Friday March 29,2024
Iniciar pagina principal Quienes somos y que hacemos Mision principal del sitio en internet Como rezar el santo rosario, oraciones, etc. Base de datos de documentos recopilados Servicio de asesoria via e-mail. Calendario de eventos en el bimestre Personas para establecer contacto
 


INDICE REFLEXIONES

« PARTE 3 de 6 »

Partes[ 1 ] [ 2 ] [ 3 ] [ 4 ] [ 5 ] [ 6 ]


EL INVENTARIO

Aquel día lo vi distinto. Tenía la mirada enfocada en lo distante. Casi ausente. Pienso ahora, que tal vez presentía que ese era el último día de su vida. Me aproximé, y le dije:

- ¡Buen día, abuelo!

Y él extendió su silencio. Me senté junto a su sillón, y luego de un misterioso instante, exclamó:

¡Hoy es día de inventario, hijo! ¿Inventario? – pregunté sorprendido.

Sí. ¡El inventario de las cosas perdidas! - me contestó con cierta energía, y no sé si con tristeza o alegría. Y prosiguió: Del lugar de donde yo vengo, las montañas quiebran el
cielo, como monstruosas presencias constantes. Siempre tuve deseos de escalar la más
alta. Nunca lo hice, no tuve el tiempo ni la voluntad suficientes para sobreponerme a mi inercia existencial...

Recuerdo también a Mará, aquella chica que amé en silencio por cuatro años, hasta que un día se marchó del pueblo sin yo saberlo.

¿Sabes algo? También estuve a punto de estudiar ingeniería, pero mis padres no pudieron pagarme los estudios. Además, el trabajo en la carpintería de mi padre no me permitía viajar.

Tantas cosas no concluidas, tantos amores no declarados, ¡tantas oportunidades perdidas!

Luego, su mirada se hundió aún más en el vacío. Y continuó:

- En los treinta años que estuve casado con Rita, creo que sólo cuatro o cinco veces le dije:  "te amo".

Luego de un breve silencio, regresó de su viaje mental, y mirándome a los ojos, me dijo:  -        Este es mi inventario de cosas perdidas, la revisión de mi vida. A mí ya no me sirve. A ti sí.  Te lo dejo como regalo, para que puedas hacer tu inventario a tiempo.

Y luego, con cierta alegría en el rostro, continuó con entusiasmo, y casi divertido:

¿Sabes qué he descubierto  en estos días? ¿Qué, abuelo? –Aguardé unos segundos y no contestó,  sólo me interrogó nuevamente  ¿Cuál es el pecado más grave en la vida de un hombre?

No lo había pensado - contesté con inseguridad, sorprendido por la pregunta.

Supongo que matar a otros  seres humanos, odiar al prójimo y desearle el mal. Tener malos  pensamientos, ¿tal ves?  Movió su cara de lado a lado, como reacción a mi respuesta errada. Me miró intensamente, como remarcando el momento,   y en tono grave y firme me señaló:

- El pecado más grave en la vida de un ser humano, es el pecado de omisión. Y lo más doloroso, es recordar las cosas perdidas, sin tener tiempo para encontrarlas y recuperarlas.

Al día siguiente, regresé temprano a casa, luego del entierro del abuelo, para realizar en forma urgente mi propio inventario de las cosas perdidas.