Thursday March 28,2024
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La Apologética Hoy
  



I- La Apologética

Necesidad de una apologética

La apologética, una tarea ingrata

¿Apologética después del Vaticano II?

La apologética no está
de moda


II- El Papa Francisco

Catequesis sobre la comunión de los santos

Fe es preparación para la belleza del Cielo

En el Juicio Final seremos juzgados por Dios en la caridad

Es una dicotomía absurda querer vivir con Jesús sin la Iglesia

"Nuestra fe tiene como centro a Jesucristo"

Cruzar el umbral de la Fe


III- Verdades de la Fe Católica

Tema 1»
La religión en el hombre

Tema 2»
Vida de Jesús

Tema 3»
Las dos naturalezas de Jesús

Tema 4»
La virginidad de María a la luz
de la verdad bíblica

Tema 5»
El santo sudario:
retrato de la pasión de Cristo

Tema 6»
La Eucaristía:
presencia real de Cristo

Tema 7»
Las raíces bíblicas del Cristianismo y Fundamento bíblico e histórico
de la Iglesia Católica

Tema 8»
El credo Bíblico

Tema 9»
El Apóstol Pedro

Tema 10»
Pedro y Pablo en Roma

Tema 11»
Ídolos e imágenes Sagradas

Tema 12»
La Virgen María en la Biblia

Tema 13»
Las apariciones de la
Virgen María

Tema 14»
Los ángeles: Mensajeros de Dios

Tema 15»
El diablo y los demonios

Tema 16»
Los Santos y las reliquias
en las sagradas escrituras

Tema 17»
Las reliquias de Cristo


IV- El demonio de la acedía

La civilización depresiva

¿Qué es la acedia?

La acedia en las escrituras

El pecado original

El demonio del mediodía

La acedia Eclesial

La acedia contra
el matrimonio y la familia

La acedia en la sociedad

¿Por qué le llamamos “demonio” a la acedia?

10» La acedia y el martirio

11» Causas y remedios al mal
de la Acedia

12» Lucha y victoria sobre
la acedia

13» La civilización del amor


V- Diversos Temas

¿Qué es el Adviento?

La Navidad, su verdadero significado

¿Es malo el proselitismo?

Las grandes herejías

El paraíso prometido es la paz de conciencia

¿Cómo y cuándo empieza a vivirse el Triduo Pascual?

Quien reza se salva

¿PARA QUÉ ORO?
¡Dios nunca me hace caso
cuando rezo!

¿De verdad creemos
sin vacilar que Dios nos dará lo que pedimos?

10» Si Dios siempre escucha, ¿por qué tarda tanto en responder?

11» Yo pedí sólo cosas buenas,
y definitivamente Dios no me
las concedió

12» Si Dios ya sabe lo que necesitamos, ¿por qué
se lo tenemos que decir?

13» Orar no es lo mismo que repetir frases mecánicamente

14» Calculando la Navidad: la auténtica historia del 25 de diciembre

15» ¿Reevangelización?
Ni complejas doctrinas ni reformas sólo el escandaloso anuncio de Cristo

16» Cambiar o Morir.
La Iglesia ante el futuro

17» Del Triunfalismo al Complejo de Culpa y Derrotismo

18» El pensamiento de Joseph Card. Ratzinger acerca de las sectas

19» David contra Goliath

20» Homilía en la misa de clausura del Congreso Nacional de Doctrina Social de la Iglesia




I-  La Apologética:
4. La apologética no está de moda

Autor: P. Flaviano Amatulli Valente 

La apologética tiene que ser considerada como parte integrante de la misma evangelización..

La gran tiranía 

Hoy existe una gran tiranía, que se está apoderando de todos los sectores de la sociedad, en todas las latitudes. Es un monstruo que avanza imponiendo su ley, la de la demanda y la oferta, con sus apéndices que son el éxito, la fama y la moda. Se trata del «mercado», una palabra mágica, un poder oculto, que todo lo pervade con su fascinación irresistible, el «business», el negocio. Para que algo tenga valor, tiene que transformarse en «negocio», entrar en el «mercado», mirar hacia el éxito, dando fama y poder. De otra manera no sirve para nada. 

Este monstruo se está posesionando también de la religión, la religión de la demanda y la oferta, del éxito, del negocio. Si algo le gusta a la gente, quiere decir que es bueno, hay que dárselo. Tantas religiones cuantos son los gustos de la gente con sus preocupaciones reales: salud, curiosidad, superación persona, emocionalismo, euforia, espanto... La religión «cocktail» para cada gusto. Gusto y negocio, demanda y oferta, éxito... 

¿Y la verdad? «¿Qué es la verdad?», preguntó Pilato a Jesús (Jn 18,38). Es la lógica de las sectas, que son la versión religiosa de la ley del mercado, de la demanda y de la oferta, sin ninguna preocupación por la verdad y la moralidad objetivas. En muchos casos, la misma Biblia es un ingrediente más para el «cocktail», hecho de psicología, hipnosis, terapia grupal, etc. 


Apologética en decadencia 

Lo malo es que también dentro de la Iglesia ha entrado algo de este virus del «mercado», el «éxito» y el «negocio». Así se justifican ciertas prácticas, rayanas en la idolatría, por el simple hecho que «así le gusta a la gente», «es la fe del pueblo sencillo» «representa una buena entrada económica»... 

Por el simple hecho de que alguien aparece en la pantalla televisiva, hace noticia, cuenta con muchos seguidores, le va bien económicamente, quiere decir que tienen razón, anda bien, agarró la onda... hace progresar la obra de Dios, es un ejemplo a seguir. ¡Ay de los inconformes! A menos que de la inconformidad no se haga una moda y no se transforme en un negocio. Entonces, sí, vengan todas la inconformidades posibles.

Hasta el hombre «controvertido» y el «asesino» pueden transformarse en «estrellas» alimentar el «mercado», engendrando «business», fama, poder y éxito. Por eso la apologética hoy se encuentra en tanta decadencia, por el hecho de que se presenta como algo característico del pasado, fuera de moda. 

Hoy las palabras claves son «apertura», «tolerancia», «ecumenismo». El mejor elogio que se puede hacer a uno es calificarlo de «progresista», de «avanzada». Claro que, en esta perspectiva, no hay lugar para la apologética. Y no faltan los sofismas: «la fe no se defiende, se vive»; «Cristo no necesita que alguien lo defienda, sabe defenderse solo», etc., etc. Como se tratara de defender la fe escondida en las bibliotecas o al Cristo glorioso que está en el cielo.

El hecho es que quieren aparentar ser «progresistas» y se espantan frente a la perspectiva de ser considerados «retrógradas». 

Al interior de la Iglesia, ¿acaso nadie se da cuenta de los múltiples errores que circulan entre los fieles? Entonces, ¿porqué no intervienen? Evidentemente para no ser incluidos en la lista de los «conservadores». 

¿Acaso muchos presbíteros no se dan cuenta que sus ovejas están siendo arrebatadas por los lobos rapaces? Entonces, ¿por qué no toman cartas en el asunto? Por miedo a ser considerados «conservadores». 

Es tan grande este miedo, que no valen ni las reiteradas intervenciones del Papa, ni la angustia y el sufrimiento del pueblo para cambiar de actitud. Les resulta más fácil y gratificante decir: «Yo me llevo muy bien con esa gente; hasta tengo algunos amigos que son pastores», que prepararse sobre el tema de las sectas para ayudar a los feligreses que se encuentran con problemas. 


Falta de amor

El buen nombre, la fama, el deseo de vivir en paz, el egoísmo pueden más que el amor. Sí, en resumidas cuentas, de eso se trata: escoger entre los propios intereses y el bien del prójimo, la propia comodidad y el riesgo a enfrentarse a un problema tan complicado y de tan pocas satisfacciones. A esos señores, que se sienten tan seguros de haber escogido el camino más correcto por no meterse en líos, les pregunto: 

«¿Acaso a lo largo de la historia los que se entregaron a la ardua tarea de profundizar, aclara y defender la fe ante el acecho de los herejes, lo hicieron por el simple gusto de pelear? ¿Acaso no lo hicieron por el amor hacia la verdad y los hermanos, acosados por la duda y deseosos de una orientación que les devolviera la paz?»

He aquí lo que escribió a este propósito San Ireneo en la introducción a sus cinco tomos Adversus Haereses (Contra los herejes): 

«Para mí es insólito escribir, no tengo práctica alguna, pero me empuja el amor...Hay que hacer todo lo posible par evitar que algunos sean arrebatados como corderos por lobos vestidos de oveja».

Origen de un malentendido

En los tiempos pasados, la apologética consistía en defender la fe católica de los ataques de sus enemigos. Se dirigía esencialmente a los de afuera, para que tomaran conciencia de la falsedad de sus ataque. Hoy, la apologética se dirige, antes que nada, a los de adentro para que no se dejen confundir por los que se salieron de la misma Iglesia y tratan de llevárselos a sus grupos. Antes, los que no conocían la fe eran los de afuera; hoy, los que no conocen la fe son los de afuera y los de adentro. 

Por no haber entendido esta situación, tal vez muchos están en contra de la apologética, pensando que nuestro principal objetivo consiste en querer atacar o convencer a los de afuera. No nuestra preocupación principal consiste en fortalecer la fe de los que están dentro de la Iglesia, aclarando su identidad y dando respuesta a las posibles dudas que puedan derivar de los ataques de las sectas. 
En un segundo tiempo, nuestra acción se dirige también hacia los hermanos que dejaron la Iglesia de buena fe y siguen abiertos al diálogo (muy pocos en verdad), para que queden cuestionados y se abran a la posibilidad de un regreso a la Iglesia, de la cual nunca debieron hacer salido. 


Revivir la sana apologética 

Por lo tanto, hoy más que nunca, es necesario revivir la sana apologética, no por el gusto al pleito o como juego intelectual, sino para ayudar al pueblo católico a tener ideas claras acerca de su fe y no dejarse confundir por la enorme avalancha de falsos profetas y falsos cristos (Mc 13,22), que están invadiendo el mundo tomando la religión como un negocio más (1 Tim 6,5.10), sin aquel cuidado, respeto y delicadeza que merece todo lo que se refiere a Dios, a la misma esencia del hombre y su destino final.

Como es fácil notar, se trata de una tarea extremadamente delicada y compleja, teniendo presente la multiplicidad y variedad de los desafíos a los que se tienen que dar una respuesta: ateísmo, sectas de tipo protestante, nuevos movimientos religiosos cargados de esoterismo, influjos orientales, psicología, etc.

Se necesitan «especialistas» en las distintas ramas, para que investiguen sus contenidos y aclaren los puntos que contradicen nuestra fe, para evitar que católicos «ingenuos» fácilmente se dejen envolver sin darse cuenta de sus implicaciones profundas, como está pasando ahora con la teoría de la «reencarnación». Muchos católicos, que hasta se creen preparados y comprometidos, la están aceptando sin pestañear siquiera, como si se tratara de algo indiferente para la fe católica y no cayendo en la cuenta de que se trata de algo completamente contrario.

En realidad, ¿como se puede compaginar la creencia en una sucesión de vidas con la doctrina de la «muerte, el juicio, el infierno y la gloria»? 

Así que, hoy más que nunca, es urgente que en la Iglesia se desarrolle un verdadero «ministerio» para hacer frente a esta problemática, un ministerio que abarque distintos aspectos: investigación, divulgación y asesoría práctica con elación a los hermanos «débiles en la fe», que necesitan una ayuda para superar la crisis en que se encuentran y así poder lanzarse con más libertad y confianza en el seguimiento de Cristo. 

En este sentido, la apologética tiene que ser considerada como parte integrante de la misma evangelización. En realidad, sin la apologética, se corre el riesgo de construir sobre arena, al no contar el católico con bases firmes para hacer frente a las continuas provocaciones que le vienen de todas partes. 

Frente a esto, alguien podría decir: «Falta que también la apologética hoy se vuelva en una moda y entre en la lógica del mercado». Mejor así que abandonar a las ovejas en las garras del lobo.

 

   


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