Thursday March 28,2024
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MATRIMONIOS FELICES


»  Oración

»  Introducción


1»  Noviazgo

2»  Matrimonio - Parte 1

3»  Matrimonio - Parte 2

4»  Amor - Parte 1

5»  Amor - Parte 2

6»  Diálogo - Parte 1

7»  Diálogo - Parte 2

8»  Diálogo - Parte 3

9»  Perdonar - Parte 1

10»  Perdonar - Parte 2

11»  Fidelidad - Parte 1

12»  Fidelidad - Parte 2

13»  Aspecto sexual - Parte 1

14»  Aspecto sexual - Parte 2

15»  Abiertos a la vida
Parte 1

16»  Abiertos a la vida
Parte 2

17»  Los hijos

18»  Matrimonio Cristiano
Parte 1

19»  Matrimonio Cristiano
Parte 2

20»  Oración - Parte 1

21»  Oración - Parte 2

22»  Matrimonios Felices
Parte 1

23»  Matrimonios Felices
Parte 2

24»  Matrimonios Felices
Parte 3

25»  Esposa ideal - Parte 1

26»  Esposa ideal - Parte 2

27»  Un Mensaje de María

28»  Renovación de las Promesas Matrimoniales

29»  Entronización del Corazón
de Jesús

30»  Consagración a María

31»  Consagración al Corazón
de Jesús

32»  Consagración de la familia al Corazón de Jesús


33»  Conclusión

34»  Bibliografía

 

17» Los Hijos

Autor: P. Angel Peña O.A.R  

Dice la Biblia que los hijos son una bendición de Dios. No hay ningún versículo que afirme lo contrario. No son posesiones de los padres, como si fueran juguetes para su disfrute.

Hay que quererlos por sí mismos, pues tienen una dignidad inmensa por ser hijos de Dios, creados a imagen y semejanza de Dios.

La Biblia dice: La herencia que da el Señor son los hijos; su salario el fruto del vientre: son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado, cuando litigue con su adversario en la plaza
(Sal 126, 3-5).

Tus hijos son como renuevos de olivo alrededor de tu mesa: ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga… y veas a los hijos de tus hijos (Sal 127, 3-4).

El Señor, a la estéril, le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos (Sal 112, 9). La corona del anciano son sus hijos y sus nietos; los hijos son la honra de sus padres (Prov 17, 6).

Los hijos son un tesoro que Dios da a los padres y deben cuidarlos y educarlos con todo cariño, consagrándolos al Señor por medio de María.

Así lo he visto que lo hacía mi hermana Inés con sus hijos; y lo recomiendo a todas las mamás.

Que al nacer sus hijos, los lleven ante una imagen de la Virgen y allí se los entreguen para que María tenga un cuidado especial de ellos y los cubra y los proteja con su manto durante toda su vida.

Ahora bien, a los hijos hay que educarlos de común acuerdo. Los padres no pueden contradecirse mutuamente en su modo de actuar con ellos.

Deben darles buenos ejemplos, ya que un ejemplo vale más que mil palabras. No se puede pretender que los niños sean sinceros, si ven en la casa que su padre le miente a su madre o viceversa. Y así en todo.

Por esto, sería bueno tener en cuenta algunos consejos.

- Nunca mentir, ni siquiera para quedar bien ante los demás. Y cumplir la palabra dada, tanto para darles un premio como un castigo.

- Nunca comparar a uno con otros. Cada uno es diferente con cualidades y limitaciones personales.

- No decirles palabras insultantes o de desprecio, pues se les baja la autoestima. Más bien, hay que alabarlos, cuando se lo merezcan y alegrarnos con ellos.

- Hay que abrazarlos y besarlos, frecuentemente, no sólo la madre, sino también el padre. Los niños hombres necesitan el cariño físico de su padre.

- Saber escucharlos, cuando tengan algo que decirnos. No decirles constantemente que no tenemos tiempo, porque estamos muy ocupados. ¿Puede haber algo más importante para los padres que sus hijos?

- Acompañarlos a la iglesia para educarlos en la fe con el ejemplo. Que los niños vean a sus padres confesarse y comulgar para que así ellos lo acepten como algo normal en una familia cristiana, que está bendecida por Dios desde el día de su matrimonio.

- Nunca gritarles, es preferible decirles las cosas con calma, aunque haya que castigarles, no con castigos físicos, sino privándoles de algo que les guste, como ver televisión o salir a jugar con sus amigos.

- Enseñarles a hacer las cosas por sí mismos. No ahorrarles esfuerzo, pues deben aprender a luchar, a sacrificarse y esforzarse para conseguir sus metas.

Y, por encima de todo, mucho amor. Que los niños sientan que son importantes para sus padres y que éstos los aman con todo su corazón.

La Madre Teresa de Calcuta decía:

Sabemos que el mejor lugar para que los niños aprendan a amar y rezar es el seno de la familia, viendo el amor y la oración de su madre y de su padre. Cuando las familias se rompen o están separadas, muchos niños crecen sin saber cómo amar y cómo rezar.

Aquel país cuyas familias hayan sido destruidas de esta manera, tendrán muchos problemas. He visto con frecuencia, especialmente en los países ricos, cómo los hijos se lanzan a las drogas y a otras cosas para huir del sentimiento de no ser queridos y de verse rechazados
9.

El amor es la mejor medicina para los problemas de la familia.

Oremos a Dios y pidámosle más amor para amar más, pues Dios es la fuente de todo auténtico amor.


9 Mensaje a los delegados de la IV Conferencia internacional sobre la mujer de la ONU, Pekín, setiembre de 1995.
   


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