Thursday April 25,2024
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INDICE REFLEXIONES

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LISTA DE COMPRAS

Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba derrota, entró a una tienda.
La mujer se acercó al dueño de la tienda y de la manera más humilde, le preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito.

Con voz suave le explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar; tenía siete niños y necesitaban comida.   El dueño le pidió que abandonara su tienda.
Sabiendo la necesidad que estaba pasando su familia, la mujer continuó:

- ¡Por favor, señor! Se lo  pagaré tan pronto como pueda.
El dueño le dijo que no podía darle crédito, ya que no tenía una cuenta de crédito en su tienda.

De pie, cerca del mostrador, se encontraba un cliente, que escuchó la conversación entre el dueño de la tienda y la mujer.

El cliente se acercó y le dijo al dueño de la tienda que él se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia. El dueño, preguntó a la mujer:

- ¿Tiene usted una lista de compras?  La mujer dijo:  Sí señor.

Está bien, -dijo el dueño-  ponga su lista en la balanza, y lo que pese su lista le daré yo en comestibles.

La mujer titubeó por un momento, y cabizbaja, buscó en su cartera un pedazo de papel y escribió algo en él.   Puso el pedazo de papel, en la balanza.

Los ojos del dueño y del cliente se llenaron de asombro cuando la balanza se fue hasta lo más bajo, y se quedó así.

El dueño entonces, sin dejar de mirar la balanza dijo:
- ¡No lo puedo creer!

El cliente sonrió, y el dueño comenzó a poner comestibles al otro lado de la balanza.
La balanza no se movió, por lo que continuó poniendo más y más comestibles, hasta que no aguantó más.

El dueño se quedó allí, parado con gran asombro.
Finalmente, agarró el pedazo de papel y lo miró con mucho más asombro...

No era una lista de compras, era una oración que decía:

"Querido Señor, tú conoces mis necesidades, y yo voy a dejar esto en tus manos".
El dueño de la tienda le dio los comestibles que había reunido, y quedó allí en silencio.
La mujer le agradeció y abandonó su tienda.

El cliente le entregó un billete de quinientos pesos al dueño y  le dijo:
- Valió cada centavo de este billete. 

Sólo Dios sabe cuánto pesa una Oración.   La Oración es uno de los mejores regalos gratuitos que recibimos.  No tiene costo, pero sí muchas recompensas.

La oración es el aliento del alma, y debe conducirnos a persistir en nuestro intento de
conocer la voluntad del Padre.