Friday March 29,2024
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La Apologética Hoy
  



I- La Apologética

Necesidad de una apologética

La apologética, una tarea ingrata

¿Apologética después del Vaticano II?

La apologética no está
de moda


II- El Papa Francisco

Catequesis sobre la comunión de los santos

Fe es preparación para la belleza del Cielo

En el Juicio Final seremos juzgados por Dios en la caridad

Es una dicotomía absurda querer vivir con Jesús sin la Iglesia

"Nuestra fe tiene como centro a Jesucristo"

Cruzar el umbral de la Fe


III- Verdades de la Fe Católica

Tema 1»
La religión en el hombre

Tema 2»
Vida de Jesús

Tema 3»
Las dos naturalezas de Jesús

Tema 4»
La virginidad de María a la luz
de la verdad bíblica

Tema 5»
El santo sudario:
retrato de la pasión de Cristo

Tema 6»
La Eucaristía:
presencia real de Cristo

Tema 7»
Las raíces bíblicas del Cristianismo y Fundamento bíblico e histórico
de la Iglesia Católica

Tema 8»
El credo Bíblico

Tema 9»
El Apóstol Pedro

Tema 10»
Pedro y Pablo en Roma

Tema 11»
Ídolos e imágenes Sagradas

Tema 12»
La Virgen María en la Biblia

Tema 13»
Las apariciones de la
Virgen María

Tema 14»
Los ángeles: Mensajeros de Dios

Tema 15»
El diablo y los demonios

Tema 16»
Los Santos y las reliquias
en las sagradas escrituras

Tema 17»
Las reliquias de Cristo


IV- El demonio de la acedía

La civilización depresiva

¿Qué es la acedia?

La acedia en las escrituras

El pecado original

El demonio del mediodía

La acedia Eclesial

La acedia contra
el matrimonio y la familia

La acedia en la sociedad

¿Por qué le llamamos “demonio” a la acedia?

10» La acedia y el martirio

11» Causas y remedios al mal
de la Acedia

12» Lucha y victoria sobre
la acedia

13» La civilización del amor


V- Diversos Temas

¿Qué es el Adviento?

La Navidad, su verdadero significado

¿Es malo el proselitismo?

Las grandes herejías

El paraíso prometido es la paz de conciencia

¿Cómo y cuándo empieza a vivirse el Triduo Pascual?

Quien reza se salva

¿PARA QUÉ ORO?
¡Dios nunca me hace caso
cuando rezo!

¿De verdad creemos
sin vacilar que Dios nos dará lo que pedimos?

10» Si Dios siempre escucha, ¿por qué tarda tanto en responder?

11» Yo pedí sólo cosas buenas,
y definitivamente Dios no me
las concedió

12» Si Dios ya sabe lo que necesitamos, ¿por qué
se lo tenemos que decir?

13» Orar no es lo mismo que repetir frases mecánicamente

14» Calculando la Navidad: la auténtica historia del 25 de diciembre

15» ¿Reevangelización?
Ni complejas doctrinas ni reformas sólo el escandaloso anuncio de Cristo

16» Cambiar o Morir.
La Iglesia ante el futuro

17» Del Triunfalismo al Complejo de Culpa y Derrotismo

18» El pensamiento de Joseph Card. Ratzinger acerca de las sectas

19» David contra Goliath

20» Homilía en la misa de clausura del Congreso Nacional de Doctrina Social de la Iglesia




II- El Papa Francisco:
4. Es una dicotomía absurda querer vivir
con Jesús sin la Iglesia

Autor: Papa Francisco | Fuente: ACI Prensa || Vatican.va 

Homilia en la Misa celebrada el 23 de abril de 2013 en la Capilla Paulina del Vaticano, el día de su santo, San Jorge.

En una Eucaristía celebrada en la NNCapilla Paulina del Vaticano con los cardenales que residen en Roma, el Santo Padre agradeció a los presentes y centró su homilía en tres puntos: el fervor de evangelización de los primeros cristianos; la Iglesia que es Madre de la fe y la alegría del misionero.

A continuación el texto completo de la homilía:

Homilia del Santo Padre Francisco

Capilla Paulina
Martes, 23 de abril de 2013

Agradezco a Su Eminencia, el Señor Cardenal Decano, sus palabras: muchas gracias, Eminencia, gracias.

Les doy las gracias también a ustedes, que han querido venir hoy. Gracias. Porque me siento muy bien acogido por ustedes. Gracias. Me siento bien con ustedes, y eso me gusta.

La primera lectura de hoy me hace pensar que, precisamente en el momento en que se desencadena la persecución, prorrumpe la pujanza misionera de la Iglesia. Y estos cristianos habían llegado hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, y proclamaban la Palabra (cf. Hch 11,19).

Tenían este fervor apostólico en sus adentros, y la fe se transmite así. Algunos, de Chipre y de Cirene —no éstos, sino otros que se habían hecho cristianos—, una vez llegados a Antioquía, comenzaron a hablar también a los griegos (cf. Hch 11,20). Es un paso más. Y la Iglesia sigue adelante así. ¿De quién es esta iniciativa de hablar a los griegos, algo que no se entendía, porque se predicaba sólo a los judíos? Es del Espíritu Santo, Aquel que empujaba más y más, siempre más.

Pero en Jerusalén, al oír esto, alguno se puso un poco nervioso y enviaron una Visita Apostólica, enviaron a Bernabé (cf. Hch 11,22). Tal vez podemos decir, con un poco de sentido del humor, que esto es el comienzo teológico de la Congregación para la Doctrina de la Fe: esta Visita Apostólica de Bernabé. Él observó y vio que las cosas iban bien (cf. Hch 11,23). Y así la Iglesia es más Madre, Madre de más hijos, de muchos hijos: se convierte en Madre, Madre, cada vez más Madre, Madre que nos da la fe, la Madre que nos da una identidad. Pero la identidad cristiana no es un carnet de identidad. La identidad cristiana es una pertenencia a la Iglesia, porque todos ellos pertenecían a la Iglesia, a la Iglesia Madre, porque no es posible encontrar a Jesús fuera de la Iglesia.

El gran Pablo VI decía: Es una dicotomía absurda querer vivir con Jesús sin la Iglesia, seguir a Jesús fuera de la Iglesia, amar a Jesús sin la Iglesia (cf. Exort. Ap. Evangelii nuntiandi, 16). Y esa Iglesia Madre que nos da a Jesús nos da la identidad, que no es sólo un sello: es una pertenencia. Identidad significa pertenencia. La pertenencia a la Iglesia: ¡qué bello es esto!

La tercera idea que me viene a la mente —la primera: prorrumpió la pujanza misionera; la segunda: la Iglesia Madre— es que cuando Bernabé vio aquella multitud —el texto dice: «Y una multitud considerable se adhirió al Señor» (Hch 11,24)—, cuando vio aquella multitud, se alegró. «Al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró» (Hch 11,23). Es la alegría propia del evangelizador. Es, como decía Pablo VI, «la dulce y consoladora alegría de evangelizar» (cf. Exort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80). Y esta alegría comienza con una persecución, con una gran tristeza, y termina con alegría. Y así, la Iglesia va adelante, como dice un santo, entre las persecuciones del mundo y los consuelos del Señor (cf. San Agustín, De civitate Dei, 18,51,2: PL 41,614). Así es la vida de la Iglesia. Si queremos ir por la senda de la mundanidad, negociando con el mundo —como se quiso hacer con los Macabeos, tentados en aquel tiempo—, nunca tendremos el consuelo del Señor. Y si buscamos únicamente el consuelo, será un consuelo superficial, no el del Señor, será un consuelo humano. La Iglesia está siempre entre la Cruz y la Resurrección, entre las persecuciones y los consuelos del Señor. Y este es el camino: quien va por él no se equivoca.

Pensemos hoy en la pujanza misionera de la Iglesia: en estos discípulos que salieron de sí mismos para ponerse en camino, y también en los que tuvieron la valentía de anunciar a Jesús a los griegos, algo casi escandaloso por entonces (cf. Hch 11,19-20). Pensemos en la Iglesia Madre que crece, que crece con nuevos hijos, a los que da la identidad de la fe, porque no se puede creer en Jesús sin la Iglesia. Lo dice el mismo Jesús en el Evangelio: «Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas» (cf. Jn 10,26). Si no somos «ovejas de Jesús», la fe no llega; es una fe de agua de rosas, una fe sin sustancia. Y pensemos en la consolación que tuvo Bernabé, que es precisamente «la dulce y consoladora alegría de evangelizar». Y pidamos al Señor esa parresia, ese fervor apostólico que nos impulse a seguir adelante, como hermanos, todos nosotros: ¡adelante! Adelante, llevando el nombre de Jesús en el seno de la Santa Madre Iglesia, como decía San Ignacio, jerarquía y católica. Que así sea.

 

 

   


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