Thursday March 28,2024
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«PARTE 6 de 6

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EL PERFUME DEL SABER

En cierta ocasión, estaban en un convento trabajando arduamente unos monjes, cuando en forma imprevista llegó otro siervo del Señor, el cual era un peregrino andante que se dedicaba a predicar la Palabra de Dios.

Golpeó la puerta principal del monasterio y les dijo a gritos a las personas que él veía como labradores del convento:

- Vengo a visitarlos para hablarles del Señor - infirió.

Las personas, que no eran otra cosa mas que los monjes del monasterio, realmente se sentían muy ocupados y atareados; de inmediato, al oír los gritos, se empezaron a molestar entre ellos:

- ¿Qué puede enseñarnos éste que grita, a nosotros, que no sepamos ya?

- ¡Sólo llega este peregrino del Señor a hacernos perder el tiempo! - comentaban entre ellos muy contrariados.

Pero en medio de ese descontento, finalmente decidieron hacerlo pasar, e insinuarle muy sutilmente que no podían ellos detenerse de sus labores para escucharlo.

Ya adentro, uno de los monjes lo invita a pasar, a probar alimento y a descansar un rato de su viaje.
Finalmente le ofreció algo  para cenar, pero al mismo tiempo le dio poca comida; sólo le ofreció un vaso de leche al peregrino del Señor.

Diciéndole, al mismo tiempo de servirle:
- Mira, es lo único que tenemos para darte de comer en este momento, y no tenemos tiempo de sobra para prepararte otra comida.

El siervo del Señor, que no era tonto, interpretó inmediatamente la sutileza de las palabras o indirecta del monje.

El, a su vez, colocó un pétalo de rosa sobre el vaso de leche que le habían ofrecido y dijo:

- ¿Ves este pétalo que he agregado a la leche y que flota en la superficie del líquido?, ¿pero te das cuenta realmente que el pétalo no rebasa el borde del vaso? ¿Te das cuenta y captas que, por el contrario, no sólo ocupa un lugar en el vaso, sino que además perfuma la leche que tú me has traído?

El monje del convento calló,  por la sutileza de las palabras del viajero y, finalmente, él se retiró muy avergonzado por sus palabras anteriores: él, igual que el viajero peregrino, también había captado la sutil respuesta a su argumento dado al siervo del Señor.

Por más que estemos  supuestamente atareados, siempre debe haber un tiempo en nuestras vidas, y un lugar en  nuestros corazones para escuchar la Palabra de Dios