan y vino, tal como Jesús haría en la Última Cena.