Tuesday April 23,2024
Iniciar pagina principal Quienes somos y que hacemos Mision principal del sitio en internet Como rezar el santo rosario, oraciones, etc. Base de datos de documentos recopilados Servicio de asesoria via e-mail. Calendario de eventos en el bimestre Personas para establecer contacto
 


INDICE REFLEXIONES

« PARTE 3 de 6 »

Partes[ 1 ] [ 2 ] [ 3 ] [ 4 ] [ 5 ] [ 6 ]


POR SI EL MAÑANA NUNCA LLEGA

El Capitán Ulrich, piloto de un gran avión de propulsión a chorro, tomó el micrófono para comunicarse con el aeropuerto. Se acercaba a la isla de Mauricio y llevaba a bordo 160 pasajeros procedentes de Taiwan. Iba a aterrizar para reponer combustible antes de continuar el vuelo a Sudáfrica, pero algo andaba mal en el avión. En vez de solicitar autorización para aterrizar y esperar confirmación, como es de rigor, anunció desesperadamente:

- ¡Hay fuego en la cabina! Trataré de descender.

Estas fueron sus últimas palabras. Dichas éstas, todo quedó en silencio. Poco después, el avión cayó al Océano índico. El Capitán Ulrich, con toda su tripulación y los 160 pasajeros que iban a bordo, perecieron en el accidente. El caso fue más trágico aún cuando se supo que éste era el último vuelo que hacía el Capitán antes de retirarse.

Toda muerte prematura nos conmueve, porque se supone que cada ser humano debe completar su ciclo normal de vida antes de morir. Pero cuando la muerte prematura ocurre en un accidente y le ocurre a una persona,  como a este piloto que hacía el último viaje antes de jubilarse, para descansar, parece que fuera aún más impresionante.

Faltaban apenas diez minutos para que aterrizara normalmente, sólo diez minutos para llegar al aeropuerto con salud y con vida. Pero en ese breve lapso de tiempo, en esos escasos diez minutos, el fuego apareció en el avión y no hubo salvación para nadie.

¿Cuántas veces un hombre sale para su trabajo y le da un beso de despedida a su esposa y resulta que es éste su último beso? ¿Cuántas veces un hombre, despreocupado, dice: Esta es mi última borrachera? ¡Después de ésta, no beberé más! Y esa última copa de licor es la que colma la medida. Es en realidad su última copa, porque muere de un paro respiratorio.

La muerte acecha a la vuelta de cada esquina. Cada día que vivimos puede ser el último de nuestra vida.

Bien dijo el sabio Salomón:

- "No hay quién tenga poder sobre el aliento de vida como para retenerlo, ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte, sino sólo Dios".

“No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita.”