Thursday March 28,2024
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INDICE REFLEXIONES

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¿ES USTED JESÚS?

Un grupo de vendedores fue a una convención de ventas. Todos le habían prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para cenar el viernes por la noche. Sin embargo, la convención terminó un poco tarde, y llegaron retrasados al aeropuerto. Entraron todos con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos.

De repente, y sin querer, uno de los vendedores tropezó con una mesa, que tenía una canasta de manzanas. Las manzanas salieron volando por todas partes. Sin detenerse, ni voltear para atrás, los vendedores siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a subirse al avión. Todos menos uno. Este se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas. Les dijo a sus amigos que siguieran sin él, y le pidió a uno de ellos, que al llegar llamara a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo más tarde.

Luego, se regresó a la terminal, y se encontró con todas las manzanas tiradas por el suelo. Su sorpresa fue enorme, al darse cuenta de que la dueña del puesto era una niña ciega. La encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo por sus mejillas. Tanteaba el piso,
tratando en vano de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba, vertiginosa, sin detenerse; sin importarle su desdicha.

El hombre se arrodilló junto con ella, recogió las manzanas, las metió a la canasta y le ayudó a montar el puesto nuevamente. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que muchas se habían golpeado y estaban maltratadas. Las tomó y las puso en otra canasta. Cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña:

- Toma, por favor, estos cien pesos por el daño que hicimos. ¿Estás bien?
Ella, llorando, asintió con la cabeza. El continuó, diciéndole: -Espero no haber arruinado tu día.

Conforme el vendedor empezó a alejarse, la niña le gritó: - Señor...
Él se detuvo, y volteó a mirar esos ojos ciegos. Ella continuó: -¿Es usted Jesús?
El se paró en seco y dio varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo, con esa pregunta quemándole y vibrando en su alma: "¿Es usted Jesús?"

Y a ti, ¿la gente te confunde con Jesús? Porque ese es nuestro destino, ¿no es así?
Parecemos tanto a Jesús, que la gente no pueda distinguir la diferencia. Parecemos tanto a Jesús, conforme vivimos en un mundo que está ciego a Su Amor, Su Vida y Su Gracia.
Si decimos que conocemos a Jesús, deberíamos vivir y actuar como lo haría Él.

Conocerlo es mucho más que citar los Evangelios e ir a la Iglesia. Es, en realidad, vivir Su
Palabra cada día. Tú eres la niñ@ de sus ojos, aun cuando hayas sido golpead® por las caídas.

Él dejó todo y nos recogió a ti y a mí en el Calvario, y pagó por nuestra fruta dañada.
¡Empecemos a vivir como si valiéramos el precio que Él pagó!
¡Empecemos hoy!