Monday March 18,2024
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INDICE REFLEXIONES

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UNA NUEVA OPORTUNIDAD

Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran mansión, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo; su heredero. Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos, y ser adulado por ellos. Su padre siempre le advertía que sus amigos sólo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después le abandonarían.

Un día el padre, ya avanzado en edad, le pidió a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: "Para que nunca desprecies las palabras de tu padre". Mas tarde, llamó a su hijo, lo llevó al establo y le dijo:

- Hijo mío, yo ya estoy viejo, y cuando yo me vaya, tú te encargarás de todo lo que es mío. Yo sé cuál será tu futuro: vas a dejar la estancia en manos de los empleados, y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sustentarte, y cuando no tengas nada, tus amigos se apartarán de ti. Sólo entonces, te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado. Fue por esto que construí esta horca. ¡Ella es para ti! Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella.

El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir al padre se lo prometió, pensando que eso jamás podría suceder. El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo. Pero así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad. Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida, y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir:

- ¡Ah, padre mío! Si yo hubiese escuchado tus consejos. Pero ahora es demasiado tarde. Apesadumbrado, el joven levantó la vista, y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llenas de polvo. Entonces pensó:

- Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero al menos esta vez, haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más. Entonces subió los escalones, se colocó la cuerda en el cuello y pensó: ¡Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad...! Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones, y por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... Era el fin. Pero el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente; el joven cayó al piso, y sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos, pero muchos brillantes...
La horca estaba llena de piedras preciosas, y una nota también cayó en medio de ellas. En ella estaba escrito:

- Hijo; ésta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre.