Friday April 19,2024
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INDICE REFLEXIONES

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ROSAS BLANCAS

Entré a la tienda  departamental de mi ciudad para hacer unas compras navideñas de último minuto. Miré a toda la gente y renegué entre dientes.

Estaría allí hasta muy tarde y tenía muchísimo que hacer. Navidad estaba comenzando a ser un enfado.  Yo preferiría dormir hasta que pasara la navidad.

Me fui lo más pronto posible entre toda la gente y me dirigí al departamento de juguetes.

Estando allí, renegué de nuevo sobre los precios y me puse a pensar que si mis nietos los apreciarían, o si iban a jugar con ellos.

Me encontré en la sección de las muñecas. De reojo, miré un niño de más o menos cinco años abrazando una linda muñeca. Le tocaba su cabello y la abrazaba tan tiernamente que, sin querer, seguía yo volteando hacia él y pensando para quién sería esa muñeca.

Lo miré que volteó hacia una mujer a quien llamó "tía" y le dijo: -"¿Estás segura que no
tenemos suficiente dinero?"-  La mujer le respondió con impaciencia:

- "Tú sabes que no tenemos  suficiente dinero para comprarla".

Su tía le dijo al niño que no se moviera de allí, que ella tenía que comprar otras cosas y regresaría en pocos minutos; luego se retiró.

El niño continuó abrazando la muñeca. Después de un ratito, le pregunté que para quién era la muñeca.

Me contestó: -"Es la muñeca que tanto ansió mi hermanita para Navidad. Ella estaba segurísima de que el niñito Dios se la regalaría".

Le dije que quizás el niñito Dios se la llevaría y él contestó: -"No, el niñito Dios no puede ir a donde está mi hermana, tengo que darle la muñeca a mi Mamá para que se la lleve".

Le pregunté que en dónde estaba su hermanita.  Me miró con sus ojos llenos de tristeza y me dijo: -"Ella se ha ido con Jesús, mi papá dice que mamá tendrá que irse para estar con ella".  Mi corazón casi paró de latir. Luego, me volvió a mirar el niño y me dijo:

- "Le dije a mi papá que le dijera a mi mamá que no se fuera todavía, que esperara hasta que volviera yo de la tienda".

Luego me preguntó que si quería yo ver su fotografía. Le dije que me encantaría.

Sacó unas fotos que se había tomado frente a la tienda y me dijo:

- "Quiero que mi mamá se lleve estas fotos para que nunca me olvide, yo quiero tanto a mi mamá y quisiera que no tuviera que dejarme, pero papá dice que necesita estar con mi hermanita".

Miré que el niño agachó su cabeza y se puso muy callado. Mientras él no miraba, metí mi mano a mi bolso y tomé un puño de billetes.

Le pregunté al niño: -"¿Contamos de nuevo el dinero?". Se puso muy contento
y me respondió que sí, que él sabía que tenía que ser suficiente.

Metí mi dinero entre el de él y lo comenzamos a contar. Era lo suficiente para la muñeca. Suavemente dijo:  -"Gracias Jesús, por darme suficiente dinero".

Entonces el niño me dijo:  -"Le pedí a Jesús que me diera suficiente dinero para
comprar esta muñeca, para que mamá se la pueda llevar a mi hermanita y Él escuchó mi oración. También quería pedirle para comprarle una rosa blanca a mi mamá, pero se me olvidó pedírselo. Pero Él, que todo lo sabe, me dio lo suficiente para comprar la muñeca y la rosa para mi mamá. A ella le encantan las rosas blancas".

En unos momentos, regresó la tía y yo me fui con mi carrito.

No podía dejar de pensar en el niño mientras terminaba de hacer mis compras. Ya tenía yo una actitud y un sentimiento totalmente diferente de cuando comencé. Estaba recordando algo que había leído en el periódico unos días antes, sobre un conductor ebrio que había chocado contra un automóvil, matando a una niña y la mamá estaba en condición muy crítica.

La familia estaba tratando de decidir si quitarle la vida artificial. Pero seguramente, este niño no podría ser parte de ese relato. Dos días después, leí la noticia de que la familia había decidido desconectar la vida artificial. Más tarde, ese día, no me pude resistir y fui y compré unas rosas blancas y las llevé a la funeraria en donde estaba la joven mujer. Y allí estaba ella, deteniendo una linda rosa blanca, la hermosa muñeca y la foto del niño de la tienda. Me fui de allí llorando... Mi vida cambió para siempre.

El amor que ese niño tenía para su hermanita y su madre era sobresaliente, y en un instante, un conductor ebrio, partió la vida de ese niño en pedazos...

¡Jesús te está cuidando!