Friday March 29,2024
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UNA MUESTRA DE AMOR

Vivo en México en una población llamada Teocaltiche, Jalisco, para ser exactos.

Tengo 31 años y estoy casada desde hace 13 años.

Hace un año empecé a enfermar de muchas cosas que yo no esperaba; primero comencé con artritis reumática y terminé con la tiroides muy atrofiada.

Comencé a desarrollar una enfermedad que se llama vitíligo: son manchas blancas en la piel, pero ésta me afectó muchísimo, pues en menos de 2 meses mi cuerpo estaba totalmente cubierto de manchas.

Esto hizo que entrara en una etapa depresiva bastante fuerte, pero Dios sabía por lo que pasaría y por eso me mandó 3 grandes maestros para poder superarla:
mi esposo Sergio y mis 2 hijos Abraham de 12 años e Isaac de 7 años. El más pequeño es fanático de los aviones.

En uno de esos días malos, que ni el sol me calentaba y no quería salir ni a hacer compras para hacerles de comer a mis pequeños, le dije a mi niño:

- ¿Verdad Isaac que mis manchas se ven muy feas? - claro, queriendo que tal vez la respuesta fuera "sí", para seguir compadeciéndome a mí misma y seguir siendo la mártir del año.

Pero para mi sorpresa, volteó,  me vio y sólo dijo "no"; corrió a la mesa y tomó una lapicera y como pudo me dibujó en el brazo un avión y me dijo:

- Mira mami, éste es el avión y las manchas son las nubes.

No pude más que sentarme a llorar y darme cuenta que ese pequeño maestro de amor no tenía la misma perspectiva que yo, pues donde yo veía un cuerpo con manchas él sólo veía el cielo.

A partir de ese día deje de usar manga larga, pues la usaba aunque hiciera mucho calor con el fin de cubrir mis manchas.

Y ahora, cuando la gente me pregunta: ¿qué te paso?, ¿por qué estás asi?, sólo digo: estoy enferma de vitíligo, pero mi hijo me enseñó que esto que se ve no son manchas, sino unas hermosas nubes blancas.

¿Y el avión? Claro que con las bañadas se me borró, pero en mi corazón quedó tatuado para toda mi vida.

Aún de vez en cuando, que comienzo a deprimirme, le pido , que me dibuje uno de sus hermosos aviones para no olvidar aquella experiencia de amor.

Quería compartir esto, como muestra de que nuestros  pequeños siempre tienen algo  qué decirnos y qué  enseñarnos.

Con cariño:

        Bere Valdivia