Wednesday April 24,2024
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Mitos y Realidades
del Aborto
  



» Introducción general

Nadie a favor del aborto,
pero es la única salida

Permitir el aborto ante
un embarazo no deseado

La vida humana se inicia
con actividad cerebral

La mujer tiene derecho
de su cuerpo

Que el aborto lo decidan
los médicos

El aborto reduce el índice
de criminalidad

Que el aborto sea legal
por los que sí lo deseen

El aborto es un asunto de la propia conciencia

Abortar cuando se presenten malformaciones

10» Legalizar el aborto evita
la clandestinidad

11» El aborto es una medida
de control natal

12» Justificado el aborto
por problemas económicos

13» Se practica el aborto
"a petición"

14» Aborto, problema de salud pública

15» Teólogos piensan diferente
a la Iglesia

16» Que no imponga la Iglesia sus criterios

17» El Papa en infalible respecto al aborto

18» El bebe tiene alma hasta que tiene cerebro

19» La conciencia es el principio rector

20» Son morales algunos abortos

21» En Italia se despenalizó
el aborto

22» Católicas con el Derecho
a Decidir

23» Libertad de abortar en caso de violación

24» Documentos de la Iglesia que hablan del aborto

 


 

5.  Mito: Que el aborto lo decidan los médicos

Autor: Oscar Fernández Espinoza de los Monteros 

5 MITO. Que el aborto lo decidan los médicos, ellos saben si es conveniente o no realizarlo en cada caso.

REALIDAD Los médicos se someten a un largo período de enseñanza superior y práctica técnica. Aprenden a diagnosticar las enfermedades y aportan al enfermo la preparación especializada.

Por realizar estos servicios se les compensa con el pago, con un reconocimiento especial y con el privilegio de invadir el cuerpo ajeno con autoridad. Sin embargo, eso no les otorga el derecho a decidir si conviene o no el aborto, pues los intereses para admitirlo pueden ser múltiples.

Desde hace años existe en Estados Unidos el negocio llamado “Industria del aborto”. Anualmente se realizan en ese país alrededor de 1.3 millones de abortos y se cobra un promedio de 350 dólares por cada uno.

Carol Everett estuvo envuelta en este negocio en el área de Dallas, Texas desde 1977 hasta 1983, como directora de cuatro clínicas y dueña de dos de éstas. En aquél entonces el precio oscilaba entre los 185 y 1,250 dólares según el estado de adelanto del embarazo.

Ella personalmente llegó a ganar 150,000 dólares anuales. Más tarde la Sra. Everett se alejó de la industria del aborto por una conversión religiosa.

El ginecólogo norteamericano George Flesh, decidió abandonar la práctica del aborto cuando empezó a sufrir ataques de ansiedad, con náuseas, palpitaciones y vértigo. El mismo explica por qué, en un artículo: “Ya no estaba orgulloso de ser cirujano. Cuando volvía del trabajo y abrazaba a mis hijos, me sentía indigno de que Dios me hubiera bendecido con sus caras sonrientes.

Al comienzo de mi ejercicio profesional, una pareja de casados vino y me pidió que les practicara un aborto. Como el cuello uterino de la paciente estaba rígido, no pude dilatarlo para llevar a cabo la operación. Le dije que volviera la semana siguiente, pasada la cual el cuello uterino estaría más blando. La pareja volvió y me dijo que había cambiado de opinión. Les asistí en el nacimiento de su hijo siete meses después.

Años más tarde, pude jugar con el pequeño Jeffrey en la piscina del club de tenis del que sus padres y yo éramos miembros. Era un niño precioso y feliz. Yo estaba horrorizado al pensar que tan sólo un obstáculo técnico me impidió terminar con su vida en formación (...) Todas las mañanas, cuando abrazaba a mis hijos, empezaba a pensar en el aspirador que usaría dos horas después. Era una tensión emocional que no podía aguantar.”

La cuestión del aborto inducido no es algo que deba resolver el médico, del mismo modo que la pena de muerte no es de la competencia de los ingenieros por el hecho de que se use la silla eléctrica. 

 

   


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